“La última Copa no la disfruté nada”
Darío Brizuela (San Sebastián, 08/11/1994) cambió este verano Málaga por Barcelona. Esta semana vuelve al Martín Carpena, aunque lo hará vestido de azulgrana.
Darío Brizuela está donde quiere estar. Veintinueve años ha tardado en llegar al Barça, club del que es aficionado, en plena madurez personal y deportiva tras pasar por Estudiantes y Unicaja. Precisamente con los malagueños se proclamó la temporada pasada campeón de Copa, un título que no pudo saborear al coincidir con una enfermedad que atravesó su hijo recién nacido.
—-¿Cómo se encuentra? ¿Cómo está el equipo?
—Bien, yo estoy sano, el equipo está sano también, recuperando a gente que es importante. Ahora empieza lo bueno, llega la Copa y luego la parte final de la temporada. Que la gente esté sana es muy importante.
—¿Qué se siente al ser jugador del Barça?
—No cambia mucho a ser jugador de baloncesto de cualquier otro club pero aquí, con mucha más ilusión porque es un club que me ha gustado siempre. Soy seguidor del Barça y mi familia, lo he dicho mil veces, es muy culé. Es muy especial para mí jugar en el Palau y ponerme la camiseta del
Barça.
—¿Está cumpliendo sus expectativas?
—Yo no venía con expectativas de nada. Conocía un poco el nivel del club por enfrentarme a ellos, sé de la importancia que tiene el Barça en la Liga y en la Euroliga. No venía con expectativas ni personales ni colectivas. Venía a disfrutar y a echar una mano. Hasta el momento lo estoy haciendo, creo que estamos bien, es evidente que se puede hacer mejor, pero hay que entender que es un equipo seminuevo con un entrenador nuevo. Hay que dar tiempo a los procesos.
—Desde fuera se percibe un gran ambiente…
—Es un tópico, pero tenemos muy buen ambiente en el vestuario. Nos echamos muchas risas. Hacemos vida fuera de la cancha, que es muy importante. Nos juntamos por los cumpleaños o para cenar sin ningún tipo de motivo. Yo, personalmente, es el año en el que mejor me lo estoy pasando con
los compañeros.
—-¿Se está divirtiendo también en la pista?
—Te lo pasas bien cuando ves el aro como una piscina, pero no es solo cuestión de eso. Yo disfruto del baloncesto, pero sobre todo disfruto si ganamos. Al margen de si juego bien o mal.
—Dijo usted que prefiere jugar menos y ganar. ¿Pone por delante al colectivo?
—Es más sencillo que eso. Yo he estado en situaciones donde he jugado mucho y bien y se han perdido muchos partidos y eso no es agradable. Y sufro. Lo he sufrido mucho en Estudiantes, también en Málaga. Tienes mucha responsabilidad y la gente piensa que has de ser feliz porque juegas muchos minutos o metes 15 puntos, pero si el equipo pierde todo es una mierda. Yo lo que quiero es ganar. Y estoy en el sitio perfecto para hacerlo. No me centro en los minutos o en hacer números, que sí es importante porque todo el mundo quiere hacerlo bien, pero si el equipo no gana no sirve de nada. Eso lo aprendí muy joven. Por muy bien que juegues, si el equipo no te acompaña no te va querer nadie ni lo vas a disfrutar. No merece la pena.
—El curso pasado, sin embargo, ganó la Copa del Rey.
—No la disfruté nada por el tema familiar (su hijo recién nacido estuvo enfermo). Eso empañó el fin de semana y las semanas posteriores, pero en el recuerdo queda una experiencia inolvidable. Nadie se esperaba, ni nosotros mismos, tener ese rendimiento en cuatro días. No fue una sorpresa, en Málaga siguen haciendo las cosas muy bien. A ver si repito con el Barça.
—-Rompieron ustedes el dominio del Barça y el Real Madrid en la Copa…
—Me parece que fue la primera vez que ganó la competición alguien que eliminó a Barça y Madrid. Fue muy especial. Un club como el Unicaja se lo merecía. Me gustaría ahora ganar dos Copas consecutivas con dos clubes diferentes.
—¿Están preparados para hacerlo?
—Sí, estamos bien, sanos y recuperamos a Álex
Abrines, que es fundamental para este equipo. Hay que mantenerse sanos porque son tres partidos en cuatro días y es muy complicado.
—-Y además juegan en Málaga…
—Más complicado todavía. Será especial porque es una ciudad muy importante para mí. Mi hijo es de Málaga. En el Carpena he vivido mucho, tanto bueno como malo. Ya jugué allí una final contra el Madrid y no la ganamos. Será una forma de quitarse la espina. Tenemos un partido muy importante el viernes (contra el Manresa) y si ganamos, lo más probable es que juguemos contra el Unicaja. Y eso será tremendamente difícil.
—Si llegan a la final, siempre sobre el papel, es probable que se enfrenten al Real Madrid. ¿Cómo les ve?
—Están muy bien. Son el mismo
Ambiente
“Es la temporada que mejor me lo estoy pasando”
Ambición
“Yo quiero ganar y estoy en el sitio perfecto”
Madrid
“Están intratables, pero a un partido se les puede ganar”
‘Mamba’
“Prefiero que me llamen Darío”
Ricky
“Siempre he sido fan suyo. Jugar con él es un regalo”
bloque del año pasado pero con un jugador nuevo entre comillas (Campazzo). Están intratables en las dos competiciones, pero a un partido todo es posible. Les hemos ganado en el Palau y si se da una hipotética final, podemos ganar.
—Dijo usted, en una entrevista, que era antimadridista…
—Lo expliqué en Twitter porque mucha gente se me tiró encima. Yo no sufro en absoluto y menos por comentarios de Twitter, pero hay gente de mi familia que sí. Lo que dije lo dije en un ambiente distendido, un poco de broma. Simplemente dije que lo que he mamado en mi casa es eso. No implica que tenga odio ni nada en contra del Madrid. En absoluto. Al final, si te gusta el Barça no te gusta el Madrid. Sin más.
—¿Cómo está viendo a Ricky? Una excelente noticia su llegada al Barça, ¿no?
—Siempre he sido fan de Ricky. Compartí con él una semana con la Selección en el año de los Juegos de Tokio y el verano pasado, un poco también. Tenerlo en el equipo y verlo entrenar, feliz y con ganas, es un regalo. Es algo que me voy a llevar como recuerdo en mi carrera. Si está bien y nos ayuda, será genial.
—¿Cómo surgió el apodo de la
Mamba vasca?
—Mi hermano me cambió el nombre de Twitter sin darme yo cuenta y se quedó ahí.
—¿Le gusta?
—No creas. Me hizo gracia en su día, pero porque yo no pensaba que iba a jugar en ACB ni que se me iba a conocer por eso. Cuando la gente empezó a llamarme así me resultó un poco incómodo. La comparación está tan fuera de lugar... No me importa pero prefiero que me llamen Darío.