Sergio Scariolo “Tiene que cuidar su legado y multiplicarlo”
All Star “Un salto inicial con dos nacidos en el mismo hogar es lo nunca visto”
Día histórico “El Mundial lleva el nombre de Ricky; la semifinal contra Australia, el suyo”
De manera inevitable, el actual seleccionador está íntimamente ligado al mejor año, 2019, de la carrera de Marc: juntos ganaron el anillo NBA y el Mundial.
Sergio Scariolo (Brescia, 1961) y Marc Gasol conquistaron en 2019 el anillo NBA con los Toronto Raptors y el Mundial de China con la Selección. Todo, después de empezar su relación personal con una promesa incumplida por el italiano que, con el tiempo, acabó construyendo una gran relación profesional y personal con el pívot. A horas de que Memphis Grizzlies le retire la camiseta, pocos entrenadores pueden hablar de Marc Gasol con el conocimiento de causa del actual seleccionador español, que atiende con su habitual gentileza a AS.
—Usted ha dirigido a muchos jugadores enormes, estrellas mundiales, durante su carrera. Si tuviera que elegir una, ¿cuál sería la singularidad de Marc?
—La capacidad de conocer y leer el juego; y plasmar esa lectura en la toma de decisiones. Estamos ante una suma de cualidades que raramente se dan en un jugador. Hay jugadores sin conocimiento que tienen instinto. O jugadores, con conocimiento, que no tienen mucho instinto. Marc lo tenía todo junto.
—¿Cómo es el Marc humano?
—Una persona que realmente merece la pena porque ha tenido una evolución espectacular. Ha conjuntado la naturaleza de ser una persona muy inteligente, con su condición de tipo emocional y muy pasional, cosas que no iban muy armonizadas al inicio de su trayectoria. Y ha conseguido un equilibrio excelente gracias un crecimiento personal en el que los errores también son un aprendizaje.
—Por el tiempo que ha pasado en la NBA, ¿qué peso tiene que una franquicia retire una camiseta en Estados Unidos?
—El respeto que se le tiene a Marc Gasol en la NBA es tremendo. Quizá incluso superior al que se le tiene en Europa, sencillamente porque a nivel de club ha jugado muchísimos más partidos allí. La retirada de una camiseta para una franquicia es algo raro, y que se reserva sólo a quienes realmente han marcado diferencias, pero también a aquellos que han dejado unos buenos recuerdos a nivel personal. Cuando he ido a Memphis y he hablado con gente que ha convivido con Marc, sólo tenían grandes recuerdos de él.
—2019 fue un año muy importante en sus carreras. Fueron ganadores del anillo de la NBA con Toronto y, meses después, campeones del mundo
—Seguramente, 2019 ha sido un año que nos junta en dos de los momentos más altos de nuestras carreras. Sinceramente, muy especial desde el ‘trade’. Toronto me puso hasta presión para mojarme y dar una opinión que, por lo que me contaban, iba a ser importante en esa decisión. Y luego vino ese famoso partido en el que mantuvo a Embiid en cero puntos. De ahí hasta la consecución del anillo. Y, finalmente, ese campeonato del mundo en el que, ya sin la presencia de unos cuantos de los históricos, empezando por Pau, Marc tuvo que dar un paso al frente. Ya le había pasado en 2010, eso de estar un poco solo ante el peligro. Pero nueve años después, con un nivel de madurez y experiencia superior, fue decisivo.
—En la semifinal de ese Mundial de 2019, contra Australia, dijo aquello de “lo de Marc ha sido la norma del kétchup. Parece que no se puede abrir y…”. ¿Fue el mejor partido de Marc? Con esa sangre fría en los tiros libres…
—Sí, Marc había empezado la primera fase del Mundial de una manera, diría, muy normalita. Sin ir mal, sin ir especialmente bien. Midiéndose. Marc tiene un gran conocimiento de su cuerpo y tenía una gran capacidad para saber hasta dónde y hasta cuándo podía apretar. Y sí. Si todo el campeonato puede llevar el nombre de Ricky, seguramente la semifinal lleve el nombre de Marc.
—En 2019, durante una entrevista que concedió a este periódico en Los Ángeles, dijo: “A Marc yo empecé fallándole porque le prometí un puesto de titular en 2009. Durante un tiempo tuve una deuda moral con él”. ¿Cómo aprendieron a superar ese momento en la relación profesional-personal?
—Obviamente, fue un momento crítico en el que tuve que, sencillamente, privilegiar el bien del equipo por encima de mi sentido ético, y casi religioso, de no fallar nunca en la palabra que doy. Estoy exageradamente vinculado a ese principio de no fallar a mi palabra. Creo que la claridad y la franqueza que utilicé en esos momentos, por un lado, y la capacidad de Marc de poner por encima el equipo a su retorno personal, por otro, hicieron que tuviéramos unos años de respeto mutuo hasta poder crecer hacia la admiración y el sentimiento de amistad que es la palabra que más asociaría ahora a mi relación con Marc.
—¿Qué significado le da, a nivel de baloncesto español, que Pau y Marc protagonizasen aquel memorable salto inicial de un All Star en el Madison Square Garden?
—Creo que esa foto debería tener más repercusión constantemente dentro de nuestro baloncesto. De lo que hemos sido y de lo que pretendemos volver a ser. No cabe duda de que un salto inicial en un All Star Game entre dos jugadores que salen del mismo hogar es lo nunca visto. Difícilmente es repetible, y no sólo hablando de europeos. Y, sobre todo, para el baloncesto español debe ser una foto icónica. Cuando voy a la FEB, y la veo allí en formato póster, me llena de orgullo. Luego me hace pensar lo increíble que puede considerarse algo así. Me hace reflexionar sobre lo afortunados que podemos sentirnos por haber podido disfrutar con dos extraordinarias personas y jugadores como ellos.
—Aunque se lo transmitirá en privado, ¿qué mensaje público puede dejar para Marc?
—Estoy con usted. Se transmiten en privado… No sé ni siquiera si le transmitiré un mensaje porque es un momento en que todo el mundo te dice algo. Pero creo que no es necesario transmitirle un mensaje especial a Marc más allá del agradecimiento que le tengo. Sólo le podría decir que, como decía un grande, cada éxito sólo es un billete de entrada a un desafío de tamaño superior. Marc tiene que terminar de convencerse de que su legado es demasiado valioso e importante como para que se quede en el estrecho círculo de su club o, a nivel personal, de su familia. Llegará el momento en que se dará cuenta de lo mucho que tiene que darle al baloncesto. Y que, al fin y al cabo, también es una responsabilidad. Como en la parábola evangélica de los talentos: cuantos más talentos tienes, más ético y bonito es que lo devuelvas y lo multipliques a los demás. Eso es, pues, cuidar de su legado sobre los jugadores y las personas que le rodean en los años que tienen que venir.