BMW 128 ti
● 1.998 cm3 ● 265 CV ● 400 Nm ● 45.438 € ● 0-100 km/h: 6,1 seg.
MANO A MANO EL 128TI ES LA VERSIÓN DEPORTIVA DEL SERIE 1 CON LA QUE BMW QUIERE APUNTAR DIRECTAMENTE AL VW GOLF GTI. ¿TIENEN MOTIVOS EN WOLFSBURGO PARA ESTAR PREOCUPADOS?
Todos sabemos que el VW Golf GTI es el compacto deportivo más mítico de todos los tiempos. Y, también, el que más éxito de ventas ha conseguido. Por eso, es normal que todas las marcas, desde siempre, hayan intentado sacar un rival directo del modelo de Wolfsburgo.
En el caso de BMW, la deportividad de todos sus modelos hizo que, desde la aparición del Serie 3 Compact primero y del Serie 1 después, siempre ofreciese un compacto deportivo, pero su condición de tracción trasera y su afán por los motores atmosféricos hacía que su alternativa al GTI fuese diferente.
Ahora, aprovechando que el Serie 1 ha abandonado definitivamente la propulsión trasera en favor de la tracción delantera, han decidido recuperar las siglas TI para desarrollar este 128ti, un coche que, ahora sí, replica la fórmula del Golf punto por punto.
El rojo anaranjado le delata
Eso sí, en BMW han optado por añadir algunas dosis extra de deportividad que conviene destacar. Por ejemplo, si nos fijamos en el exterior, el 128ti podría casi pasar por un Serie 1 normal con pack M. Como sus hermanos de gama, el ‘veintiocho’ sólo se vende con una carrocería de cinco puertas y 4,31 metros de largo, y las principales diferencias están en los detalles en rojo anaranjado que rematan las esquinas de los paragolpes deportivos, las dos salidas de escape, la parrilla en negro brillante o las llantas de 18 pulgadas, además de los remates en rojo de los faldones laterales con el logo TI justo delante de las ruedas traseras.
En el interior, ocurre algo parecido. Los deportivos asientos cuentan con una tapicería específica de tela en negro y rojo, ese mismo color se utiliza para las costuras del volante o de las distintas partes del salpicadero, incluido el reposabrazos central, donde aparece también bordado el logo TI.
Si no te gustan esos detalles en rojo, ya sean los de dentro o los de fuera, puedes pedir que te los quiten de fábrica. Pero, sinceramente, esos detalles son los que le dan gran parte de la personalidad estética a este coche.
Continuando con el interior, las diferencias con el resto de BMW Serie 1 son mínimas. La instrumentación digital configurable se ve con claridad y, aunque sigue dando la sensación de que podrían haberla aprovechado un poco mejor, se consulta con facilidad. Por calidad no habrá quien le pueda poner muchas pegas a este BMW y, aunque hay una gran pantalla en el centro del salpicadero, también encontramos suficientes botones y el mando circular iDrive para manejar todo con relativa facilidad. Desde luego, navegar por la pantalla de este Serie 1 con el iDrive resulta más sencillo y preciso que hacerlo por una pantalla táctil como esas que, por desgracia, cada vez son más habituales en todos los coches.
Respecto a la postura de conducción, el 128ti permite ir sentado bastante bajito y con las piernas muy estiradas, un aspecto fundamental en todo buen coche deportivo de este tipo. Además, el rechoncho y blandito volante queda en una posición más bien vertical. En su parte posterior, las dos levas de serie permiten manejar de forma manual el cambio automático de ocho relaciones que, por cierto, es de convertidor de par y funciona a las mil maravillas. El tacto y tamaño de las citadas levas es bueno, y también se puede accionar de modo secuencial a través de la minúscula palanca de cambio, aunque algunos
echamos en falta una palanca más grande para utilizarla en zonas reviradas, pues ahí puedes perder la referencia de dónde están las levas. Y, por pedir, ¿por qué no ofrecer una caja manual de seis velocidades, más aún cuando BMW tiene una con un tacto deportivo tan logrado?
