Acabados e interior
El i3 presenta una imagen minimalista en su interior. Pocos controles, todo con lógica y algún toque de fibra de carbono. La pantalla central es enorme su habitáculo hay materias primas renovables, espero que la vanguardia verde lo encuentre tan cool como el departamento de marketing de BMW. Aparte del monitor iDrive, que reposa con gracia sobre el salpicadero, tras el volante hay una segunda pantalla con información de conducción como la velocidad y lo que queda de autonomía. A la derecha aparece un botón para arrancar y también cuenta con una ruleta giratoria para activar la marcha hacia delante o hacia atrás. Todo muy sencillo.
La verdad es que los conductores de BMW se van a encontrar enseguida a sus anchas. El motor se mueve entre el programa confort, el Eco-Pro y el EcoPro+, que te permite aumentar su autonomía. Los dos últimos regulan el temperamento del i3 y reducen la potencia, el climatizador y la calefacción de los asientos. En cuanto a calidad, el francés de Renault sale perdiendo: su interior es igual que el de un utilitario típico: asientos finos con poco agarre lateral, mucho plástico duro y una atmósfera sosa. El Nissan resulta algo más acogedor, pero te termina poniendo de los nervios con tanto pitido y una posición de asiento algo incómoda.
Si ese tipo de cosas pueden ser decisivas a la hora de comprar un coche normal, en los eléctricos resultan algo secundario. Aquí lo que importa es la sensación de ir al volante del modelo de coche más moderno. En esta tesitura, el BMW saca pecho.
Sin embargo, en los próximos años seguirá siendo una rara avis. Todo debido a los problemas de infraestructura y autonomía, que son un obstáculo para moverse en el día a día. Los costes también: por casi 36.000 euros que cuesta euros, el i3 es un automóvil de lujo para gente con buen sueldo y cuenta corriente desahogada. Es una pena, ya que desde este papel de segundo coche, símbolo de estatus o lucimiento personal va a hacer muy poquito por el medio ambiente. El Zoe, que sale por la mitad con subvenciones, y el Leaf, que se encuentra a medio camino entre el Renault y el BMW, podrían ser meras apariciones espectrales por nuestras calles. Lo cierto es que, ahora mismo, están lejos de la meta autoimpuesta para 2016 de vender 1,5 millones de coches eléctricos entre Nissan y Renault.
Algunas revoluciones llevan su tiempo. La pantalla digital central tras el volante ofrece las informaciones más importantes, como la autonomía o la velocidad. A la derecha aparece una especie de leva para controlar el cambio, con el estilo típico de BMW. El botón 'Start-Stop' enciende y apaga el sistema de propulsión eléctrico