¿Es oro todo lo que reluce?
Hemos dedicado parte de este número –en este caso, el dossier de tecnología– al IIOT (Industrial Internet of Things), incluyendo a la Industria 4.0 y a la empresa conectada. Además, ofrecemos a nuestros lectores un extenso reportaje sobre el estado actual del estándar OPC UA y una entrevista con el máximo responsable de la Fieldbus Foundation. Creo que son bien pocas las páginas en las que no aparece alguna referencia a los tres conceptos antes citados, así como a la tan citada transformación digital en la industria.
Pero hoy, desde este editorial, nos ponemos un poco críticos.
Muchas –y dispares, incluso contradictorias– son las opiniones acerca de cuál va a ser el impacto de la transformación digital en el mercado laboral. Laura Tremosa ya hacía hincapié en ello en una de sus columnas de opinión, en la que afirmaba que desde que en Davos se anunció la 4ª revolución industrial, son muchos los estudios que han ido apareciendo en nuestro país y en otros sobre la incidencia en el mundo laboral de la progresiva digitalización en todos los ámbitos. Citaba a dos investigadores de la universidad de Oxford (los doctores Fry y Osborne), quienes señalaban en su estudio que uno de cada dos puestos de trabajo están amenazados por la digitalización. Sin embargo, otro estudio realizado a partir de datos de la OCDE ofrece cifras mucho más reducidas según los diversos países, señalando un promedio del 9% de desaparición de puestos de trabajo. Y un informe de Caixabank recoge varios estudios que advierten del riesgo de pérdida de centenares de miles de puestos de trabajo si no se asumen las necesidades de esta llamada 4ª revolución industrial. Otras voces indican que lo que se va a producir no es una pérdida preocupante de lugares de trabajo, sino la creación de nuevos puestos que se adaptarán a la nueva realidad.
El empresario de Silicon Valley Martin Ford, autor de muchos libros centrados en el impacto de la inteligencia artificial y la robótica en la sociedad y la economía, publicó en 2015 un interesante libro titulado Rise of the Robots (El auge de los robots) en el que augura –por decirlo en pocas palabras– un mercado laboral hecho de máquinas y paro masivo, lo que según él hace necesaria una renta básica garantizada que permita a todo el mundo cubrir sus necesidades, pero diseñada de modo que no desincentive el trabajo. El libro ganó en 2015 el premio Financial Times and Mckinsey Business Book of the Year. Y se ha convertido en un best seller.
Y Ford no es un visionario. Es el fundador de una firma de desarrollo de software con sede en Silicon Valley, graduado en ingeniería informática por la Universidad de Michigan, Ann Arbor, y por la escuela de Administración Anderson de UCLA. Ford fue el primer autor del siglo XXI en argumentar –en su libro Las luces en el túnel, en 2009– que los avances en la robótica y la inteligencia artificial con el tiempo hacen que una gran parte de la fuerza de trabajo humana quede obsoleta. La tesis de este autor ha sido apoyada por una serie de estudios académicos formales, sobre todo por los investigadores de la Universidad de Oxford citados anteriormente, que ya en 2013 afirmaron que los puestos de trabajo ocupados por aproximadamente el 47 por ciento de la fuerza laboral estadounidense podría ser susceptible de perderse como consecuencia de la automatización en las próximas dos décadas.
Las tesis de Ford insisten en el hecho de que la automatización generalizada podría socavar el crecimiento económico o incluso conducir a una espiral deflacionaria, ya que el empleo es el principal mecanismo para la distribución de poder adquisitivo para los consumidores. Advierte de que si los ingresos se concentran cada vez más en manos de una pequeña élite, la mayor parte de los consumidores carecerá de la capacidad y de la confianza para seguir abasteciendo la demanda de las industrias de gran consumo, que forman la columna vertebral de la economía moderna. Para hacer frente a la subida del paro y garantizar que los consumidores tengan suficiente poder de compra para seguir impulsando la prosperidad económica se muestra partidario –como ya hemos indicado– de una garantía de renta básica. En este sentido, Ford, que apoya firmemente el capitalismo y el continuo avance tecnológico, cree que será necesario adaptar nuestro sistema económico a la nueva realidad creada por los avances de la inteligencia artificial, y que esa adaptación solo pasa por la creación de algún tipo de garantía de renta básica.
Seguramente muchos de nuestros lectores no comparten la opinión de este autor estadounidense, pero no hay que negarle el mérito de ser capaz de proponer una solución a una situación que él entiende que es irreversible.