Sevilla en tres colores
Unos 100.000 aficionados del Athletic y 25.000 del Mallorca tiñen la ciudad de rojo, blanco y bermellón durante tres días
Para ser Bilbao, hace mucho calor ¿no?”. La broma de Eneko, uno de los integrantes de la marea del Athletic que ha inundado Sevilla este fin de semana igual no lo es tanto. La Giralda ha sido estos días el Guggenheim y La Cartuja, San Mamés. Las autoridades vascas, empezando por el lehendakari Urkullu, elevaron a 100.000 las personas que se trasladaron a Andalucía a animar al Athletic. “Decían 70.000, pero ayer me dijeron que hasta 100.000 personas podrían estar aquí”, señaló el presidente vasco, habituado a viajar a finales con equipos de Euskadi. En todo caso, la superioridad con los hinchas del Mallorca, unos 25.000, era evidente. No había más que dar un paseo por zonas emblemáticas de la ciudad. “¿Y decís que ha quedado alguien en Bilbao?”, lanzaba en tono de broma Tomeu, que había volado desde Palma. Hubo algún problema con los viajes de seguidores baleares.
Calor, aunque las nubes ayer rebajaron un poco el bochorno, polvo africano... y aficionados del norte, todo en un cóctel fervoroso. Una ciudad andaluza por donde navegaban las gabarras. “Es alucinante esta movilización”, admiraba el presidente rojiblanco, Jon Uriarte.
Desde el pasado viernes empezaron a mezclarse por Sevilla ambas aficiones, con un dominio aplastante de los vizcaínos. Ayer por la mañana se abrieron las dos zonas específicas para los seguidores, ambas en la Isla de La Cartuja. Unos, los del Athletic, al sur, y otros, los del Mallorca, al norte, y justo en medio, el estadio. Los rojibancos poblaron una zona de 28.000 metros cuadrados, con capacidad para 40.000 personas. A las 12:30 se produjo la izada de la bandera del Athletic. Allí un kalimotxo costaba 5 euros y una cerveza 4,50. Los bocadillos estaban por encima de los 7. “Es una vez en la vida, no hay que mirar la peseta”, lanzaba Keltse, una aficionada de Sopuerta, haciendo tabla rasa con las otro cinco finales jugadas en los últimos 15 años por los bilbaínos, aunque dos de ellas fueron en vacío por culpa de la pandemia.
Por las calles de la ciudad, los cánticos, las risas y los bailes lo inundaron todo. No se daba ni tres pasos sin la presencia de un seguidor vasco. Hasta había una trainera bilbaína por el Guadalquivir. Banderas, Vespas, panderetas, chavales vestidos de faralaes rojiblancos, un joven como Mari Jaia, la reina de las fiestas de Bilbao, sujetando la Copa... La juerga inundó todos los rincones, en una ciudad revolucionada. María Arthuer, madre de los Williams, no se quiso perder la cita de sus cachorros, Iñaki y Nico. “La Copa es algo muy grande”.
En el caso de la afición balear, este desplazamiento ha sido el mayor hecho en los 108 años desde la fundación del Mallorca. No faltó Steve Nash, exjugador canadiense de la NBA y accionista del club bermellón.
Asombrado “Es alucinante esta movilización”, lanzó Uriarte, presidente del Athletic