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Raphinha marca estilo en París

El brasileño lidera al Barça junto a un Lewandowsk­i enorme ● Xavi, decisivo en los cambios Mbappé pasa desapercib­ido ● Dembélé fue la gran amenaza ante su exequipo y marcó un golazo

- SANTI GIMÉNEZ

Un debate sobre el estilo es lógico que se decida en París, la capital de la moda, que es donde se marca estilo y ahí, ante un Mbappé que fue una sombra apareció Raphinha para liderar junto a Lewandowsk­i a un Barça tremendo que ganó al PSG por 2-3 después de sufrir lo indecible. Pero después de años de decepcione­s europeas, el equipo blaugrana volvió a dar un golpe sobre la mesa y batió a los franceses, que llevaban 27 partidos seguidos sin perder.

Desde el pasado fin de semana, cuando la afición, por llamarla de alguna manera, del Paris Saint Germain se pasó el partido contra el Clermont gritando "puta Barça" para posteriorm­ente publicar un comunicado pidiendo un "recibimien­to más que hostil" al equipo catalán, el Barça ya sabía que iba a vivir una prueba de vida en el

Parque de los Príncipes. Por si eso no fuera suficiente, en la noche del martes, Luis Enrique sacó el cuchillo en la sala de prensa y de madrugada, los ultras del equipo parisino los petardos ante el hotel del Barça. Ante este escenario el equipo de Xavi podía llegar acobardado al partido, pero ya en la previa se vio que no iba a ser así.

Una hora y media antes del partido, Ferran Torres Marc Guiu, Casadó y Ferran Torres salieron a inspeccion­ar el campo antes de cambiarse para calentar. Los recibieron a gritos de "puta Barça" y ellos, como veteranos, saludaron a la grada sonriendo.

Toda una declaració­n de intencione­s que pareció desvanecer­se en el inicio del partido, cuando el equipo local cercó al Barcelona. Fueron quince minutos de sufrimient­o que el Barcelona logró capear para quedarse la pelota y empezar a asustar a los franceses. Primero a base de pases largos buscando a un Raphinha incansable. Luego a pelota parada cuando Lewandowsk­i remató de cabeza un córner que Nuno Mendes salvó en la línea de gol y luego, gracias a un Lewandowsk­i que dio un curso jugando de espaldas a la portería para activar a su segunda línea.

En una jugada del polaco, que fue un dolor de muelas para los centrales franceses, Lamine centró y el rechace de Donnarumma cayó en Raphinha, que parecía estar en todas partes y remató a gol.

A diferencia de otras ocasiones, el Barça supo mantener el tipo ante un PSG desconcert­ado y Luis Enrique decidió dar entrada en el descanso a Barcola y retirar a Asensio, su apuesta insólita en el equipo inicial y que le salió

desastrosa­mente. Todo el trabajo impecable de la primera parte se vino abajo en cinco minutos . Primero, un mal rechace de

Araújo fue aprovechad­o por Dembélé para aplicar la ley del ex y fusilar a Ter Stegen. Tres minutos después, Fabián habilitó a Vitinha que marcó el segundo. El Barça se enfrentaba de nuevo a un examen de superviven­cia.

Con 40 minutos por delante, el Barça estaba en riesgo serio. Ante la situación cabían dos opciones: o sacar defensas y aguantar como Numancia o sacar peloteros y defenderse con el balón y amenazar. Xavi optó por lo segundo para reivindica­r ese discurso del ADN, el estilo y detalles a pie de página. Entraron João Félix y Pedri para intentar tener una posesión que desde el segundo acto era propiedad absoluta de los franceses.

Y la apuesta tardó un minuto escaso en dar resultado. Una mala salida de balón de Donnarumma dio la oportunida­d a Pedri de dar un pase sensaciona­l a Raphinha, que volvió a ser indetectab­le para empatar el partido y hacer salir el sol cuando más diluviaba sobre el Barça.

El partido pasó a jugarse entonces sobre el filo de una navaja. Las ocasiones se sucedían en ambas áreas. Raphina puso a prueba al portero del PSG en una falta directa, Barcala disparaba al larguero y con un nuevo movimiento de banquillo de Xavi el partido dio un vuelco.

Sacó al campo el técnico del Barça a Christense­n por De Jong y la primera pelota que tocó el danés fue a la jaula tras rematar de cabeza un saque de esquina. El Barça volvía a saborear un gran triunfo europeo ante un rival que aumenta sus motivos para insultar.

REPORTAJE GRÁFICO GORKA LEIZA (ENVIADO ESPECIAL)

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Donnarumma observa impotente el balón dentro de su portería tras el segundo gol de Raphinha.
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