SUPERTEST: Skoda Karoq, analizamos a fondo el SUV checo
Sin achantarse, alto y bien claro. El mensaje del Karoq a sus rivales no da lugar a dudas. Advierte: "¡Ojo que aquí estoy yo!". Y es que el SUV checo parece no arrugarse frente a su numerosa competencia
CARAS SONRIENTES Y UNA MIRADA DE ABSOLUTA autocomplacencia. Cuando les preguntas a los responsables de Skoda cómo ven su Karoq, a todos, sin excepción, se les dibuja en la cara un gesto de felicidad. Confían mucho en el sustituto del Yeti, un modelo que está llamado a pelear en la plaza más difícil de todas dentro del segmento SUV: la de los compactos. Reconozco que tenía ganas de probarlo, de conducirlo durante muchos kilómetros para hacerme una idea exacta de lo que ofrece este Karoq. Y así ha sido, así que no le doy más vueltas y entro directamente en faena.
El SUV checo llega al mercado un año después de que lo hiciera el Seat Ateca, modelo con el que comparte algo mucho más que plataforma. De hecho, uno de mis principales alicientes para esta prueba era ver las diferencias concretas entre el Karoq y el SUV español, que siempre me ha gustado. La pregunta es: ¿los últimos serán los primeros? Para empezar, el diseño se olvida de las líneas del Yeti, para adoptar un traje nuevo y más moderno, que le sienta de maravilla. Tiene un formato más lógico que el enorme Kodiaq, su hermano mayor de siete plazas, y eso convencerá a un mayor número de clientes.
El frontal me gusta: muy elegante y cargado de fuerza, con la incorporación de faros Full LED delante (de serie con este acabado Style) entra por los ojos. También la zaga resulta muy llamativa, gracias a su portón trasero abombado y, sobre todo, a sus extravagantes pilotos traseros