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365 días al año en ' TOPLESS'

Gafas de sol, una interminab­le carretera de curvas y el depósito lleno. No necesitas más para deleitarte con este ' roadster' de ensueño

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ES TERRIBLEME­NTE ANCHO

Y LA VISTA NO ES CAPAZ de abarcar todo el capó. Solo pensar en la cantidad de maniobras que voy a tener que hacer para sacar a esta bestia a la calle me pone de los nervios. Pero va a merecer la pena sin duda alguna. Para relajarme, doy al contacto y preparo el cronómetro: en 11 segundos la capota de lona desaparece de mi vista. Vuelvo a pulsar el botón de arranque y ahora sí me echo a temblar de verdad. Un sonido ronco lo inunda todo y me hace pensar que hasta el vecino del séptimo que está en la ducha se ha dado cuenta. Otra cosa no, pero AMG sabe como afinar bien los decibelios de sus motores. ¡Qué pasada!

Se me escapa una carcajada y me decido a salir para exprimir un biplaza que sorprende también por su enorme batalla (2.630 mm). Pero esto no es para tomárselo a broma: llevo bajo el capó 557 CV y una factura que con todos los extras se eleva por encima de los 200.000 euros. Así que piano, piano. Hay que ir cogiendo confianza con un bólido que, como bien se empeñan en recordar en Mercedes, ha nacido por y para los circuitos. De los diferentes modos que ofrece este AMG GT elijo el más conservado­r.co Al principio quiero disfrutarf­ru de una conducción tranquila y ppoder ir analizando qué ofrece. Por ejemplo,ej su postura al volante: es perfectape para todos aquellos que disfrutenf­ru de una posición baja, muy cerca del suelo, con el volante a la altura de los hombros y con unos asientos de piel y regulación eléctrica que te sujetan muy bien la espalda sin torturarla. De hecho, en estos primeros kilómetros el AMG GT se está comportand­o con una suavidad exquisita: es duro y la suspensión no

perdona ni un solo bache de la carretera, pero no se me hace una locura plantearme un viaje largo a lo

mos de este roadster, salvo por la factura en gasolina 98 (que a un verdadero cliente poco le puede importar,). Por cierto, los asientos están equipados con el conocido sistema Airscarf, que no es otra cosa que una especie de bufanda de aire que sopla sobre el cuello para que puedas conducir descapotad­o incluso en las épocas más frías del año. Es un extra, pero es algo muy recomendab­le.

El salpicader­o y la consola central son una acertada mezcla entre el clasicismo típico de Mercedes y una exquisita deportivid­ad. Nada que objetar salvo una cosa: la calidad general, aunque raya a una gran altura, está lejos de la perfección que uno le exige a este tipo de coches con un precio tan alto.

Me voy acercando a mi zona preferida de prue- bas y decido empezar a abrir el me

lón: paso del modo Comfort al Sport Plus a través del mando giratorio. Empieza lo bueno. La suspensión se vuelve más firme, la dirección más rápida, los cambios de marchas entran a la velocidad del rayo, el motor sube de decibelios y su respuesta es más instantáne­a. Ya estoy del todo preparado para despeinarm­e de verdad. >>

Avivo el ritmo. Por delante me queda lo mejor, con un chasis cuya guinda es un eje trasero direcciona­l que hace que este GT C Roadster gire todavía con mayor facilidad y eficacia. A eso súmale el diferencia­l electrónic­o trasero para que no haya pérdidas de tracción a la salida de las curvas y ya tendrás el cóctel perfecto para divertirte a lo grande.

Otra de las ventajas del GT C Roadster es que viene de serie con discos de freno carbocerám­icos, que son más grandes en el eje delantero: 390 mm en lugar de los 360 del GT Roadster básico. Las sensacione­s al volante se multiplica­n: da la sensación de que los tramos rectos no existen, porque enlazo curvas tan rápido que el volante no va recto en casi ningún momento. El eje delantero se inscribe en los giros con una inusitada facilidad y la palabra subviraje no se encuentra precisamen­te en el diccionari­o de este Mercedes (a no ser que tengas un severo exceso de optimismo...). Otra cosa es el eje trasero: vivo como él solo, es el encargado de asimilar los 557 CV y muchas veces se le acumula el trabajo, por lo que tendrás que ser cuidadoso con el pie derecho.

¡ Vaya homenaje que me estoy dando! En el modo Race (específico de esta versión), la electrónic­a todavía es menos intrusiva, pero la dejo para otra ocasión (circuito) porque las espantadas del eje trasero ya me están haciendo trabajar duro al volante. Decido parar y coger resuello. El AMG GT C Roadster es un deportivo con mayúsculas, pero con la gran ventaja de que se puede disfrutar con capota o sin ella (mucho más recomendab­le) los 365 días del año.

 ??  ?? Hay pocos placeres al volante más intensos que conducir al descubiert­o y con 557 CV bajo el capó. Las sensacione­s se multiplica­n...
Hay pocos placeres al volante más intensos que conducir al descubiert­o y con 557 CV bajo el capó. Las sensacione­s se multiplica­n...
 ??  ?? La estética del AMG GT C Roadster es espectacul­ar. Su conducción te eleva simplement­e al Olimpo de los deportivos más rápidos, con 316 km/h de punta
La estética del AMG GT C Roadster es espectacul­ar. Su conducción te eleva simplement­e al Olimpo de los deportivos más rápidos, con 316 km/h de punta
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hasta 60 km/h
En 11 segundos, la capota te deja a cielo descubiert­o, una operación que se puede realizar hasta 60 km/h

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