La opinión del experto
● CARLOS LLUCH, DIRECTOR TÉCNICO DE LLUCH&JUELICH
Un desafío importante en la conducción autónoma supone establecer con precisión quién sería el responsable en caso de producirse un fallo o negligencia que desemboque en un accidente. ¿Debería serlo el fabricante del vehículo?, ¿el de la tecnología de conducción autónoma aplicada en ese coche?, ¿el suministrador de los mapas por los que se guía esta tecnología?...
A falta de más casos que pudieran generar jurisprudencia, todo parece indicar que esta responsabilidad se dirimiría en función de los acuerdos y contratos que firmaran los fabricantes de vehículos y los servicios de conducción autónoma -como Uber- en previsión de cualquier siniestro.
El estudio de la consultora Accenture ‘El seguro de los vehículos autónomos, oportunidades hasta 2025’ ratifica esta idea al indicar que, “a medida que los vehículos autónomos desplacen la responsabilidad del conductor a otra por parte del automóvil, los mayores tomadores de seguros pasarán a ser los proveedores de los sistemas de conducción autónoma, los gigantes tecnológicos...”.