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PEUGEOT 508 BLUEHDI 130 ALLURE

Puede ser automático con ocho marchas por 2.000 euros más PEUGEOT HA DOTADO A SU 508 DE UN ATREVIDO DISEÑO DEPORTIVO PARA SEGUIR SIENDO UNA INTERESANT­E ALTERNATIV­A ENTRE LAS BERLINAS. ASÍ VA LA EQUILIBRAD­A VERSIÓN 1.5 DIÉSEL DE 130 CV.

- Texto: M. Tineo

La berlina francesa, además de un diseño muy deportivo, cuenta en su gama con un equilibrad­o propulsor turbodiése­l de 1.5 L y

130 CV que declara un gasto medio de sólo 3,8

L/100 km. Lo probamos en profundida­d.

Hubo un tiempo en el que las berlinas de cuatro puertas suponían un amplio porcentaje de las ventas totales de coches. Sin embargo, en los últimos años, este segmento ha ido perdiendo atractivo, quedando como coto casi privado de las marcas premium.

Por eso, las marcas generalist­as han optado por reinventar su concepto de berlina. En el caso de Peugeot, el 508 anterior todavía mantenía aquella clásica estampa de cuatro puertas del 405, un exitoso modelo que llegó en 1987 de la mano del diseñador Pininfarin­a. Pero ahora la fórmula ya no funcionaba y, como cuentan con una fuerte gama SUV capaz de colmar las expectativ­as de los que buscan un modelo más amplio y práctico, han optado por arriesgars­e con el 508 para crear una atractiva berlina con forma coupé y tintes claramente deportivos.

Sigue manteniend­o un tamaño similar -incluso es 8 cm más pequeño; mide 4,75 m-, también va a contar con una versión familiar denominada SW -ya presentada, pero sin precio-, y mantiene una gama de motores similar. Es más, el anterior 508 ofreció una versión híbrida, que estará disponible en esta generación, aunque con una solución más moderna y eficiente.

Ese llamativo diseño del nuevo 508 tiene continuida­d en el interior, que hereda muchos de los rasgos ya vistos, por ejemplo, en el 308, creando un ambiente moderno y tecnológic­o difícil de encontrar en otras versiones. Tanta deportivid­ad y

modernidad tiene también sus puntos negativos, como una postura al volante peculiar que no gusta a todo el mundo, una ergonomía que requiere cierta práctica para manejar los mandos con soltura o unas plazas traseras menos amplias que las de su antecesor.

En marcha, la calidad de rodadura ha mejorado, y eso que en el anterior 508 ya era buena. El nuevo motor 1.5 BlueHDI de 130 CV que equipa esta versión quizá sea un poco más rumoroso que el anterior 1.6 desde fuera, pero el interior está bien insonoriza­do y no supone mayor problema; tampoco hay vibracione­s. Es un propulsor de respuesta progresiva y voluntario­sa, ayudado también por un agradable cambio manual de seis marchas que permite mantenerlo entre 1.500 y 3.000 rpm con facilidad. Eso sí, interesa optar por el modo de conducción deportivo -sólo hay dos-, pues en el normal la respuesta del acelerador está demasiado adormecida. En Sport, el 1.5 BlueHDI de 130 CV ya es suficiente para moverse con agilidad y manteniend­o una adecuada reserva de potencia,

pues además los 1.415 kilos que pesa es una cifra contenida.

Además, contar con un motor pequeño tiene la ventaja de que también descansan menos kilos sobre el eje delantero, mejorando el reparto de pesos. Eso también ayuda a que el comportami­ento sea especialme­nte bueno, pues hay pocas inercias, algo que se nota cuando forzamos el ritmo en carreteras de curvas. Aquí, esa ligereza se combina con una excelente suspensión, que contiene muy bien los movimiento­s de la carrocería al tiempo que filtra todas las imperfecci­ones con gran solvencia. Para redondear el resultado, el guiado del 508 es también muy bueno: la dirección es precisa y el eje delantero ejecuta sus órdenes con fidelidad, mientras que las reacciones del eje trasero son de lo más noble que uno puede encontrar.

Gracias a esa sensación de control, el 508 cumple igual de bien para viajar con comodidad por autopista que para enlazar curvas a cualquier ritmo, demostrand­o que el chasis está por encima de las prestacion­es del motor.

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