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“La movilidad es un derecho, no un privilegio”

- MI OPINIÓN GABRIEL JIMÉNEZ @GabilondoJ­C RODRIGO FERSAINZ @rfersainz

AFAVOR , SÍ, PERO CON MUCHOS MATICES. Ante todo quiero dejar claro que me parece injusto desde todos los puntos de vista tener que pagar varias veces más por un bien público que ha sido construido con los impuestos de aquellos que los pagamos religiosam­ente todos los meses.

Ahora bien, una cosa es la injusticia, y otra muy diferente es ser ciego ante la realidad. Y en este caso la realidad de las red de carreteras del Estado es que necesita un mantenimie­nto, y eso cuesta dinero, mucho dinero. Haciendo un paralelism­o con el transporte público, la adquisició­n de los autobuses y los vagones de trenes suburbanos o metropolit­anos han sido financiada­s con nuestros impuestos, y aun así, cada vez que utilizamos el metro, el autobús o el tranvía hay que pagar un billete. Alguno me argumentar­á con razón que hay en el caso de las carreteras el vehículo y quien lo conduce corre de cuenta del contribuye­nte, mientras que en el transporte público hay que pagar al maquinista o conductor de autobús. Aun así, cuando en un futuro esos trenes de metro circulen de forma autónoma –bueno, aunque en ciertos municipios de España, como Barcelona, por ejemplo, ya existe actualment­e– también habrá que pagar por el billete. Sea como fuere, los impuestos y tasas que ya pagamos –y que no son pocos– los conductore­s no son suficiente para sufragar el mantenimie­nto de la red de carreteras del Estado.

La propuesta-globo sonda del Gobierno conformado por PSOE y Unidas Podemos parece que se ha desinf lado como un suf lé tras el revuelo causado. Pero no nos engañemos: volverá, por lo que aprovechem­os para proponer alternativ­as. Echo un vistazo a los países de nuestro entorno y veo que en Portugal o Francia está más que normalizad­o el tener que pagar por utilizar una

“La red necesita un mantenimie­nto y eso cuesta dinero”

Eso sí: exigiría una auditoría anual para confirmar que esa tasa de uso de la red de carreteras públicas se utiliza para el fin que ha sido creado”

autopista pública. Son otras circunstan­cias, lo sé. Ahora bien, mis matices con respecto a pagar por una vía pública van en el sentido de que quienes deberían pagar son los camiones, que son precisamen­te los grandes responsabl­es del deterioro de las vías. Son miles los camiones que cruzan nuestras carreteras, muchos de ellos extranjero­s y disfrutan –y deterioran– un bien público que hemos pagado con nuestros impuestos. ¿Que no es suficiente? Pues hagamos como Suiza, que tiene implementa­do desde hace años la pegatina que por un pago anual te permite usar las vías sin restriccio­nes. Adaptemos en el peor de los casos esa viñeta a la idiosincra­sia española y quizá resolvamos la papeleta del mantenimie­nto de las vías públicas.

Ahora, eso sí: exigiría una auditoría anual para confirmar que esa tasa de uso de la red pública se utiliza para el fin que ha sido creado. No como ocurre con otros impuestos...

LA MOVILIDAD DEBERÍA PROTEGERSE como un derecho fundamenta­l y no ser tratada casi siempre como un privilegio al que, al final, sólo puedan acceder los más pudientes. Si no, volveremos a los tiempos en los que la libertad que otorga disponer realmente de un coche era cosa de ricos, un lujo que incluso tenía en España su propio impuesto (llamado precisamen­te así, de lujo) hasta la década de los 70.

Hablando del tema tributario y de vehículos en propiedad, ya se paga mucho de lo primero por estar en posesión de lo segundo, y no me refiero sólo a las responsabi­lidades fiscales generales de cada contribuye­nte, sino a aspectos mucho más concretos por conducir un vehículo particular: impuestos de matriculac­ión –del que este año se escapan menos modelos por superar en emisiones los 120 g/km con el nuevo protocolo WLTP–, de circulació­n, de hidrocarbu­ros al repostar, 21% de IVA en todo lo que suponga el mantenimie­nto... Y de eso también se benefician las arcas públicas. ¿O no?

El pago por uso es un modelo que queda muy cool, muy fresco, muy joven, muy urbanita (para grandes ciudades muy bien comunicada­s y repletas de alternativ­as de movilidad en las que para muchos no sale rentable tener vehículo propio). Pero hay mucha España entre Madrid, Barcelona –y otras grandes capitales–; se da una gran gentrifica­ción que ha obligado a muchos a vivir a decenas de kilómetros de estos núcleos urbanos –a los que tienen que seguir acudiendo a diario por su trabajo–; hay mucha gente que vive en provincias, en entornos rurales más remotos, en sitios sin alternativ­as de transporte público...

Estos globos sonda ya los vimos con el PP, y volverán hasta que no se aborde el tema de verdad. Siéntense ya y no creen más incertidum­bre”

Encarecer los desplazami­entos a

bulto mediante peajes, sin distinguir siquiera entre los de ocio o los laborales, es atacar la ya maltrecha línea de flotación de muchas familias cuyas vidas dependen de sus desplazami­entos; los transporti­stas –incluso los nacionales– sufrirían un encarecimi­ento del kilometraj­e que acabaría repercutie­ndo en los consumidor­es; la seguridad vial se resentiría al aumentar el tráfico por vías alternativ­as... Y haría aún menos rentable tener un automóvil –propio, alquilado, de renting...– en un momento en el que el sector (que sigue siendo responsabl­e de casi el 10% del PIB nacional), continúa acusando una caída en las matriculac­iones sin precedente­s por la Covid.

Estos globos sonda de este Ejecutivo sobre el aumento de vías de peaje ya los vivimos hace años con los gobiernos del PP. Y volverán periódicam­ente de cualquier otro color, porque las vías públicas hay que mantenerla­s, se dieron demasiadas concesione­s a vías de pago que ahora se han rescatado ante su falta de rentabilid­ad y nunca nadie se ha atrevido a abordar de verdad el espinoso e impopular asunto de la financiaci­ón de nuestras carreteras. Siéntense a hablar de una vez, pero no generen más incertidum­bre.

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