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‘Enemigos’ íntimos

Tchouameni y Camavinga son casi inseparabl­es fuera del campo, mientras batallan por ser el ancla de Ancelotti

- F. S. TAVERO /

Ala derecha de la banqueta, el diestro. A la izquierda, el zurdo. Tchouameni y Camavinga frente al piano, fusionando el himno del Real Madrid con ‘7 years’, de Lukas Graham. “Durante el Mundial teníamos mucho tiempo libre, así que decidimos empezar a tocar el piano. ¡Estamos mejorando mucho!”, explica Aurélien. “Nuestro grupo se llamaría Tchouameni­nga”, apostillan, entre carcajadas, durante una jam session de Mahou. El buen rollo es palpable. El propio Madrid ha convertido en habituales sus aparicione­s conjuntas en redes. Tienen feeling. Y gracia. Todo fraguado en una relación derivada en amistad. Casi inseparabl­es fuera del campo, batallan por ser el ancla de Ancelotti en el verde. Son enemigos íntimos.

Cuando amanecía el curso, en los primeros onces de Ancelotti, coexistían. Camavinga el interior, Tchouameni el pivote. En los 11 primeros partidos, salieron juntos de inicio en ocho. Con el avance de la campaña, Kroos ha recuperado prepondera­ncia y ello, con Valverde como elemento inamovible, ha dibujado una lucha entre los franceses por ser el stopper de Carletto. Desde el 4-0 a Osasuna (7 de octubre), sólo se ha repetido esa disposició­n una vez (1-1 ante el Leipzig en el Bernabeú). Y eso que han compartido minutos en 16 partidos. Del 72,7% del inicio, al 6,2% desde entonces.

Hasta ahora, Aurélien ha ejercido de ‘cinco’ en 21 ocasiones, por las 11 de Cama. Ambos pueden brillar en otras demarcacio­nes, pero su posición favorita es esa, la de ancla. “A mí me gusta jugar más de pivote”, confesaba Camavinga. Y Tchouameni, por brillante que haya sido su incursión a la zaga, llegó para heredar el traje de Casemiro. Ancelotti debe decidir.

Una elección que no es sencilla. Dos futbolista­s de físico vigoroso, pero empleado de manera diferente. Más posicional Tchouameni, poderoso en el juego aéreo y seguro en la distribuci­ón. Más energético Camavinga, con querencia por la conducción y arriesgado con el balón. “Vamos a convencer a Carlo de que podemos hacerlo bien juntos”, sonreía a comienzos de marzo Camavinga. El parón, donde Deschamps acostumbra a dibujar un doble pivote con los madridista­s, puede servir de espejo. Pero hasta que consigan persuadir a Carletto, son dos amigos y un destino.

Camavinga “A mí me gusta jugar más de pivote que de lateral”, confesó

Cambio

A comienzo de curso compartían onces, desde octubre, sólo una vez

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Camavinga y Tchouameni se ejercitan en el último entrenamie­nto de la selección francesa.

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