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El presidente de la personalid­ad inimitable

El exmandatar­io dejó frases para el recuerdo

- POR JOSÉ A. ESPINA

Manuel Ruiz de Lopera y Ávalos (Sevilla, 1944) gobernó el Betis durante 18 años, desde que lo salvó de la desaparici­ón con la entrada de las Sociedades Anónimas Deportivas, en 1992, hasta que lo vendió al empresario navarro Luis Oliver en el verano de 2010. La figura de Lopera despertó amores e iras entre los aficionado­s verdiblanc­os, de lo primero sobre todo hasta 2006 y de lo segundo durante una etapa final en la que se vio perseguido por la Justicia, la misma que hace pocos años permitió que se marchara casi indemne y con cerca de nueve millones de euros a cambio de sus acciones. Dos finales (un título) de Copa del Rey, dos ascensos, dos descensos y una clasificac­ión para la Champions League, la primera y única de la historia verdiblanc­a, es su récord deportivo en Heliópolis, por donde campó con una personalid­ad inimitable.

“Yo soy diabético, es decir, dos veces bético”

Es imposible negarlo: tenía gracia, mucho arte, Don Manuel. Incluso en sus momentos más ásperos, pero sobre todo cuando el Betis gozó de sus mejores etapas sobre el césped. Lopera presumió siempre de una mano izquierda y una inteligenc­ia a la que no le hicieron falta estudios. Un self-made man de la calle, listo como pocos, que supo ganar su dinero de una manera no siempre ortodoxa y con fama de tener buen pico en la negociació­n.

“No le hemos dado la alegría a gente con la botella de champán abierta”

“Llame usted al Banco Hispanoame­ricano y dígale al director que no cierre y que se espere. No le hemos dado la alegría a mucha gente que tenía la botella de champán abierta por la muerte del Betis”. La frase forma parte de uno de los momentos más loperianos de la historia, puede que en la realidad pero, sobre todo, en la ficción. Años después de salvar al Betis durante un frenético 30 de junio de 1992, cuando hacían falta 800 millones de pesetas (unos cinco millones de euros) para la conversión del club en Sociedad Anónima Deportiva, Lopera, su secretaria Jacinta y varios de los que eran consejeros entonces grabaron una película de aquel momento clave en la historia del club verdiblanc­o.

“Estábamos en la UVI; nadie daba un duro por nosotros...”

Frase de Lopera en 1994, tras lograr un ascenso a Primera. Y añadió: “... Yo os entrego ahora un Betis libre, limpio, en Primera, de ustedes, viva el Betis”. Bajo el intenso calor sevillano en el estío de 1994, tras un calvario de tres años en Segunda, con promoción perdida ante el Deportivo incluida un año antes, el Betis había regresado a Primera División. Lopera no era todavía presidente (accedería al cargo en 1996).

“Ustedes, los béticos, tenéis acolapsada toda La Palmera...”

Lo dijo Lopera en 1995, tras lograr la cesión de Alfonso. Y siguió: “Ustedes, los béticos, tenéis un jugador que se llama Alfonso que está cedido al Real Madrid. Ustedes, los béticos, tenéis la mejor Ciudad Deportiva de Andalucía. Ustedes, los béticos, habéis invertido como el tercer mejor equipo de España”. En 1995, el Betis conseguía la cesión de un jovencísim­o Alfonso Pérez Muñoz. En el verano del 96, el delantero debía regresar a Chamartín, pero Lopera guardaba una carta bajo la manga: ya tenía apalabrada su compra.

“Hemos fichado a un jugador que para que nos lo quiten tienen que cerrar un banco”

Verano de 1998. Lopera presentó en multitud a Denilson, subcampeón del mundo en Francia con Brasil. Denilson se convertía entonces en el fichaje más caro de la historia del fútbol: 30 millones de euros... ¿o eran 25? ¿o 36?; nunca quedó clara la cantidad, que balanceó entre presupuest­os y cuentas. Ni tampoco “cerró ningún banco” nadie para quitárselo al Betis.

“Aquí tenéis la caja de herramient­as”

La Caja de herramient­as era como los sevillista­s, con esa guasa mutua que siempre se ha tenido en la capital de Andalucía, llamaban al Benito Villamarín por la diferencia de altura entre las gradas de detrás de la portería y las otras dos, más altas y abiertas. El 1 de enero de 2000, tras muchos meses con problemas para finalizar las obras, Lopera inauguró la mitad reconstrui­da del estadio, la del Gol Norte y Fondo.

“Nosotros paseamos un título y otros una sábana pintarraje­á”

La “sábana pintarraje­á” fue como denominó el todavía entonces presidente bético a la bandera que el Sevilla ideó para celebrar su Centenario, en 2005. El Betis acababa de ganar la Copa del Rey, título que Lopera se llevó para exhibir hasta en la boda de Joaquín Sánchez, en El Puerto de Santa María.

“Me estáis exigiendo... que me estáis cansando”

“Que no me entrampo. Estoy muriendo por el Betis”. Dos años de bonanza con la segunda etapa del mallorquín Lorenzo Serra Ferrer en el banquillo dieron paso de nuevo al coqueteo con Segunda División mientras el eterno rival ya empezaba a hartarse de celebrar títulos y finales como el que come rosquillas.

“¿Dónde estaba usted en el 92?”

Otra de las más famosas y recurrente­s respuestas loperianas contra la crítica, a medida que discurría la segunda mitad de 2000. Para Don Manuel, la historia del Betis pareció muchas veces no existir antes de su desembarco, a principios de los 90.

“¡Venga, a ustedes!”

En verano de 2010, pensando quizá que aquella apresurada venta (obligada por sus problemas con la Justicia) a Luis Oliver sería sólo un paréntesis en su gobernanza del Betis, Lopera se marchaba del Villamarín para no volver (de momento) nunca más. Su polémica figura siguió alimentánd­ose de gasolina en los juzgados, de pactos futuros y de frases para la historia.

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