AS

Madrigal, nacido para ganar

El sablista habla con AS en la temporada de su gran explosión

- ALBERT SANCHO

Cuando Santi Madrigal (20 años) nació, su madre, Ángela de Rioja, empezó a practicar esgrima. “Quería hacer algún deporte y mi padre

(Luis) le buscó algo fuera de lo común”, recuerda el madrileño en AS. Cinco años después, siguió sus pasos. “Al ver que ella lo practicaba, quise apuntarme también. Al principio yo sólo iba los sábados”, explica un Madrigal que, este año, ha sido el sablista de moda a nivel español e internacio­nal. En marzo, en un puñado de días, se colgó dos bronces en los Europeos júnior (individual y por equipos) y su primera medalla en una Copa del Mundo sénior, en Padua

(Italia). Hace dos semanas, en el Preolímpic­o de Luxemburgo, alcanzó las semifinale­s, quedándose muy cerca de los Juegos Olímpicos de París. Nacido por y para la esgrima. Nacido para ganar.

“Ha sido muy buena temporada. No pude conseguir la plaza en el Preolímpic­o, pero era una competició­n con la que no contaba. Me he quitado las espinas que tenía de años anteriores, en los que no había ganado las medallas que me hubiera gustado tanto en los Europeos como en los Mundiales júnior (en abril, también fue

bronce). Es una bonita forma de despedirme de la etapa”, valora algo “cansado” después de un largo viaje desde Seúl (Corea del Sur), donde los rivales ya le miraron de otra forma. “No ser ese niño al que todos quieren es una sensación que me gusta. Ahora, es justo al revés. ‘Qué mala suerte que me ha tocado este’, es la frase. Haber obtenido este respeto a nivel mundial es bastante reconforta­nte. No te estoy diciendo que sea aquí... pero sí tengo, por lo menos, cierto renombre, y eso es algo que no me esperaba obtener tan rápido”, celebra con ilusión.

En Padua dejó claro que ya es uno más entre los mayores. Camino del bronce y, pese a “no haber sentido nunca tanta fatiga en el cuerpo”, venció al actual número uno del mundo, el georgiano Sandro Bazadze. “Estaba realmente cansado. Después de competir por equipos en Nápoles (sede de los

Europeos júnior), nos fuimos a Padua esa misma tarde. No me esperaba, después de cuatro días de competició­n, tirar tan bien contra el número uno. Al mismo tiempo, eso sí, nunca había sentido ese estado de flow. Lo veía y lo predecía todo”, recuerda sobre su semana fantástica.

En Italia, “con lo que es la esgrima para los italianos”, Madrigal, que también practicó natación, kárate y fútbol sala (llegó a formar parte de la selección madrileña), vivió la mejor semana de su vida en lo deportivo. Por delante, sin embargo, le quedan muchos más días de gloria. “A largo plazo están los Juegos de Los Ángeles”, apunta Santi, que tiene en Araceli Navarro, olímpica en Pekín 2008, “una hermana mayor”. En París, la esgrima nacional estará representa­da por Lucía Martín-Portugués. En cuatro años, puede ser su turno. El futuro ya está aquí.

Respeto

“No soy el niño contra el que todos se quieren enfrentar, ya es al revés”

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Santi Madrigal, a la derecha, durante los Mundiales júnior de Riad, donde se colgó el bronce.

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