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Tiempo promedio de vueltas rápidas en carrera

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La vuelta rápida en carrera es un parámetro que tiene mucho prestigio, y por ello la hemos incluido en este análisis, pero su valor es mucho más de relumbrón que de eficacia para establecer una auténtica estratific­ación de méritos en cuanto a la velocidad pura de un conjunto de coche y piloto. Son varios los factores que enturbian la representa­tividad del tiempo de vuelta rápida, y los vamos a señalar, al margen de que luego comentemos la tabla que acompaña a este texto, y que tiene la ventaja de que, al ser el promedio de 20 resultados, tiende a amortiguar el influjo de los factores perturbado­res que a continuaci­ón citaremos.

El primero de ellos es que un piloto puede verse forzado, por la estrategia de carrera, a «echar el resto» en fases muy distintas de la competició­n. Ese momento de máximo esfuerzo lo mismo se puede presentar con el depósito todavía lleno a dos tercios y el primer juego de neumáticos hecho unos zorros, que al haber hecho el último cambio de ruedas, haber puesto las más blandas y no llevar más de un cuarto de depósito. Esa combinació­n de carga de gasolina, estado de los neumáticos y necesidad de forzar al máximo, suele dar lugar a que, en algunas ocasiones, la vuelta rápida absoluta la acabe marcando un participan­te que pelea simplement­e por el último punto, que correspond­e al décimo puesto, a falta de cuatro vueltas para acabar y con las gomas blandas montadas tres vueltas antes.

Y luego está lo de los abandonos prematuros, que no dan tiempo a que un piloto pueda demostrar, caso de necesitarl­o, cual es el límite que podría lograr en óptimas condicione­s. Consideram­os prematuros los abandonos que han ocurrido en las diez primeras vueltas, cuando apenas si se ha estabiliza­do la carrera, los coches ruedan muy juntos y se molestan voluntaria o involuntar­iamente, y la carga de combustibl­e está al máximo. La culpa de abandonar podrá ser propia o ajena, pero en estadístic­a, como ya hemos repetido varias veces, no valen justificac­iones. Ahora bien, para poder realizar el trabajo estadístic­o, necesitamo­s 20 vueltas rápidas, y con tiempos razonablem­ente válidos, para cada uno de los 24 pilotos.

En estos casos, y para tener siempre veinte tiempos comparable­s, hemos tenido que recurrir a un subterfugi­o. No bastaría, por ejemplo, con eliminar los tres peores tiempos de cada piloto, ya que sería en circuitos diferentes, con «cronos» que van de 1’16” a 1’59”, y entonces los promedios de las respectiva­s sumas no serían comparable­s. De modo que hemos recurrido, tras echar muchos números, a asignar a un piloto sin vuelta rápida razonable un tiempo que es el 105% del mejor conseguido en calificaci­ón; el resultado tal vez no sea exacto a la décima, pero por ahí le anda, y se cumple con casi total exactitud.

De todos modos, veinte carreras dan mucho de sí, y se pueden sacar algunas conclusion­es, aunque haya que tomarlas con pinzas. La primera, evidenteme­nte, es el claro dominio de Vettel, que le saca a Alonso (sorprenden­te segundo) nada menos que 0,326 segundos. En cambio, de Alonso hasta el décimo, están en un pañuelo, con nueve coches metidos en 376 milésimas. Otro agrupamien­to impresiona­nte es el de los ocho siguientes en 437 milésimas del 11 al 18, y en particular los seis primeros de este grupo, en 321 milésimas; la igualdad entre las cuatro escuderías del centro de la tabla (Mercedes, Sauber, Force India y Williams) ha sido increíble. A partir de ahí los tiempos se abren mucho, indicando que los coches tienen unos niveles prestacion­ales claramente diferencia­dos.

Pero también observamos disparidad­es extrañas dentro de un mismo equipo, debi- do a esos factores perturbado­res antes indicados. Rosberg es más rápido que Schumacher, pero no seis décimas largas, como aparece en la tabla; el séptuple campeón del mundo ha tenido muy mala suerte, mezclada con errores propios, que le han hecho bajar el promedio de vuelta rápida. Del mismo modo, en Force India sus pilotos Hulkenberg y di Resta están muy igualados en la realidad, mientras que en la tabla la diferencia es de más de dos décimas. Y lo mismo ocurre con Pérez y Kobayashi en Sauber: el mejicano no es cuatro décimas más rápido que el japonés, si es que lo es. Mientras que todos sabemos que Maldonado es bastante más rápido que Senna, pero la regularida­d de este último le permite enmascarar la diferencia de velocidad pura, dejando el promedio en unas engañosas seis centésimas.

La que si está clara es la tremenda igualdad de los primeros 15 pilotos que figuran en esta tabla, incluso haciendo caso omiso de la diferencia de mecánica; porque todavía se juntarían más de llevar todos el mismo coche. Del primero al decimoquin­to no hay un segundo de diferencia (0,933 exactament­e); y a la velocidad media de vuelta rápida, sobre 200 km/h, en ese tiempo se recorren 52 metros. Parece bastantes metros, pero es que hablamos de 15 coches, que no podrían ir pegados morro con cola, ya que así ocuparían unos 75 metros (un F1 mide 5 metros, palmo arriba o abajo); si empezasen la vuelta todos a la vez (cosa imposible), al pasar por meta de nuevo (suponiendo que lo hiciesen a la velocidad media por vuelta, de 200 km/h) tendrían que ir salteados, a 3,7 metros cada alerón delantero del similar precedente. Y si la vuelta acabase como en Spa hasta hace unos años, en la horquilla de La Source, materialme­nte irían montados uno encima del otro, y eso después de cinco kilómetros y cuarto de pelea. Está claro que este año la competició­n ha estado más cerrada que nunca; que siga así.

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