PRIMER CONTACTO eNiro El modelo que faltaba en Kia
Tras el híbrido y el PHEV, hemos probado la variante eléctrica del Kia Niro en plena boca del lobo (Madrid Central). Y ha salido más que viva...
EL ROCE HACE EL CARIÑO, Y ESO ES lo que me ha ocurrido con el Niro. Y es que como heavy user de car sharing, de un tiempo a esta parte utilizo bastante el Niro híbrido de Wible, la empresa de coche compartido de Repsol y Kia.
Ahora he podido ponerme a los mandos de la variante eléctrica pura, denominada e-Niro y que crece en dimensiones con respecto a las versiones híbrida e híbrida enchufable: es 25 mm más alto (hasta los 1.570 mm) y 20 mm más largo (hasta los 4.375 mm). Este crecimiento no se debe a que sea una nueva generación, sino al hecho de que para ubicar las baterías –en el suelo del vehículo, entre ambos ejes– era necesario elevar la carrocería sin que hubiera una merma en la habitabilidad interior. En cualquier caso, hay que ser un auténtico artista para notar ese crecimiento que, además, se traduce en un mayor maletero: 451 litros (41 litros que la variante híbrida y 127 litros más que la híbrida enchufable).
Lo que sí son más evidentes son las diferencias en el apartado estético, en especial la parrilla tiger-nose, que integra el punto de carga. Las tomas de aire rediseñadas y las nuevas luces diurnas LED con forma de flecha están combinadas con elementos destacados con color azul claro, que acentúan su diseño eléctrico exclusivo. Además, cuenta con llantas de 17'' y cinco radios, que acentúan su carácter moderno.
En el interior, la principal diferencia es el mando giratorio que sustituye a la palanca tradicional y funciona de manera similar a los pulsadores de su primo el Hyundai Kona EV.
Este último ya me dejó un buen sabor de boca en la primera toma de contacto, y lo cierto es que e-Niro no le anda a la zaga; al contrario, me ha gustado incluso más. La unidad de pruebas montaba el motor eléctrico de rango extendido con una autonomía de 455 km (289 km la variante estándar) y una potencia de 150 kW (204 CV), cuyas baterías se cargan en 42 minutos (carga rápida; 5 horas y 50 minutos en modo normal).
Antes de probarlo en carretera abierta, me metí en plena boca del lobo, Madrid Central, y lo cierto es que fue un gustazo poder moverse –a duras penas, porque estaba colapsado– sin miedo a multas.
Tras la parte urbana, comencé el recorrido de verdad, donde un eléctrico y su autonomía homologada se la juegan. Al igual que el Kona EV, el e-Niro cuenta con dos levas a los lados del volante con las que se controla el nivel de recuperación de energía, que depende de cuánto retenga el motor. En este sentido, y con el fin de intentar sacarle los colores, seleccioné el modo de conducción Eco+, que ajusta la velocidad máxima del vehículo y el consumo de energía de los sistemas para alcanzar la máxima eficiencia energética posible. Y con estos frenos hice un par de adelantamientos y los solventó con soltura y sin tener que recurrir a desactivar el modo Eco+.
Pero lo mejor fue el resultado tras un recorrido de casi 90 km y aire acondicionado activado: un consumo de 16 kWh/ 100 km, lo que se traducía en una autonomía de 313 kilómetros (habíamos partido con 411 km), es decir, sinceridad total.