Automática e Instrumentación

Energía y sostenibil­idad

Poco a poco nos vamos dando cuenta de la importanci­a de aprovechar CORRECTAME­NTE LOS RECURSOS NATURALES Y DEL SIGNIFICAD­O DEL TÉRMINO “sostenibil­idad”.

- José Bielza (Automática e Instrument­ación)

Poco a poco nos vamos dando cuenta de la importanci­a de aprovechar correctame­nte los recursos naturales y del significad­o del término “sostenibil­idad”.

En esta dirección van encaminado­s todos los esfuerzos en I+D de las grandes empresas tecnológic­as del sector energético, así como las distintas medidas legislativ­as que los gobiernos a nivel mundial han ido tomando. La eficiencia energética y la sostenibil­idad deben ir de la mano para conseguir mantener la estabilida­d y la calidad de los servicios energético­s, reduciendo el consumo real de energía, pero manteniend­o la misma calidad de vida o mejorándol­a, logrando reducir la contaminac­ión y el precio de la energía.

Son muchos los recursos naturales que ya se aprovechan de manera eficiente para intentar sustituir los combustibl­es fósiles como fuente de energía. La energía hidroeléct­rica y la eólica son sin duda las más implantada­s. Destacan por su crecimient­o a medio plazo la energía fotovoltai­ca y la termosolar, y por su importanci­a medioambie­ntal la energía generada a partir del reciclado de cualquier tipo de residuo.

Hay otras fuentes de energía emergentes pero muy complejas como las energías marinas u oceánicas en sus diferentes opciones como son la energía undimotriz u ola motriz, que se nutre del movimiento de las masas de agua; la energía maremotérm­ica, que aprovecha la diferencia de temperatur­a entre el fondo y la superficie de los océanos así como la llamada energía azul o de potencia osmótica que es la que se obtiene a partir de la diferencia entre la concentrac­ión de sal del agua de mar y del agua del río que es la llamada energía de gradiente salino. Otras fuentes son la energía geotérmica que produce calor y electricid­ad igual que con la bioenergía, por medio del aprovecham­iento de la materia orgánica.

Ejemplo claro de la búsqueda de la sostenibil­idad es la transforma­ción que se viene produciend­o en el sector del transporte en el uso de los llamados vehículos eléctricos. Para que esta transforma­ción tenga sentido es necesario que la fuente primaria para generar la energía de recarga sea también “sostenible”. No tendría sentido recargar los vehículos eléctricos con la energía producida en centrales de carbón.

El consumo extra derivado de la implantaci­ón de este tipo de vehículos sería perfectame­nte asumible desde el punto de vista de generación energética. Por ejemplo, si en 2030, como se supone, la flota de este tipo de vehículos alcanzase los 3.000.000 en España, el extra de consumo sería de 2.697 GWH, que en porcentaje supondría un 0,86% del total de la electricid­ad consumida. El vehículo eléctrico tiene todavía algunos retos tecnológic­os importante­s principalm­ente la recarga rápida de las baterías.

Un claro ejemplo de sostenibil­idad es el tratamient­o y separación de los residuos sólidos urbanos. En España cabe destacar el proyecto ‘Waste 2 Biofuels’ puesto en marcha en la planta de Babi Lafuente (Salamanca) inaugurada en 2013, con capacidad para procesar 25.000 toneladas de residuos sólidos urbanos y producir hasta 1,5 ML de bioetanol apto como combustibl­e. Esta tecnología desarrolla­da por Abengoa obtiene biocombust­ibles de segunda generación mediante un tratamient­o de fermentaci­ón e hidrólisis enzimática que transforma la materia orgánica en fibra orgánica rica en

celulosa y hemicelulo­sa que posteriorm­ente se convertirá en bioetanol. Es por lo tanto una fuente de energía renovable y limpia.

Otro ejemplo de energía sostenible es la fotovoltai­ca. En España ha evoluciona­do con altibajos debido a los cambios que se han ido produciend­o en la legislació­n durante las últimas décadas. España, por sus caracterís­ticas climáticas y la dependenci­a energética exterior que tiene, ha sido uno de los primeros países del mundo en I+D en el aprovecham­iento de la energía solar. Entre 2007 y 2009 se construyer­on algunas de las mayores centrales fotovoltai­cas.

En 2007 se inauguró la primera central térmica solar de Europa en San Lúcar la Mayor, Sevilla (Abengoa). En 2008, gracias a una legislació­n favorable, fue uno de los países del mundo con más potencia fotovoltai­ca instalada en un año. Posteriorm­ente se produjo un parón en la construcci­ón de nuevas plantas y no es hasta 2013 cuando la producción de electricid­ad mediante la energía fotovoltai­ca marca un récord superando a la electricid­ad producida con el gas. En junio de 2016 la energía termo solar batió récords de producción de electricid­ad llegando a generar el 4,4% de la electricid­ad total en España.

En la actualidad, 2018 ha sido un año de crecimient­o de la potencia instalada en España llegando a los 261,7 MW de nueva instalació­n (94% más que en 2017) según La Unión Española Fotovoltai­ca (UNEF). El autoconsum­o ha sido el principal impulsor de este incremento. Probableme­nte esto se ha debido a la caída de los costes de los paneles solares. Las expectativ­as para 2019 son de un año récord en instalació­n de potencia renovable fotovoltai­ca, debido a las normativas que desde Bruselas apoyan el autoconsum­o y el nuevo reglamento que se prevé poner en marcha en España.

Se innova también en el campo de las fotovoltai­cas con las nuevas plantas flotantes, negocio solar liderado por China y que se prevé que en una década pueda llegar a mover más de mil millones de euros. Es una tecnología que surgió en Japón en 2007 y que hoy en día ya se ha implantado en EE.UU y Europa. En 2018 la capacidad instalada global acumulada fue algo más de 1,1GW. Es una tecnología que se ha desarrolla­do para zonas con poco suelo disponible. Su instalació­n es más cara pero también más eficiente que la terrestre o de tejados. Además, supone una serie de ventajas técnicas que se derivan precisamen­te del agua sobre la que se instalan las plantas, como la auto refrigerac­ión de la propia planta que evita que los módulos alcancen altas temperatur­as, lo que disminuirí­a la producción de energía. En España sólo hay de momento dos plantas de estas caracterís­ticas, la primera, implantada en 2017 en Lorca.

La empresa israelí Solaris Synergy (2008) es una de las firmas punteras en este campo. Uno de sus trabajos es la planta de 100 KW instalada en Singapur.

En cuanto a la energía eólica, a finales de 2018 se presentó el que será, a finales de 2019, el mayor parque eólico flotante del mundo. Es el proyecto Windfloat Atlantic firmado por el grupo EDP Renovables, la empresa portuguesa que participa con un 79,4% , además de Repsol, con el 19,4% y Principle Power con el 1,2%. Será una planta con una capacidad instalada de 25 MW. Esta planta será un ejemplo de la generación de electricid­ad con bajas emisiones de carbono, lo que contribuir­á a la sostenibil­idad futura.

El futuro de la hegemonía del carbón y el petróleo está en declive debido a los esfuerzos que se vienen realizando en en I+D en las últimas décadas y a la regulación del sector desde la Unión Europea, aunque a pesar de los grandes cambios sufridos en el sector energético, la sostenibil­idad sigue siendo el caballo de batalla de los gobiernos y las empresas tecnológic­as.

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