“Hoy por hoy, no soy nada partidario de su uso en ciudad”
COMO TODO EN ESTA VIDA, NO EXISTE EL BLANCO o el negro, sino que hay grises. Sin embargo, pienso que en este tema, ese gris tiende hacia uno de los extremos... aunque reconozco que en el fondo todo lo que sean inventos de este tipo me gustan. Pero también es cierto que hoy por hoy, tal y como están las cosas, no soy nada partidario de los patinetes eléctricos en ciudad. Al menos, en una ciudad mediana o grande y sin duda fuera de un carril bici debidamente separado.
Para empezar, porque suponen un verdadero problema para la circulación. Ya no entro en las leyes, que entiendo que todo el que tenga uno conoce y respeta. Pienso sobre todo en cuando tiene que moverse por la calzada obligatoriamente (si no existe ese carril bici), y no puede superar los 25 km/h. Eso ya de por sí es incompatible con el ritmo urbano, y más tal y como se han planeado esos carriles compartidos (en mi opinión, una peligrosa chapuza): seguro que si has conducido detrás de uno de estos, la reducida velocidad te exaspera, pero más allá de eso genera atasco y situaciones peligrosas para el propio conductor del patinete: por la izquierda te adelanta una furgoneta y por la derecha un autobús a más del doble de la velocidad que llevas.
Pero más allá de que piense en situaciones como Madrid capital, que es la zona urbana que mejor conozco, creo que también ocurre lo
Durante un tiempo me estuve moviendo con uno y sentía inestabilidad elevada, con un manillar estrecho que hace difícil su control y sin estabilidad ni calidad”
mismo donde vivo, en una localidad a las afueras donde el día a día es poco compatible con el andar en según qué circunstancias: aunque el tráfico rodado no es igual, se generan situaciones de riesgo. Por ejemplo, a la hora de entrar en una rotonda (donde vivo florecen como margaritas en primavera) cuando llega la hora de frenar: con unas ruedecillas tan pequeñas, es fácil bloquearlas, como he visto ya en un par de ocasiones. También alucino cuando arrancan cuesta arriba: ¡si hay que ayudarles para que cojan velocidad!
Y luego está la propia dinámica. A pesar de todo lo que pienso, durante un tiempo me estuve moviendo con un aparato de estos por mi localidad, aunque también es cierto que jamás tuve que salir de un carril bici debidamente macado y separado de la circulación. Y aunque nunca tuve ningún problema, sí que sentía una inestabilidad elevada, especialmente ante algunos baches, con un manillar estrecho que hacía complicado su control y eso, las ruedecillas que no aportan nada parecido a calidad de rodadura.
Pero también está clara una cosa, como dice Enrique en la página anterior: nos guste o no, tenemos que caber todos, así que respeto máximo...