ATASCOS: PIDAMOS LO IMPOSIBLE
Pedir lo imposible' era la consigna más vitoreada en las protestas de mayo del 68 en Francia. Y si los automovilistas pidieran su deseo más difícil de cumplir, muchos de ellos responderían: ¡Que no haya atascos! Sobre todo en las ciudades. [...]
Dejando a un lado el tiempo perdido, el coste económico del mismo, el daño generado al medioambiente y el desgaste del vehículo -provocado por las continuas arrancadas y frenadas-; en los atascos, las personas se ven sometidas a un nivel de estrés elevado, muchas veces antes de empezar su jornada laboral, lo que aumenta su enfado y mal humor.
En las ciudades, muchas veces las aglomeraciones se generan cuando un cruce o una glorieta no puede dar salida a los vehículos que entran en esa intersección; de forma que estos se quedan entorpeciendo el paso de otros automóviles. [...] En estas circunstancias, lógicamente todos -que ya vamos estresadosqueremos llegar cuanto antes a nuestro destino, sin embargo, y en la mayoría de ocasiones nuestro egoísta comportamiento agrava los atascos. Y es que todos queremos pasar los primeros. ¿Y los demás? Que esperen. [...] Sin embargo, y si no entráramos en un cruce si no estuviéramos seguros de poder salir sin obstaculizar a los demás, el tráfico sería más fluido.
Me temo que pedir civismo en situaciones extremas es utópico. Por eso, entiendo que debería existir un protocolo municipal -quizá un sistema automáticopara estos casos. La prioridad en ellos debería ser dar salida a los vehículos 'atascados', por lo que los semáforos que regulan el acceso a esta intersección deberían ponerse automáticamente en rojo -incluso, para señalar esta circunstancia concreta y que ningún conductor se los saltara, podrían ponerse en un rojo intermitente-. Y una vez normalizado el flujo en el cruce o glorieta, se podría restablecer el normal funcionamiento de los semáforos. Parece un sueño, ¿verdad? Pues en nuestras manos está hacerlo realidad.