¿Cuándo ‘carga las pilas’ un híbrido?
■ LA MAYOR PARTE de la energía que va a parar a las baterías de un híbrido se obtiene durante las frenadas. En un coche convencional, al frenar, la energía cinética se convierte en calor en los frenos. En un híbrido, parte de la frenada la realiza el motor eléctrico funcionando como generador, de manera que puede recuperarse una fracción de esa energía liberada por el combustible para acelerar el vehículo. Hablamos, en el mejor de los casos, del 30% de la energía mecánica total invertida en mover el coche; el resto se pierde en forma de fricción mecánica, rozamiento de los neumáticos y resistencia aerodinámica, y ya no se puede recuperar jamás.
La segunda forma de cargar las baterías es hacer funcionar al motor térmico cerca de su punto de funcionamiento ideal -en el que produce la máxima energía con el mínimo consumo- y emplear parte esa energía para mover al coche mientras que el resto se invierte en cargar las baterías. Por ejemplo, un motor de gasolina es muy ineficiente cuando se acelera poco, y un híbrido es capaz de hacerlo funcionar ‘a mayor carga’ -abriendo más el acelerador-, generando una energía extra con un ‘coste’ -en términos de consumo- bajo que se emplea para cargar la batería. Es decir, ya que no nos queda otro remedio que arrancar el motor para mover al coche, procuramos que funcione ‘feliz’ -gastando pocoy aprovechamos la energía extra producida para cargar la batería.
La recuperación de energía durante la frenadas es terriblemente efectiva, aunque requiere conducir con suavidad, anticipándose al tráfico para detenerse sin tener que frenar demasiado -dejando de acelerar y pisando de forma leve el freno-, para que el motor eléctrico puede encargarse de la mayor parte del proceso de deceleración. La reducción del consumo haciendo funcionar al motor térmico en su punto óptimo es mucho menos relevante y, como veremos a continuación, varía mucho en función del tipo de híbrido del que se trate.