TEST: Audi RS 3 Sedán
Creo que me estoy haciendo viejo. Si hace unos cuantos años alguien me hubiera dicho que un Audi A3 iba a llegar a la cifra de los 400 CV, le hubiera tachado de loco. Pero me acabo de bajar del RS 3 Sedan y solo puedo decir una cosa: ¡ Bendita locura!
LOS CAMBIOS ESTÉTICOS DE LA ÚLTIMA ENTREGA del RS 3 no son nada del otro mundo: varían los faros ( un poco más afilados), la parrilla es más ancha y baja, luce unas nuevas estriberas y, en general, el conjunto ofrece una mirada un poco más agresiva... Pero la discreción es la tónica dominante en esta carrocería sedán. Lo lógico es pensar que si llevan haciéndolo así tantos años es por que los clientes lo demandan, aunque a mí me parece un poco soso. Yo pediría un poco más de picante, pero...
Por dentro, más de lo mismo: los soberbios ajustes y el uso de superficies mullidas no enmascaran un salpicadero que adolece de un toque más deportivo. Solo algunos detalles, como el color rojo de las costuras del volante, del pomo del cambio y de la tapicería te ponen en la pista de que estás ante una versión especial. También los pedales en aluminio o unos fantásticos asientos deportivos que recogen a la perfección tu espalda. Un vistazo rápido me hace sacar las primeras conclusiones: tengo a mi servicio el cambio de doble embrague S tronic con siete relaciones que promete transiciones fulgurantes. También el Audi Virtual Cockpit que me permite variar la información de la ins- trumentación a mi antojo con diferentes vistas. Y la pantalla del navegador, que también es de serie.
Pero lo más importante es lo que tengo bajo el capó. Allí me espera un motor de cinco cilindros turbo, un 2,5 litros del que se extraen nada más y nada menos que 400 CV y 480 Nm de par desde solo 1.700 vueltas. ¡ Whaaat! Sí. Nunca antes un A3 había albergado semejante fuerza en su interior. Y ahí no queda la cosa, porque gracias al uso de componentes de aluminio, adelgaza 26 kilos.
Un silbido estimulante
No me paro a pensarlo más. Arranco. Pulso el botón que ordena a los pistones entonar una deliciosa melodía que llega nítida a mis oídos. Sorprende ese sonido porque estamos hablando de un motor sobrealimentado, que siempre apaga más los decibelios del escape. Pongo la palanca en posición D. Piso a fondo y salgo catapultado hacia adelante. El RS 3 parece tímido en los primeros instantes, pero una vez que el turbo se pone a soplar a pleno pulmón a las 1.900 vueltas mi espalda se pega contra el respaldo de mi asiento y todo empieza a pasar muy deprisa. No hay nervios en ambos ejes. La capacidad de tracción del sistema quattro parece infinita sobre asfalto seco.
Tampoco en la dirección vas a notar tensiones. Lo realmente destacable en este RS 3 es que todo parece fluir con una sencillez asombrosa. Lo hace fácil y te lo pone fácil, tanto que sin darte cuenta estás circulando a velocidades prohibitivas y tu sensación desde el interior es la de estar en un concierto en el Auditorio de tu ciudad. Eso siempre que viajes en una autovía y en línea recta. Pero está claro que este cuatro puertas busca emociones de verdad y las curvas son el mejor escenario para demostrar la pasta de la que está hecho. Así que, no se hable más. Pongo rumbo hacia mi zona favorita que, otra cosa no, pero curvas tiene a mansalva.
Comportamiento brillante
Modifico con un botón el carácter de este RS 3. Elijo el modo Sport y activo el control de estabilidad menos restrictivo, sin desconectarlo del todo ( vamos a divertirnos, pero
Potencia con grandes dosis de confort. El Audi RS 3 lo tiene todo
siempre bajos unos mínimos de seguridad). Aunque este Audi se conduzca fácil, las velocidades que alcanza en pocos segundos es para tomárselo verdaderamente en serio. Con la palanca del cambio en el carril secuencial, voy subiendo y bajando marchas con las levas del volante. ¡ Empieza el baile!
La sensación cuando hundes el pie derecho es brutal. Casi da igual la marcha en la que circules. Siempre hay reserva de fuerza, siempre