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Carlos... debut, gol y pitos

El símbolo oviedista debutó con la Selección ante Brasil en un escenario hostil: El Molinón

- POR NACHO AZPARREN

El centro de Míchel era milimétric­o, exacto. Y a Carlos, que no necesitaba de muchos motivos para buscar cualquier remate, se le apareció la oportunida­d de su vida. Así que el implacable delantero del Oviedo se lanzó decidido y cabeceó de manera formidable para batir la meta de Brasil. Era su debut con España y lo celebraba de la mejor manera posible. Alzó los brazos junto al fondo justo donde se podía ver una pancarta negra con letras blancas que decía: “Puta Oviedo”.

El estreno de Carlos Muñoz (Úbeda, 1961) en septiembre de 1990 fue de todo menos tranquilo. Primero por el escenario, El Molinón, hogar del Sporting, enemigo natural de su Oviedo. Segundo, porque al delantero le habían llovido las críticas.

Empecemos por lo segundo. “No había un ambiente tranquilo precisamen­te. José María García se metía mucho con Luis Suárez (el selecciona­dor). Y cuando me convocó, se cebó conmigo. Que si era muy mayor, que qué hacía yo en esa selección… Nos metió mucha caña”, recuerda el exinternac­ional. “Mi madre me llamaba llorando, que qué le había hecho yo a García para que me criticara así. Yo la tranquiliz­aba, le decía que eran cosas de los periodista­s, pero al final te afecta, claro”, añade.

La Selección estaba en la diana, pero era él el que despertó las mayores antipatías: la piquilla Sporting-Oviedo se llevó al extremo. “El día antes del partido nos entrenamos en El Molinón, y la gente me pitaba cada vez que tocaba la pelota. Luis Suárez paró el entrenamie­nto y ordenó que dijeran por megafonía que si seguían protestand­o suspendíam­os la sesión”, señala Carlos.

Ni las críticas en las ondas ni el sonido de viento amedrentar­on al ariete. “Yo me crecía ante la adversidad. Era así. En la previa, repasando la estrategia, Suárez preguntó quién se animaba si había un penalti. Levanté la mano el primero: ‘yo, míster’. Y me dijo: ‘sí, claro, y si lo fallas nos matan a los dos”, rememora entre risas.

A pesar de todo, la historia tuvo un final feliz. Carlos marcó y España derrotó 3-0 a una Brasil en reconstruc­ción tras la decepción de Italia 90. El delantero fue seis veces internacio­nal y anotó seis goles. Raro que no hubiera tenido más continuida­d. Él tiene una espina clavada adentro: el Mundial del 94. Fue el máximo goleador nacional en la Liga y Clemente no le citó. “La gente me sigue diciendo: ‘Si te hubiera caído a ti la de Salinas’... Yo sigo pensando que se me privó de la oportunida­d de jugar un Mundial, ser campeón y máximo goleador. Que seguro que no hubiera pasado... ¡Pero se me privó de la oportunida­d de intentarlo!”.

Espina clavada “Sigo pensando que se me privó de la oportunida­d de jugar un Mundial”

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Carlos Muñoz.

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