“La movilidad es un derecho, no un privilegio”
AFAVOR , SÍ, PERO CON MUCHOS MATICES. Ante todo quiero dejar claro que me parece injusto desde todos los puntos de vista tener que pagar varias veces más por un bien público que ha sido construido con los impuestos de aquellos que los pagamos religiosamente todos los meses.
Ahora bien, una cosa es la injusticia, y otra muy diferente es ser ciego ante la realidad. Y en este caso la realidad de las red de carreteras del Estado es que necesita un mantenimiento, y eso cuesta dinero, mucho dinero. Haciendo un paralelismo con el transporte público, la adquisición de los autobuses y los vagones de trenes suburbanos o metropolitanos han sido financiadas con nuestros impuestos, y aun así, cada vez que utilizamos el metro, el autobús o el tranvía hay que pagar un billete. Alguno me argumentará con razón que hay en el caso de las carreteras el vehículo y quien lo conduce corre de cuenta del contribuyente, mientras que en el transporte público hay que pagar al maquinista o conductor de autobús. Aun así, cuando en un futuro esos trenes de metro circulen de forma autónoma –bueno, aunque en ciertos municipios de España, como Barcelona, por ejemplo, ya existe actualmente– también habrá que pagar por el billete. Sea como fuere, los impuestos y tasas que ya pagamos –y que no son pocos– los conductores no son suficiente para sufragar el mantenimiento de la red de carreteras del Estado.
La propuesta-globo sonda del Gobierno conformado por PSOE y Unidas Podemos parece que se ha desinf lado como un suf lé tras el revuelo causado. Pero no nos engañemos: volverá, por lo que aprovechemos para proponer alternativas. Echo un vistazo a los países de nuestro entorno y veo que en Portugal o Francia está más que normalizado el tener que pagar por utilizar una
“La red necesita un mantenimiento y eso cuesta dinero”
Eso sí: exigiría una auditoría anual para confirmar que esa tasa de uso de la red de carreteras públicas se utiliza para el fin que ha sido creado”
autopista pública. Son otras circunstancias, lo sé. Ahora bien, mis matices con respecto a pagar por una vía pública van en el sentido de que quienes deberían pagar son los camiones, que son precisamente los grandes responsables del deterioro de las vías. Son miles los camiones que cruzan nuestras carreteras, muchos de ellos extranjeros y disfrutan –y deterioran– un bien público que hemos pagado con nuestros impuestos. ¿Que no es suficiente? Pues hagamos como Suiza, que tiene implementado desde hace años la pegatina que por un pago anual te permite usar las vías sin restricciones. Adaptemos en el peor de los casos esa viñeta a la idiosincrasia española y quizá resolvamos la papeleta del mantenimiento de las vías públicas.
Ahora, eso sí: exigiría una auditoría anual para confirmar que esa tasa de uso de la red pública se utiliza para el fin que ha sido creado. No como ocurre con otros impuestos...
LA MOVILIDAD DEBERÍA PROTEGERSE como un derecho fundamental y no ser tratada casi siempre como un privilegio al que, al final, sólo puedan acceder los más pudientes. Si no, volveremos a los tiempos en los que la libertad que otorga disponer realmente de un coche era cosa de ricos, un lujo que incluso tenía en España su propio impuesto (llamado precisamente así, de lujo) hasta la década de los 70.
Hablando del tema tributario y de vehículos en propiedad, ya se paga mucho de lo primero por estar en posesión de lo segundo, y no me refiero sólo a las responsabilidades fiscales generales de cada contribuyente, sino a aspectos mucho más concretos por conducir un vehículo particular: impuestos de matriculación –del que este año se escapan menos modelos por superar en emisiones los 120 g/km con el nuevo protocolo WLTP–, de circulación, de hidrocarburos al repostar, 21% de IVA en todo lo que suponga el mantenimiento... Y de eso también se benefician las arcas públicas. ¿O no?
El pago por uso es un modelo que queda muy cool, muy fresco, muy joven, muy urbanita (para grandes ciudades muy bien comunicadas y repletas de alternativas de movilidad en las que para muchos no sale rentable tener vehículo propio). Pero hay mucha España entre Madrid, Barcelona –y otras grandes capitales–; se da una gran gentrificación que ha obligado a muchos a vivir a decenas de kilómetros de estos núcleos urbanos –a los que tienen que seguir acudiendo a diario por su trabajo–; hay mucha gente que vive en provincias, en entornos rurales más remotos, en sitios sin alternativas de transporte público...
Estos globos sonda ya los vimos con el PP, y volverán hasta que no se aborde el tema de verdad. Siéntense ya y no creen más incertidumbre”
Encarecer los desplazamientos a
bulto mediante peajes, sin distinguir siquiera entre los de ocio o los laborales, es atacar la ya maltrecha línea de flotación de muchas familias cuyas vidas dependen de sus desplazamientos; los transportistas –incluso los nacionales– sufrirían un encarecimiento del kilometraje que acabaría repercutiendo en los consumidores; la seguridad vial se resentiría al aumentar el tráfico por vías alternativas... Y haría aún menos rentable tener un automóvil –propio, alquilado, de renting...– en un momento en el que el sector (que sigue siendo responsable de casi el 10% del PIB nacional), continúa acusando una caída en las matriculaciones sin precedentes por la Covid.
Estos globos sonda de este Ejecutivo sobre el aumento de vías de peaje ya los vivimos hace años con los gobiernos del PP. Y volverán periódicamente de cualquier otro color, porque las vías públicas hay que mantenerlas, se dieron demasiadas concesiones a vías de pago que ahora se han rescatado ante su falta de rentabilidad y nunca nadie se ha atrevido a abordar de verdad el espinoso e impopular asunto de la financiación de nuestras carreteras. Siéntense a hablar de una vez, pero no generen más incertidumbre.