PANDEMIA, ESCASEZ DE CHIPS, LA GUERRA... ¿QUÉ ES LO PRÓXIMO?
RECAPITULEMOS, Y POR NO ECHAR LA VISTA DEMASIADO ATRÁS: desde 2019, un ejercicio en el que se empezaban a notar los efectos de la presión hacia la compra de vehículos eléctricos, el sector del automóvil no levanta cabeza.
En 2020 fue la pandemia –de la que aún no hemos salido–; 2021 fue el año en que descubrimos lo mal que nos hemos planificado en Europa durante años y cómo los ahorros cortoplacistas nos han llevado a un escenario de dependencia y vulnerabilidad con la crisis de escasez de semiconductores –que aún persiste–; y en 2022 como éramos pocos, parió la abuela, y las ambiciones de un sátrapa con intenciones de poner patas arriba el orden mundial nos ha llevado a echar al fuego más gasolina. Una gasolina que, como consecuencia de la invasión de Ucrania, está llevándonos al desastre. Y otra derivada de la ambición bélica de Putin: el precio del megawatio está por las nubes... ¿Me he olvidado de algo? Creo que no, pero ando a la espera de que caiga un meteorito o que los alienígenas nos invadan...
Sea como fuere, estoy convencido de que saldremos de esta(s) tarde o temprano, porque si algo ha demostrado la industria del automóvil es que a resiliencia –la palabra de moda– no hay quien le gane.
Aun así, si los políticos pusieran de su parte, quizá todo fuera más fácil. Por poner un ejemplo: al cierre de esta edición un servidor aún anda esperando un decretazo de los que tanto le gustan al Gobierno para rebajar la tremenda carga impositiva de los combustibles. Quien espera, desespera...
Si los políticos pusieran de su parte, quizá todo fuera más fácil”