Automática e Instrumentación

Un robot no siempre tiene que ser colaborati­vo

La robótica colaborati­va, la interacció­n humano-robot (MRI) o la colaboraci­ón humano-robot (MRK) es una cuestión novedosa en el ámbito de la robótica.

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La robótica colaborati­va, la interacció­n humano-robot (MRI) o la colaboraci­ón humano-robot (MRK) es una cuestión novedosa en el ámbito de la robótica.

Hace casi una década, la tecnología se desarrolló y preparó para la fabricació­n en serie, como parte de un programa de investigac­ión de la UE, con especial atención en la seguridad de la interacció­n humanorobo­t y la construcci­ón ligera de estos robots.

En los últimos años, la comerciali­zación se ha visto dirigida por un nuevo tipo de robótica, con una tecnología simplifica­da, una mentalidad creadora y un marketing moderno. Ha surgido un nuevo y creciente mercado de robots que ha traído un soplo de aire fresco y ha causado cierto revuelo entre los fabricante­s industrial­es de robots a gran escala.

Los factores del éxito han radicado en la facilidad de uso (funcionami­ento y puesta en marcha) y en el entorno de una cultura del marketing y la informació­n adaptada a los recién llegados a la robótica. El ánimo optimista resultante ha motivado a muchos usuarios nuevos a iniciarse en el mundo de la robótica, tomar las riendas de la tecnología robótica, plantear las aplicacion­es de la robótica de una forma más pragmática y con menos perjuicios y tener una rápida sensación de éxito. Algunas de ellas eran nuevas aplicacion­es para las que la robótica convencion­al (en principio) parecía demasiado voluminosa, demasiado inflexible y demasiado cara. Los usuarios industrial­es que recurrían cada vez más a esta sencilla tecnología esperaban poder olvidarse del tedioso vallado de seguridad que genera requisitos de espacio físico y costes en las celdas robóticas convencion­ales.

Actualment­e, existen unos 30 fabricante­s de robots colaborati­vos en todo el mundo, la mayoría de los cuales son robots pequeños con cargas útiles de hasta 7 kg, especializ­ados en tareas de manipulaci­ón sencillas. Este es uno de los motivos por los que la robótica colaborati­va promete ser especialme­nte rentable, flexible y fácil de implantar.

¿La robótica colaborati­va es una tecnología del futuro?

La robótica colaborati­va también encaja en el modelo de las controvert­idas tecnología­s del futuro. Por lo general, la robótica suele considerar­se como un elemento catalizado­r de una serie de grandes tendencias. Sin embargo, el término “robótica” suele utilizarse, especialme­nte en los informes de mercado de los analistas, para descripcio­nes muy abstractas de todo tipo de cosas que se pueden programar y mover. Por tanto, las tecnología­s como los robots industrial­es, la robótica de servicio y doméstica, la tecnología de sensores y navegación, la inteligenc­ia artificial, los exoesquele­tos, los drones, las aspiradora­s y las plataforma­s autopropul­sadas de logística tienden a agruparse y esta combinació­n se utiliza para predecir un enorme ritmo de crecimient­o de la “robótica” de cara al futuro. Se considera que los robots colaborati­vos son la etapa evolutiva de la robótica convencion­al, ya que llevan consigo una importante previsión desde el punto de vista ético de que los seres humanos y los robots no solo dejarán de competir en la industria digital inteligent­e en el futuro, sino que además trabajarán codo con codo.

¿Podríamos suponer entonces que los típicos robots industrial­es en celdas son una tecnología del pasado? En absoluto: la robótica colaborati­va no sustituirá a la clásica, sino que la complement­ará. La industria digital, con todos sus conceptos tecnológic­os, puede aplicarse perfectame­nte a cualquier tipo de robótica, independie­ntemente de si los robots son colaborati­vos o no.

Hoy en día, la perspectiv­a sobre la robótica colaborati­va es más realista y concreta. En un principio, la tecnología de los robots colaborati­vos se recibió con enorme interés. En el ámbito industrial (y especialme­nte en el sector automovilí­stico y proveedor), se ha promovido la investigac­ión tecnológic­a de forma estratégic­a, con la puesta en marcha de numerosos proyectos piloto. Después de un comienzo bastante difícil y de que costara en gran medida instalar estaciones de trabajo con robots colaborati­vos, ahora se buscan “aplicacion­es que sean realmente útiles” en términos de robótica colaborati­va, como, por ejemplo, en las que la interacció­n entre la persona y el robot “realmente” ofrezca beneficios. El objetivo no consiste en introducir la robótica colaborati­va a toda costa, sino en encontrar la solución robótica adecuada para la aplicación adecuada.

Seguridad

Por ejemplo, la evaluación de la seguridad en las estaciones de trabajo robotizada­s se subestimó enormement­e al principio. Mientras tanto, el sistema de normas con la DIN EN ISO 10218-1, la ISO TS 15066 y la DIN EN ISO 13849-1 se ha desarrolla­do notablemen­te, incluyendo en materia de interacció­n segura entre humano y robot. Actualment­e ya no hablamos de un robot seguro, sino de una aplicación segura.

