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Carolina es invencible

- ALBERT SANCHO /

La española suma ocho oros seguidos en el Europeo, donde no pierde desde 2012

Dos años después, misma rival y mismo resultado. Ayer, Carolina Marín se proclamó campeona de Europa por séptima vez seguida (octava si se tiene en cuenta su título en los Juegos Europeos del pasado verano). La española, tras un primer set sublime y un segundo reñido, superó a la escocesa Kirsty Gilmour, de 30 años y 26ª del mundo, por 2111 y 21-18 en 47 minutos para defender su hegemonía en el Viejo Continente, donde es invencible. Un cierre circular a su milagrosa recuperaci­ón. En abril de 2022, Caro venció a Gilmour en Madrid, en unos Europeos que significab­an su vuelta a la competició­n tras destrozars­e la rodilla izquierda y perderse los Juegos de Tokio; en Saarbrücke­n (Alemania), esta vez, la victoria significa ilusión de cara a París, donde Marín perseguirá su segundo oro olímpico.

Con su victoria contra Gilmour, que amenazó con alargar el partido, Carolina enlazó su tercer título seguido de la temporada, algo que no lograba desde 2018, antes de romperse tanto el cruzado de la rodilla derecha (en 2019) como el de la izquierda (en 2021, junto a los meniscos). All England Open, su victoria más importante desde la segunda lesión, Abierto de Suiza y, ahora, unos Europeos que permiten radiografi­ar la vuelta a la élite de Marín. En ese 2022, la española sólo pudo sumar el título continenta­l. El año pasado, sin embargo, ya alcanzó siete finales, con dos títulos y dos platas de enjundia (en los Mundiales y en la Copa de Maestras).

Esta temporada, en la que ha ganado a prácticame­nte todas las grandes del circuito, Carolina está para todo. Como ella misma dice, no es la de antes: es mejor.

Y Gilmour, que ya había perdido tres finales continenta­les contra ella, tampoco pudo con esta nueva versión de la campeona olímpica. Pese a ello, y con la confianza de haber conseguido una victoria contra la española este año, lo intentó. Sobre todo, en un segundo parcial en el que llegó a forzar el 18-18. En el primero, Carolina fue un vendaval.

Después de solventar sus dos primeros compromiso­s en menos de una hora, Marín se venció a sí misma en cuartos, cuando apareció una falsa alarma de problemas en la rodilla, y elevó su nivel en semifinale­s. Contra Kirsty, a la que considera su amiga, no quería esperar. A base remates paralelos, muy dañinos para la escocesa, cerró una primera manga sin historia.

El séptimo título, sin embargo, no iba a salir tan barato. En el segundo parcial, Gilmour se transformó. Carolina, que buscaba con la mirada a su entrenador,

Fernando Rivas, se tuvo que exprimir en un set de altibajos, en el que cedió mucho la iniciativa y “olvidó la tarea”. “Me puse nerviosa y el foco se me fue al marcador”, reconoció, alegre. El técnico, con calma, le pidió que mantuviera la raqueta arriba, que fuera agresiva. Y Caro, refugiándo­se en sus gritos, le hizo caso para defender su hegemonía en Europa, donde no pierde desde 2012, cuando tenía 19 años. Ahora, con 30, quiere su segundo oro olímpico. Con el título, Carolina se sitúa virtualmen­te como cuarta del ranking, lo que le facilitarí­a mucho el cuadro en París, el verdadero objetivo desde que, hace dos años, volviera en Madrid de forma victoriosa. En el Viejo Continente, no conoce otra cosa.

París Marín es cuarta del ranking y eso facilitará el sorteo olímpico

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Kirsty Gilmour y Carolina Marín bromean con sus medallas en el podio después de la final.

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