Pepu Hernández “Su ilusión hizo de Marc uno de los grandes”
Mundial 2006 “Acabó ayudándonos muchísimo y cambió su carrera”
Retirada del ‘33’ “Todo lo que ponga Gasol trae buenas noticias para nuestro baloncesto”
Memphis retirará mañana el ‘33’ de Marc Gasol, el único junto a Rudy con los dos oros mundiales de España. El madrileño (1958) fue su seleccionador en Japón 2006.
José Vicente Pepu Hernández (Madrid, 1958) fue el primero en apostar por Marc Gasol en la Selección. Le llovieron críticas, pero el resultado fue inmejorable para España, que ganó su primer Mundial en Japón en 2006, y para el propio Marc, que vio despegar desde ese oro una carrera que tendrá en la madrugada de mañana al domingo un homenaje muy especial: Memphis Grizzlies, su franquicia NBA, retirará su número 33.
—Usted ha dirigido a muchos grandes jugadores durante su carrera como entrenador. Si tuviera que elegir una cosa, ¿qué hace especial a Marc?
—Reúne varias, pero la primera que destacaría sería la inteligencia. He conocido pocos jugadores tan inteligentes como él. Es capaz, no solo de anotar, sino también de defender y de hacer mejor a sus compañeros porque es un gran pasador.
—¿Cómo es el Marc humano?
—Es un tipo muy modesto, con una ironía especial, esa que tienen los inteligentes. Es muy afable, educadísimo. Tiene la capacidad de entender y comprender a sus compañeros y al cuerpo técnico. Y eso le ha hecho un jugador mucho más importante. Me llama la atención cómo se ha expresado siempre en favor de los equipos y no tanto de los jugadores: habla casi más del grupo que de sus compañeros y de sí mismo. Eso denota también modestia, saber que este juego es de equipo, que se es más feliz sabiendo que tú arropas al equipo y que el equipo te arropa a ti.
—¿Qué peso tiene para el baloncesto español que Memphis retire la camiseta de Marc?
—Todo lo que ponga Gasol trae buenas noticias para nuestro baloncesto. Nos han llevado muy arriba. Que vengan estas distinciones, como la retirada de la camiseta de Marc y la de Pau, la inclusión de Pau en el Salón de la Fama, son cosas realmente llamativas para nuestro deporte, que hace unos cuantos años ni siquiera nos podíamos plantear.
—Vayamos a 2006, al Mundial, ¿qué le hizo llevar a Marc? ¿Qué vio para contar con él en ese campeonato?
—Le conocía de antes porque le había visto trabajar tanto en su club (Barça en esos momentos) como en las categorías inferiores de la Selección. Valoré mucho su capacidad para ayudar al equipo y la ilusión, que yo pensaba, con la que iba a venir. Y que esa ilusión le iba a hacer transformarse y pasar de tener una mala sensación por la temporada a una buenísima. Y es cierto que nos ayudó. La llamada no implicaba que se iba a quedar. Tenía que cumplir con algunas cuestiones como bajar unos cuantos kilos. Le vi con una ilusión tremenda los primeros días. Hacía todo lo posible por estar y quedarse, y esa ilusión pudo con todo. Acabó ayudándonos muchísimo. Eso cambió su carrera, su manera de ver el baloncesto, de ver cuál era su camino y fue una transformación extraordinaria a partir de ahí. Tanto en Girona como en la NBA demostró ser un hombre muy capaz. Su esfuerzo, su ilusión y su capacidad e inteligencia para ver el juego y saber dónde tiene que estar, dónde están sus compañeros, le han hecho uno de los grandes.
—¿Le impactó su crecimiento?
—No fue una sorpresa. Marc aunaba las características que necesita el baloncesto de ti con una tremenda ilusión. He visto cambios y he visto intentos, y no todos lo han conseguido como lo ha hecho Marc porque tenía una inteligencia, unas cualidades técnicas que podían estar un poco escondidas, pero que luego desarrolló maravillosamente.
—Hubo alguna crítica por su inclusión. ¿En algún momento dudó de si había hecho bien?
—No, porque una llamada no significaba nada: tenía que ver cómo respondía. Me imaginaba cómo lo iba a hacer porque un hombre que había tenido una temporada tan mala, si le llamas, dice ‘esta es mi oportunidad, aquí yo tengo que sacar algo’. Y sacó para él y para todos sus compañeros. Eso estuvo realmente bien. Las críticas, las entendía perfectamente porque era el hermano pequeño de Pau y entonces parecía que le había llamado él. Y no: lo había llamado yo. Lo importante fue que, aunque no estaba en forma, se puso en forma y fue algo espectacular. A nosotros nos iba a ayudar de una manera especial. Y, además, en ese momento iba a ser, aunque luego no lo fue, el número 12. Le pedí cosas muy sencillas como que bloqueara bien, reboteara bien y que defendiera todo lo que pudiera. Las captó inmediatamente de maravilla. Lo único que me preocupaba era la familiaridad con la que se entrenaban en la pretemporada Marc y Pau: tenía que poner a Rafa Vecina para que sus uno contra uno no fueran a más. No sé si me explico.
—Sus uno contra uno en los entrenamientos con la Selección eran una auténtica batalla campal, ¿no?
—Pufff… Una barbaridad porque como se tienen confianza… Saltaban chispas. Me divertía mucho, pero por si acaso les ponía a Vecina.
—¿Uno de sus mayores logros es haber salido de la alargada sombra de su hermano?
—Sí… bueno, eso lo tendría que responder él. La sombra de Pau es muy alargada, pero es que la de Marc también lo es. Muchísimo. Proyectan sombras que algunas veces podían taparse, pero al final lo que veías era a dos tipos gigantescos jugando al baloncesto de maravilla y con una inteligencia increíble. Creo que se complementaban perfectamente. Lo que tienen que pretender todos los hermanos pequeños es salir de la sombra de su hermano mayor porque tú eres tú. Y eso me parece bien. Tienes que pelear por ello y me parece lógico.
—Marc pasa de no jugar en las semifinales del Mundial a tener que reemplazar a su hermano y hacer una buena final contra Grecia, ¿lo esperaba?
—Hubo una capacidad defensiva extraordinaria de todo el equipo, incluso reconocida por los griegos, que decían que nunca se habían sentido tan impotentes y Marc tuvo mucha culpa en todo eso. Y fíjese, lo que dice, no jugó ante Argentina. Fue la excepción. Todos jugaron todos los partidos tanto de preparación como de competición, menos en esa ocasión, que no vi el momento. Aún pienso por qué no le puse. Es de lo que me arrepiento todavía, no haberle puesto unos cuantos minutos. Si lo hubiera hecho, puede que no se hubiera lesionado Pau...
—¿Qué significado le da para el baloncesto español el hecho de que Pau y Marc protagonizasen aquel salto inicial del All Star en el Madison?
—Afortunadamente, hemos tenido muchas puestas de largo, pero es que esa fue tremenda. Y con lo que han sido y lo que han importado en la NBA… Fue un espaldarazo inmenso. Nos pusieron a todos los que amamos este deporte muy felices.