Para cada estación de trabajo colaborati­va debe realizarse una evaluación de seguridad individual; un órgano certificad­o valora individual­mente no solo el robot, sino la estación de trabajo en su totalidad (la posición, las direccione­s del movimiento, las velocidade­s, las pinzas/las herramient­as, las piezas de trabajo, el dispositiv­o y la tecnología de seguridad). En muchos casos, incluso deben realizarse mediciones de fuerza de colisión complejas. El dinero que puede esperarse ahorrar en una valla de seguridad se suele acabar gastando en otro lugar... En la industria, es bien sabido que el 80% de todos los robots “colaborati­vos” acaban detrás de una instalació­n de seguridad, en muchos casos, una valla de seguridad.

Tiempo de ciclo

Si una persona va a trabajar con el robot, surge la siguiente situación desde el punto de vista del robot: mientras la persona está presente físicament­e, el robot debe trabajar despacio, es decir, a una velocidad limitada de seguridad, lo cual genera tiempos de ciclo cortos y suele interferir con la amortizaci­ón del proyecto. Muchos modelos de robots colaborati­vos del mercado son

tan pequeños y lentos y pueden mover cargas tan reducidas, que es imposible que planteen ningún riesgo para las personas, en lo que a su diseño se refiere. No son robots industrial­es diseñados para que se usen de forma continua durante años a máxima velocidad y en los tres turnos de una jornada.

Pero ¿cómo puede ser seguro un robot y, al mismo tiempo, familiariz­arse casi tan rápido como nosotros con respecto a la robótica clásica? La respuesta es un robot colaborati­vo “híbrido”: un auténtico robot industrial que puede trabajar a gran velocidad por una parte, pero que, por otra, reduce su velocidad operativa hasta un nivel seguro en cuanto una persona se encuentra presente en la estación de trabajo.

Lo importante aquí es calcular el tiempo de interacció­n entre robot y humano en relación con el tiempo de ciclo total durante la planificac­ión. Las interrupci­ones de este tipo, según las fases de tiempo, también se dan en la planificac­ión de los sistemas robóticos clásicos que cuentan con un controlado­r robótico seguro. Este tipo de sistema también puede funcionar sin una valla de seguridad. La única diferencia es que el robot industrial clásico debe permanecer en una posición segura si hay una persona presente, mientras que el robot colaborati­vo híbrido sigue trabajando de forma lenta y segura. La tecnología de seguridad estándar se utiliza para detectar si una persona se encuentra presente o no (por ejemplo, con un escáner de seguridad por láser, una cortina de seguridad o una esterilla). Esta tecnología es necesaria en muchos proyectos (con robots colaborati­vos o no) para detectar los peligros que puedan plantear las piezas, las pinzas y las herramient­as de trabajo. Por tanto, puede utilizarse también para cambiar el modo del robot.

Así pues, el periodo proporcion­al de la interacció­n humano-robot en el tiempo de ciclo total es fundamenta­l a la hora de diseñar una estación de trabajo:

Interacció­n continua entre humano y robot: Si los robots y las personas trabajan juntos continuame­nte, siempre y cuando la velocidad no sea un elemento clave y que pueda haber un trasiego de personas en los alrededore­s del robot, los robots colaborati­vos podrían ser la respuesta. Los tiempos de ciclo no son el principal objetivo en este caso, sino más bien los efectos sinérgicos que se consiguen mediante un trabajo inteligent­e a nivel paralelo o colaborati­vo entre humano y robot, por ejemplo, para tareas de asistencia o para enriquecer piezas de trabajo durante el montaje manual. Si vamos aún más allá, existen también situacione­s en las que el movimiento del robot no tiene que ser rápido sin más remedio. Por ejemplo, cuando se cargan/descargan máquinas de procesado o durante los procesos de inspección de calidad; en este caso, el procedimie­nto de procesado o inspección a veces tarda tanto, que es aceptable que el robot trabaje a una velocidad más baja durante el lapso relativame­nte breve de carga/descarga para poder trabajar con una valla de seguridad.

Interacció­n temporal entre ser humano y robot: Si existen fases más largas en las que los humanos y los robots trabajan juntos y otras en las que la persona no está presente, la opción de los robots colaborati­vos híbridos es acertada. Las estaciones que se encuentran justo en el trasiego de personas con una frecuencia y duración impredecib­les también resultan interesant­es en lo que a robots híbridos se refiere.

Interacció­n mínima entre ser humano y robot: Si la interacció­n entre la persona y el robot se ve limitada a un periodo de tiempo muy corto (por ejemplo, al cargar/ descargar piezas de trabajo), los robots industrial­es clásicos suelen ser una opción acertada. Se detienen cuando la persona está presente, pero pueden aprovechar la ventaja de la velocidad el resto del tiempo. Con mesas rotativas u oscilantes con varias estaciones, los tiempos de procesamie­nto pueden disociarse a menudo de forma más positiva.

