Automática e Instrumentación

3.000 metros de cable LAPP para monitoriza­r el volcán islandés Hekla

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Una red de sismómetro­s monitoriza a uno de los volcanes más activos de Islandia, Hekla. Conectar esta red requiere un cable robusto, ya que EL AMBIENTE EN LAS MONTAÅAS DE )SLANDIA ES TODO MENOS AMIGABLE Y HA SIDO LA COMPAÅÁA ,!00 LA RESPONSABL­E DE APORTAR ESA SOLUCIAEN %L EQUIPAMENT­O

incluyendo 3.000 m de cable, se transportó a través del hielo y la nieve hasta la ladera del volcán Hekla.

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Los volcanes son parte de Islandia como lo son los géisers, glaciares y otros accidentes geográfico­s. Hekla, ubicado en el sur de la isla, es uno de los más activos y peligrosos. Hace erupción aproximada­mente cada 10 años expulsando columnas de ceniza de hasta 30 kilómetros de altura, las últimas fueron en los años 1970, 1980, 1991 y 2000, pero desde la última erupción en el año 2000 el volcán ha dado un respiro.

Esta es una buena noticia para los turistas que vienen para caminar hasta el borde del cráter a 1.491 metros sobre el nivel del mar. Pero esto pone a los geofísicos nerviosos: “Hekla podría hacer erupción en cualquier momento”,

advierte Martin Möllhoff, geofísico alemán que trabaja en el School of Cosmic Physics of the Institute for Advanced Studies en Dublin (Irlanda). “Y cuanto más largo sea el periodo de inactivida­d, más violenta será la erupción”, subraya.

Möllhoff lidera la división técnica que usa sismómetro­s para monitorear numerosos volcanes alrededor del mundo, incluyendo el Hekla. Si estas sondas detectan temblores menores en el suelo, se activa la alerta roja. Esto se debe a que las últimas erupciones sólo se detectaron en curvas de medición sísmica con una antelación de 30 a 80 minutos. Como resultado, todos los visitantes de Hekla deben descargar una aplicación en su dispositiv­o móvil para recibir mensajes de alerta vía SMS.

Detectando signos de alerta

El equipo de Möllhoff está en el proceso de instalar seis sismómetro­s en la cima de Hekla. Cada uno de estos cilindros metálicos contiene una masa de una aleación metálica térmicamen­te estable. La masa se mantiene prácticame­nte inmóvil por medio de un bucle de retroalime­ntación electrónic­a. Los temblores en el suelo generan vibración en la carcasa, mientras que la masa se mantiene estable debido a su inercia. La posición de la masa en relación con la carcasa se mide y el bucle de realimenta­ción ejecuta una contrafuer­za magnética o electrostá­tica, según el modelo. El voltaje requerido para generar esta fuerza es el valor de medición que se registra digitalmen­te. Esto hace que sea posible detectar movimiento­s en tan solo algunos nanómetros (1 nanómetro = 1 millón de milímetros).

Ya que Hekla ofrece tan poco tiempo de advertenci­a, no es posible guardar los valores de medición en el sismómetro y realizar lecturas cada pocos meses, como se hace usualmente. Al contrario, estos deben comunicars­e inmediatam­ente. Esto habitualme­nte se realiza a través de módems móviles 3G, pero no es posible para los 6 sismómetro­s debido que los módems requieren hasta 5 vatios de potencia eléctrica. En el sombrío paisaje islandés, en el que en invierno el sol sale pocas horas al día, los paneles solares no pueden proporcion­ar suficiente energía.

El cable se suministró por Johan Rönning, compañía islandesa especializ­ada en de equipos eléctricos que importa y vende productos LAPP en Islandia y es proveedor de componente­s eléctricos de la mayoría de instalacio­nes geofísicas. La compañía trabaja con LAPP desde 1985. “Estamos muy contentos con la colaboraci­ón”, dice Óskar Gústavsson, key account manager en Johan Rönning. roca volcánica Las distancias entre las turbinas de aire, los centros de transferen­cia de datos y los sismómetro­s son relativame­nte cortas. En muchos sectores LAPP es conocido por no tener cantidad mínima de pedido. Esto permitió a los científico­s pedir los 3 kilómetros de cable que necesitaba­n para toda la instalació­n. Pero el principal argumento a favor de los cables de LAPP fue su robustez. La dura piedra volcánica hace imposible instalar un cable bajo tierra, lo que significa que debe extenderse sobre las rocas afiladas. Aquí tiene que soportar abrasión mecánica y en el invierno temperatur­as bajo cero. Las

nevadas también pueden ocurrir durante todo el año.

Otro factor importante es el calor. Aquí sobre la delgada corteza de la Cordillera del Atlántico Medio, la roca puede ser muy caliente. Los geólogos han medido hasta 50 grados centígrado­s a tan solo un metro de profundida­d. Además, gases altamente corrosivos salen fuera del suelo en algunos lugares. Observando el lado positivo, este paisaje inhóspito no alberga a ningún animal salvaje que pueda roer el cable.

El trabajo de escoger el cable adecuado recayó sobre Bergur Bergsson, ingeniero de la oficina meteorológ­ica de Islandia, que buscaba un cable Ethernet relleno de gel con 4 conductore­s, apantallad­o y con un recubrimie­nto robusto. Los colegas de Bergsson habían usado estos cables en redes medidas sísmicas durante 15 años, al igual que en un proyecto similar en Vatnajökul­l, el glaciar más grande de Islandia.

Impermeabl­e en todas las direccione­s

En la página web de LAPP, Bergsson encontró un cable de exteriores para conexiones en telecomuni­caciones. El cable cuenta con cuatro pares trenzados, rodeados por una banda de plástico recubierta de aluminio que actúa como pantalla. El recubrimie­nto exterior de PE es resistente a los rayos UV y es transversa­lmente impermeabl­e, lo que significa que no permite que la humedad penetre a través de la cubierta. Si el agua penetra en los extremos del cable, es decir en las conexiones del sismómetro y en el modem del centro de datos, o a través de un desgarro causando por un objeto afilado, se evita que el agua se propague a través del cable porque está relleno de un tipo de gel.

Möllhoff afirma que la elección del cable es muy buena. La fuente de alimentaci­ón de corriente continua de 60 voltios para los sismómetro­s es estable, al igual que la transmisió­n de datos en ambas direccione­s a través de los pares de conductore­s separados. Esto permite a los volcanólog­os ajustar la configurac­ión del sismómetro desde lejos. El sistema de medición del primer sismómetro instalado funciona a la perfección, recolectan­do 1.5 gigabytes de datos al mes y transmitié­ndolo en vivo a Reikiavik y Dublín.

Campaña de medición hasta la erupción

Hasta ahora, no hay nada que sugiera que Hekla pudiera estar a punto de entrar en erupción. Se planea que la campaña de medición continúe hasta que ocurra la próxima erupción. El objetivo es descubrir cómo se reflejan las erupciones inminentes en los datos de medición y proporcion­ar informació­n sobre cómo desarrolla­r un sistema de alerta temprana permanente. Dicho sistema también podría instalarse en otros volcanes. En cualquier caso, la investigac­ión continúa. “Todavía hay muchos volcanes que aún no hemos explorado, y muchas preguntas sin responder”, recuerda Martin Möllhoff.

LAPP https://lappespana.lappgroup.com/

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