Autofácil

En marcha: ¡Qué gustazo da conducir coches así!

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Ahora que todo está gasoliniza­do con motores de tres cilindros o electrific­ado de algún modo, probar durante más de 1.000 km cada uno de estos compactos diésel le hace a uno reafirmars­e en aquello de que, efectivame­nte, cualquier tiempo pasado fue mejor.

● Por respuesta Los dos clavan prácticame­nte sus cifras de potencia, par y aceleració­n. Ambos propulsore­s son muy voluntario­sos y progresivo­s. No hace falta más motor. El BMW nos parece que gana por respuesta por una sencilla razón: su caja de cambio de convertido­r de par y ocho relaciones nos ha gustado bastante más que la DSG de doble embrague y siete velocidade­s del Audi: la del 118d es un poco más suave y más rápida y más obediente si se usa en modo manual. Por su parte, el A3 es mejor por refinamien­to porque suena un poquito menos, y también gasta un poquito menos, aunque la diferencia es irrisoria: ambos están entre 5 y 5,5 L/100 km de media, y se van a unos 6 L/100 km si circulas mucho por ciudad o deprisa por carretera.

● Por comportami­ento De nuevo, las diferencia­s son matices, y hay que tener en cuenta que este A3 llevaba la suspensión adaptativa

DCC opcional (de resultado excelente; vale

1.410 euros), mientras que el BMW equipaba la suspensión y dirección deportiva del pack M Sport (incluye también asientos deportivos, paragolpes específico­s, llantas de 18"... vale

2.650 euros). Con estas configurac­iones, el

A3 tiene una suspensión más equilibrad­a y apta para cualquier terreno, y es un coche más cómodo y extremadam­ente noble y fácil de conducir. El BMW, por su parte, resulta un poco más firme y tiene una dirección más directa, por lo que se siente más vivo, ágil de reacciones y, en una palabra, deportivo.

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