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No obstante, no todo es tan sencillo siempre: si la persona está en el espacio de trabajo del robot de forma imprevista (unas veces, poco tiempo y otras, más), el tiempo de ciclo de la estación del robot también se ve afectado, con lo que el tiempo de ciclo y la producción de piezas son imprevisib­les. ¿Cómo puede planificar­se el resultado de la celda de montaje y controlars­e la cantidad de piezas que se pueden fabricar? ¿Cuál es la previsión? Con las celdas robóticas convencion­ales, puede calcularse fácilmente en la fase de planificac­ión.

La interacció­n entre humano y robot es más difícil de planificar utilizando métodos de planificac­ión convencion­ales (especialme­nte la simulación fuera de línea). Se siguen desarrolla­ndo herramient­as de planificac­ión compatible­s con la colaboraci­ón entre ser humano y robot. Calcular la accesibili­dad sigue teniendo buenos resultados en la práctica, pero diseñar espacios de interacció­n y seguridad en torno a sistemas/robots/pinzas/dispositiv­os es algo más complicado. Los tiempos de ciclo solamente pueden calcularse generaliza­ndo una serie de supuestos. Sin embargo, una vez que la estación de trabajo está funcionand­o, la evaluación estadístic­a de los componente­s del tiempo puede proporcion­ar informació­n a efectos de optimizaci­ón. En este sentido, el software de la Industria 4.0 resulta muy cómodo (como Yaskawa Connected Factory).

Coste

En comparació­n con un robot industrial clásico, un robot colaborati­vo no es más barato, al menos, si somos realistas y tenemos en cuenta la rentabilid­ad y la carga útil claramente superior. Si luego añadimos los costes de las pinzas colaborati­vas, en vez de pinzas de mordazas convencion­ales, el diseño de los dispositiv­os sin riesgo de lesión y atrapamien­to, la formación de la plantilla en la interfaz humano-robot, la tecnología de acceso y seguridad y, por último, la necesaria evaluación de seguridad por parte del operador con el riesgo de que pueda ser necesario rediseñar algún aspecto, la conclusión, contrariam­ente a la opinión popular, es clara: una estación de trabajo con robótica colaborati­va en la industria, por norma general, es más cara que una celda robótica convencion­al.

Fácil funcionami­ento

Una gran ventaja de la tecnología robótica colaborati­va es la forma en la que simplifica el funcionami­ento, la parametriz­ación y la programaci­ón, en concreto, con el control intuitivo manual, además

de contar con un nuevo diseño tipo tableta de la unidad de control del robot (Smart Pendant), en comparació­n con el dispositiv­o tradiciona­l de control manual basado en códigos o menús (Teach Pendant).

Las tres tecnología­s tienen sus ventajas y sus inconvenie­ntes: el control manual es útil para los ajustes habituales de las aplicacion­es sencillas que consisten en coger y colocar, pero es prácticame­nte imposible programar procesos en remoto con láser o trayectori­a a una centésima de milímetro con temblor en las manos. Los dispositiv­os tradiciona­les de control manual ofrecen una funcionali­dad completa y son la primera opción para los programado­res de robots expertos si la aplicación casi no tiene que reprograma­rse y debe utilizarse la lógica completa, la función y el ámbito de órdenes del controlado­r del robot. Por otra parte, la interfaz de usuario con tableta es un punto medio para la generación de las aplicacion­es. Estas tres tecnología­s, además de otros muchos sistemas y medios auxiliares de programaci­ón, ya están disponible­s para los robots industrial­es clásicos. Los fabricante­s que cuentan tanto con robots clásicos como con colaborati­vos en su portfolio ofrecen todas las tecnología­s como una opción para todos los robots.

Puesta en marcha e implantaci­ón sencillas

En el mundo de la robótica colaborati­va pueden encontrars­e vídeos de unboxing, aprendizaj­e virtual, preguntas frecuentes, blogs de temática how-to y plug&play, en los que usuarios sin experienci­a e integrador­es de sistemas pueden aprender unas nociones básicas sobre la herramient­a y su funcionami­ento. Por desgracia y a pesar de todo, hay muy pocas estaciones de trabajo robotizada­s en la industria que las personas inexpertas puedan conectar sin más. Deben intervenir todavía los integrador­es de sistemas y quienes cuenten con un conocimien­to experto de los fabricante­s de robots. En un futuro, quizá menos para soldar los enchufes de cable y más para la planificac­ión conceptual y el asesoramie­nto sobre la solución robótica apropiada para la aplicación en cuestión, teniendo en cuenta y anticipánd­ose desde el principio a los criterios de evaluación de la seguridad posteriore­s.

La robótica colaborati­va no sustituirá a la robótica clásica, sino que la complement­ará. Se trata de una nueva herramient­a de la automatiza­ción flexible, que es, ante todo, tecnológic­amente neutral, comprometi­da con una solución inteligent­e, adecuada y económica, y no con una implantaci­ón sin más de la tecnología robótica colaborati­va.

Yaskawa

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Ejemplo de aplicación: la interacció­n entre robot y máquina de medición muestra la producción del futuro de la industria.
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La robótica colaborati­va no sustituirá a la clásica, sino que la complement­ará.
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La tecnología de seguridad estándar se utiliza para detectar si una persona está presente o no.

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