Basta con el modo Sport
Cuando nos ponemos en marcha, no tardamos en descubrir de qué palo va el 128ti. No hay una suspensión adaptativa, y los modos Eco y Comfort no muestran grandes diferencias de funcionamiento comparados con el Sport, que ofrece un sonido un poquito más bronco, una dirección algo más firme y un tacto del acelerador levemente más afilado. ¿Es esto malo? ¡Qué va! Es sólo una invitación para llevarlo siempre en modo Sport. Y, ahí, es donde confirmamos que el 128ti tiene mucho en común con el Golf... pero con ese puntito más de deportividad que decíamos.
Hay que aclarar que el sonido del motor, que está levemente tuneado a
través del equipo de audio, no resulta mucho más deportivo que el del Golf. Tampoco es más molesto, y hasta te puedes hacer un viaje largo por carretera sin que resulte para nada insufrible.
Pero, a partir de ahí, las diferencias comienzan a florecer. Por ejemplo, la respuesta del motor 2.0 turbo de cuatro cilindros del 128ti es más brava. Basta con rozar el acelerador para que muestre más temperamento, para que lo notes más lleno, con más ganas de flirtear con la zona alta del cuentavueltas. Además, y como decíamos, el cambio es excelente: pasa de una marcha a otra de forma instantánea y, a baja velocidad o maniobrando, es un buen ejemplo de suavidad y progresividad.
Sin embargo, las prestaciones puras son casi calcadas a las del Golf GTI. Por ejemplo, el BMW tarda 6,1 segundos en pasar del 0 a 100 km/h, y el Golf con caja automática DSG lo hace en
6,2 segundos. ¿Cómo es esto posible si el motor del 128ti tiene 265 CV, es
decir,20CVmásqueeldelGolf?
Probablemente, el peso tenga algo que ver. El 128ti pesa 1.520 kilos y eso son 57 kilos más que el Golf. Ninguno de los dos es precisamente ligero, pero lo cierto es que, en marcha, tampoco es algo que se note en exceso. Para empezar, rozar los 6 segundos en pasar de 0 a
100 km/h es un dato muy respetable. Y, segundo, porque el consumo es bastante razonable. En el 128ti, a rimo normal, lo habitual es situarse en torno a
8,5 litros/100 km, cifra que se puede multiplicar por dos y por tres en función de las veces que apuremos las marchas hasta más allá de las 6.500 rpm en una revirada carretera de montaña.
Más durito = ¿más racing?
Es en ese tipo de vías donde el 128ti le da la puntilla definitiva al GTI en lo que a deportividad se refiere. Primero, porque su suspensión se siente más firme desde el primer momento, con unos movimientos cortitos y rápidos ante la más mínima ondulación. Sin embargo, no son secos, y cuando vamos deprisa de
verdad, no provocan reacciones bruscas ni imprecisas en el guiado de un coche que, por lo demás, se muestra ágil, vivo y confiable a partes iguales.
Tiene una dirección muy precisa y directa, y el hecho de contar con un diferencial autoblocante Torsen le hace mostrarse especialmente incisivo cuando, al ver la salida de una curva, hundimos hasta la moqueta el pedal del acelerador. En ese momento, el morrete del 'veintiocho' busca el vértice interior con ahínco, pero también sin la exigente brusquedad de, por ejemplo, un Mini GP. Es una reacción a la que hay que acostumbrarse al principio, pero que después de unas cuantas curvas se convierte en algo tan eficaz como adictivo. Es más, llega un momento en el que optarás por desconectar el control de tracción para disfrutar de sus ventajas sin miedo alguno. Sin duda, un punto de picante que no tiene el Golf.
En cuanto al eje trasero, el 128ti es un coche con una dulce tendencia a deslizar conforme se va liberando un poco la presión sobre el acelerador en los apoyos, pero también huye de la brusquedad para evitar que te lleves susto alguno.
Todo fluye con tal naturalidad y progresividad que ni siquiera tienes la sensación de tener más de 1,5 toneladas entre las manos. Parte de la culpa la tienen los Michelin Pilot Sport 4 que lleva este coche de serie, un neumático excelente que aún podemos mejorar si montamos las llantas de 19", que viene con los Pilot Sport 4S, con un tacto similar pero todavía más adherentes.