PRIMER CONTACTO: Alfa Romeo Stelvio QV, la versión más deportiva
Maridar las prestaciones de un italiano apasionado con la carrocería de un todocamino parecía del todo imposible... hasta que Alfa se puso a desarrollar este Stelvio. ¡ Gracias!
AUNQUE PUEDA PARECERTE MENTIRA, los políticos no son los únicos especialistas en decir una cosa y la contraria en la misma frase sin pestañear: ¿ habrías sido capaz de imaginar el aterrizaje en el mercado de un todocamino con aires de superdeportivo? Gracias a la aparentemente inacabable demanda del segmento se ha convertido en una realidad... que será capaz de convencer a los aficionados más petrolhead por mucho que estos se empeñen en resistirse. Sí, yo me incluyo dentro de ese grupo y sí, los malditos cimientos de mi existencia están tambaleándose tras haber probado el Quadrifoglio.
Antes de empezar a describirte las sensaciones que pude experimentar al colocarme tras su volante, déjame hacer un repaso a sus abrumadoras cifras: el Stelvio más salvaje de toda la gama está propulsado por un bloque V6 de 2,9 litros que, gracias a la acción de dos turbos, es capaz de erogar 510 CV y 600 Nm de par que, en condiciones normales, son enviados en su totalidad al tren posterior. ¿Qué significa eso? Que su delicioso sistema de tracción total sólo hace trabajar a las ruedas delanteras cuando las cosas empiezan a ponerse resbaladizas... o decides aplastar el pedal derecho sin miramientos para conseguir completar el 0-100 en los 3,8 segundos que promete la marca. Con una punta de 283 km/h. No, no es una errata. Los italianos se enorgullecen de haber creado el SUV más veloz de su segmento y han sabido dotarlo, además, de un comportamiento brutal a la altura de las circunstancias. ¿No te lo crees? Yo tampoco. Antes.
Para llevar a cabo este primer contacto con el Quadrifoglio Verde la marca eligió un paraje tan espectacular como contradictorio: la montaña de Jabal Jais que, alzándose en mitad del desierto de los Emiratos, ofrece a sus visitantes más de 30 kilómetros de curvas de todo tipo. Hay quien lo considera el Stelvio de Oriente. Yo, tras recorrerlo duran- te horas sin darle ninguna tregua al coche, considero que quiero un Stelvio. Como te habrás imaginado, su tacto es mucho más deportivo de lo que podrías esperar de él y, gracias a una suspensión y unos frenos deliciosos, sabe sacarle los colores a más de un deportivo con pedigrí. ¿Tiene sentido un SUV así? No. Pero el mundo sería algo peor sin él...