PRIMER CONTACTO Opel Insignia Mirada más afilada y motores más eficientes
Ligero 'restyling' para un Opel Insignia que se mantiene como una de las berlinas más deportivas del mercado y ahora aumenta la eficiencia de sus motores
EL SEGMENTO DE LAS BERLINAS NO ESTÁ precisamente de moda, pero ha encontrado en las carrocerías familiares su tabla de salvación. Opel percibió bien la jugada y lanzó una variante Sport Tourer de diseño realmente atractivo, que ahora fila todavía más.
Ahora, se renueva con ligeros cambios estéticos que afectan fundamentalmente a la parte frontal. Allí se concentran las principales novedades, como una parrilla activa que ahora se abre o cierra para mejorar la aerodinámica y una luces diurnas que ahora se colocan en la parte baja del faro.
Además, los bajos están panelados para reducir la fricción y conseguir un cx de 0,25, el mejor entre la categoría de las berlinas.
Gracias a ello contribuye a una de las grandes ventajas de este restyling: mejorar eficiencia de los motores. Cuatro opciones mecánicas forman la gama del nuevo Insignia, dos diésel y dos gasolina. Los dos primeros son un 1.5 D de 122 CV y un 2.D de 177 CV (realmente son el mismo motor, solo que se le ha quitado un cilindro al primero para convertirse en un tricilíndrico que solo emite 99 g/ km de CO2). En el apartado gasolina, cuenta en esta primera fase de lanzamiento con un bloque 2.0T en dos potencias: 170 y 200 CV. Los diésel están disponibles con cambio automático de ocho velocidades o manual de seis, mientras los gasolina solo se ofertan con transmisión automática de nueve relaciones.
Para la primera prueba he elegido el motor 2.0D de 177 CV, que será el que más demanda acumule en el mercado. Asociado a la opción automática, desde el primero momento denota su naturaleza diésel con un nivel de rumorosidad superior al de sus rivales. Una vez en marcha, sus dos puntos fuertes son la aceleración y las recuperaciones. Aquí se
MI OPINIÓN DAVID LÓPEZ @davidautobild
Sucintos y acertados los cambios aplicados al Insignia en este ligero 'restyling'. Ahora, Opel ofrece una gama de motores más eficiente y más tecnología en un modelo que mantiene en el confort y la eficacia sus virtudes.
notan sus 380 Nm desde 1.500 revoluciones, un par máximo que le da una patada considerable y le permite mover sin problemas sus 1.600 kilos de peso.
También se mueve ágil entre curvas, con un chasis muy bien equilibrado y una dosis de eficacia que le permite negociar un viraje tras otro sin que apenas se sienta una longitud que roza los cinco metros. Guiado desde un volante muy vertical y con un centro de gravedad rebajado, este Opel es uno de los reyes del comportamiento en esta categoría.
Ese volante multifunción tiene buen tacto, como el resto de los materiales que conforman el salpicadero. Como ya pasó en la renovación de 2017, la consola central está limpia de esa profusión de botoncitos que protagonizaba el primer Insignia y ahora las funciones se agrupan en la enorme pantalla central táctil. Las plazas traseras son aptas para tres adultos (bueno el espacio para la cabeza) y el maletero parte de un volumen de 560 litros.
En tecnología, el Insignia ya estaba a un buen nivel, aunque ahora mejora ese apartado con un nuevo head up display que proyecta la información directamente al parabrisas y, sobre todo brilla (nunca mejor dicho) en iluminación. Porque cuenta de serie con faros Full LED para toda la gama y las versiones más altas ofrecen luces matriciales. Con unos precios que arrancan en 33.500 euros para la berlina de motor 1.5, el Sport Tourer tiene un sobre precio de 1.500 euros y este 2.0 D 177 CV se va hasta los 35.450 euros.