Automovil

David Richards se acercó a mí y me hizo un ofrecimien­to difícil de rechazar

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El nuevo Subaru Impreza, era un WRC pero con las modificaci­ones de motor y cambio del ’94 y en su volante, delante y detrás de los radios, había unas pequeñas levas metálicas, que servían para cambiar hacia arriba o hacia abajo las marchas, sin tener que pisar el embrague.

Tras unas vueltas de demostraci­ón, pasé a conducir yo, y realmente me impresionó la velocidad con que actuaba el mando del Subaru, aunque como pequeño problema, cuando estabas dando una curva muy cerrada, era algo complicado bajar o subir marchas.

Tras terminar la prueba comprendí que el objetivo del viaje, no era otro que congraciar­se con la prensa española, y de paso, informar a Carlos Sainz que no estaba contento con su temporada en Lancia y buscaba equipo para 1994, del potencial de Prodrive y del equipo Subaru. Richards, muy interesado en lograr la ayuda del petrolero español Repsol que acompañaba a Sainz, que luego lograría, incluso me enseñó en una nave secreta los Mercedes del equipo oficial del DTM alemán, que por motivos de prestigio, casi nadie sabía eran construido­s en Inglaterra.

Cuando se lo comenté a Sainz, me dijo que ya lo sabía, que había hablado con Richards y que le parecían muy bien esos inventos, pero que antes había que solucionar otras cosas más importante­s en el coche. Así fue, pues tras firmar con Prodrive para el siguiente año, tardaron mucho en alinear los Subaru con el sistema de palancas que yo había estrenado. Carlos nada más llegar a Subaru, se empeñó en rigidifica­r las suspension­es de los Impreza y mejorar distintos otros aspectos antes de montar los nuevos inventos.

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