TEST Mercedes-AMG A 45 S
¿Y qué parece? ¿Que se va a comer la carretera? Pues sí, el Mercedes-AMG A 45 S es justo lo que hace
LA CARTA DE PRESENTACIÓN DE ESTE CLASE A 45 S es inigualable: bajo el capó tiene el motor de dos litros sobrealimentado más potente del mundo instalado en un coche de serie: 421 CV y 500 Nm de par.
De estética no te voy a hablar, porque ya lo puedes ver en las fotos. Bueno, un detalle, el alerón trasero solo lo puede llevar la versión S. Y otro: a bordo y respecto a un Clase A normal, incluye algunos aditamentos específicos AMG para dinamizar el interior.
Con este coche no puedo hacer una prueba normal, eso está claro. Por eso salgo de Madrid (con mi salvoconducto para poder hacerlo) y me encamino a una carretera de curvas de las que sé que tienen muy poco tráfico. Por el camino apago la radio. Y me deleito con su sonido, modulado por la mariposa de escape y por el AMG Real Performance Sound que cuenta con un sensor que detecta el sonido real del motor y la reproducen a través de los altavoces en el interior. Mis pulsaciones se aceleran. Justo cuando alcanzo esa carretera medio abandonada y puedo exprimir a gusto este Clase A de carreras.
A pesar de ser un compacto, me doy cuenta de que es un devoraGTI en toda regla. Pongo el modo Sport Plus y noto algo de subviraje, pero a los pocos metros me vengo arriba y giro un click más su mando giratorio en el volante para bloquear el modo Race. Y es entonces cuando sale a relucir la contundencia infinita de sus 421 CV… no hay en el mercado un compacto igual.
Además, este modo ajusta un reglaje con tendencia ligeramente sobreviradora. Y es que este coche lleva el sistema activo de tracción integral AMG Performance 4MATIC+ que se encarga de mandar la fuerza necesaria al eje trasero (hasta algo más del 50%) y ahí también la puede distribuir de forma completamente variable y hasta el 100% a una u otra rueda trasera mediante el AMG Torque Control. Esta función es la clave de una adherencia sin igual y un paso por curva realmente demoledor.
El ESP tolera un mayor ángulo de deriva antes de intervenir y lo hace de forma suave. Por eso, el paso por curva es brutal, con un aplomo y una adherencia que desafían toda lógica. Igual que el empuje de este motor, que parece no tener fin.
El rápido cambio automático de 8 velocidades es toda una gozada (por supuesto, con levas tras el volante), y si en el modo Sport Plus en ocasiones sube de marcha demasiado pronto y reduce algo tarde, con el modo Race parece leerte la mente y aguantar la relación hasta justo cuando lo harías tú: pasadas las 7.000 rpm.
Y como colofón también dispone de un Drift Mode, solo para derrapar. En el modo Race pulsas ambas levas del cambio, para después confirmarlo con la leva de la derecha. Desactivas el ESP, seleccionas el modo manual del cambio y... a jugar. Eso sí, por casi 80.000 euros. Juegos de mayores.
MI OPINIÓN ALFREDO RUEDA @AlfredoAutoBild
No es el hecho de la infinita contundencia de su motor, sino de cómo la electrónica puede mantener todo bajo control si tú quieres, claro. Todo en él es brutal, comenzando por su sonido, su aceleración, sus recuperaciones, sus frenadas, etc. Hasta el interior parece el de una nave espacial... de carreras.