Revolución
La primera vez que visité China, a mediados de los años 80, el país era todavía un destino exótico, en todos los sentidos; un lugar sin apenas infraestructura turística, ideal para el viajero de verdad… Las bicicletas inundaban el paisaje urbano de Pekín –como dato anecdótico, el plazo de espera para comprar una de aquellas pesadas Flying Pigeon era de seis meses–; había muy pocos coches, principalmente los militares Beijing, y los también escasos autobuses circulaban anunciando su presencia con altavoces para abrirse paso en aquél marasmo de ciclistas.
China apenas había iniciado su desarrollo industrial unos años antes, con la llegada del presidente Deng Xiaoping, y Citroën (mi anfitrión en aquella visita) vio en ese impulso modernizador una ocasión excepcional para abrir mercado y convertirse en el coche del pueblo, compitiendo con Volkswagen.
Desde entonces, China ha evolucionado de manera espectacular, desarrollando su propia tecnología, invirtiendo en la adquisición de grandes marcas y convirtiéndose en proveedora fabril y tecnológica de todo tipo de empresas de todo el mundo gracias primeramente a una mano de obra barata pero también a un notable crecimiento en calidad: el “Made in China” ya no es necesariamente sinónimo de un producto de tercera.
Aunque la industrialización acelerada ha tenido también su contrapartida. Basando su producción de energía principalmente en el carbón, en poco más de treinta años el país multiplicó por cinco sus emisiones de gases con efecto invernadero, siendo responsable de más del 30 % de la contaminación mundial por CO2.
Viéndose señalada por todos, China ha anunciado recientemente sus intenciones de neutralizar dichas emisiones para 2060, haciendo todo lo posible para que el descenso comience en 2030. Para ello, desde luego, la clave está en acabar con la utilización de carbón. Pero el país asiático va más allá. Su intención: convertirse en la nueva superpotencia mundial en movilidad eléctrica, acometiendo con fuerza incluso en el segmento de los superdeportivos. Si los chinos son capaces de llegar a Marte… Carlos Hernández Presidente