PRIMER CONTACTO Audi e-tron Sportback: un nuevo eléctrico de Ingolstadt
Tras la aparición del e-Tron, ahora llega el Audi e-Tron Sportback para añadir músculo a los eléctricos
SE PODRÍA DECIR QUE EL MUNDO DE LOS eléctricos empezó para Audi hace dos años. Sí, es cierto que ya tenían modelos híbridos e híbridos enchufables, pero hace más de dos años cuando se presentó el Audi e-Tron, el primer coche puramente eléctrico de la marca (basado en la plataforma MLB Evo) que demostró ser algo más que un brindis al sol: un modelo muy serio que venía a ponerle las cosas complicadas al Mercedes EQC o al Jaguar iPace, por ejemplo.
Y ya con el mercado de los eléctricos más afianzado (este año ha crecido de manera importante), y en especial el de los SUV, le ha llegado el turno al segundo modelo de los cuatro aros en utilizar únicamente electricidad para moverse. Se trata de la versión Sportback, es decir, la variante coupé de la carrocería SUV, por mucho que le duela el cerebro a más de uno al escuchar esto. Pero el mercado manda. Y es soberano: es, sencillamente, lo que los compradores aparentemente demandamos.
Más allá de eso, el Audi e-Tron Sportback tiene una línea que es apenas un poco más baja que la de la versión normal (apenas 13 mm), pero la acentuada caída del pilar D le hace parecer mucho más bajo y dinámico. Y precisamente de dinámica es de lo que más voy a hablar, lo que me sorprende, teniendo en cuenta que el modelo que me ha dejado con la boca abierta es una mole de casi cinco metros y 2.550 kilos de peso.
Estoy al volante de la variante 55. Es decir, la más potente de la gama, ya que existe el 50 con 313 CV. Volviendo al 55, con sus 408 CV y 660 Nm en modo S y al pisar a fondo (si no, 360 y 561, respectivamente), no estoy ante un coche precisamente lento. Tampoco diría que se desata una tormenta de furia y truenos cuando hundes el pedal del acelera
dor: en su lugar sientes un empuje poderoso, lo que es llamativo porque no escuchas nada salvo el ligero silbido del motor eléctrico. Los nuevos tiempos. Lo alimenta una batería de 95 kWh que está ubicada entre los dos ejes. Le confiere un centro de gravedad muy bajo, lo que le permite ser ágil entre curvas. Claro, ágil para una mole de 2,5 toneladas. Pero el reparto de peso cercano al 50% en cada eje y la tracción quattro (en circunstancias normales la fuerza va a las ruedas traseras) me ayuda bastante a enlazar curva tras curva a un ritmo que probablemente a los compradores de estos vehículos no les interese lo más mínimo.
Porque en realidad se trata de un coche para conducir con suavidad, sacando provecho de una autonomía de 460 km y de un confort de marcha equiparable al que puedes tener en todo un Q7, por ejemplo.
Además, con un interior de más que alta calidad y unos acabados acordes, disfrutar durante kilómetros y kilómetros sin cansarse, será coser y cantar.