LOS FABRICANTES PAGARÁN SUS EXCESOS DE CO2
UNA VEZ TERMINADO EL AÑO 2020, LLEGA EL MOMENTO DE HACER EL BALANCE DE LAS EMISIONES CO2 MEDIAS DE DE CADA FABRICANTE, DE CARA A CALCULAR EL IMPORTE DE LAS TEMIBLES MULTAS QUE PODRÍAN TENER QUE PAGAR A LA UNIÓN EUROPEA.
Las reglas del juego estaban claras: aquellos grandes fabricantes que excedieran el límite de los 95 gramos de CO2 por kilómetro tendrían que pagar
95 euros por cada gramo excedido y unidad vendida en Europa. Con las cifras de ventas de 2019 en la mano, el panorama era dantesco: consultoras como Jato pronosticaban que el importe total de las multas podría rondar los
34.000 millones de euros. A principios de 2020, todos los fabricantes estrenaron una agresiva política de electrificación en las gamas de la mayor parte de sus modelos, así como de lanzamiento de nuevos modelos eléctricos. El objetivo estaba claro: necesitaban vender más o menos un 6 % de estos modelos de Ultra Bajas Emisiones (cuyas ventas, en 2020, contaban doble de cara al cálculo de la media) para compensar los excesos de sus modelos más gastones. Menos Toyota, claro, que siempre ha contemplado el objetivo de los 95 gramos con absoluta tranquilidad.
Entonces, vino la pandemia, acompañada de un duro revés a las ventas y a las cifras de beneficios de todos los fabricantes. Los fabricantes trataron de aprovechar ese contexto para pedir alguna clase de moratoria a la Unión Europea... pero fue infructuoso: en Bruselas, en lugar de aliviar la presión, vieron la pandemia (y los paquetes de estímulo económico asociados) como una buena oportunidad para pisar el acelerador en lo que llaman el Green Deal, cuyo objetivo (casi obsesión) es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Ahora que ha terminado 2020, llega el momento de recapitular y echar cuentas. Aún no tenemos cifras de ventas definitivas y oficiales (los estados tienen hasta marzo para proporcionárselas a la UE), pero sí contamos con algunas estimaciones y la versión oficial de algunas marcas. Y el panorama no parece tan malo: tal como era de esperar, la mayoría ha pisado el acelerador en la cantidad justa como para cumplir con el criterio de los 95 gramos... o quedarse a las puertas del objetivo. Y eso es bueno porque, en última instancia, los destinados a pagar esas multas éramos los clientes.