Automovil

El Corvette Z06 es aún más rápido en el Anillo norte que el ZR1, de 647 CV

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se nota ahora más motivado. Además, el Z06 abre de par en par las válvulas de los tubos de escape.

Bajos, bramidos, Rock&Roll: sólo los defensores más fanáticos de los motores atmosféric­os se imaginan que el V8 con compresor de nueva generación reaccione algo más lento al acelerador que su predecesor de siete litros sin sobrealime­ntación. Pisada a fondo, primer pico en el registro de adrenalina.

El par motor máximo, ¿qué digo?, la bola de demolición de 90 mkg pega con todo su poderío a 3.800 rpm. Incluso a bajas revolucion­es, el Z06 aspira con fuerza. Con un desarrollo uniforme de la potencia, arrasa hasta el limitador a 6.600 rpm. El borboteo grave del ralentí se convierte en un martilleo de 8 cilindros que ya querría para sí más de un grupo de Heavy Metal.

27 millas más tarde, el fotógrafo vuelve a frenar para capturar una escena. Death Valley Junction, la diminuta población en el cruce entre la Route 127 y la Route 190, parece una ciudad fantasma. Sin embargo, en alguna parte tienen que estar los 20 vecinos que pueblan sus ruinosos edificios. Su principal reclamo es el hotel Amargosa Opera House, que invita diariament­e a los visitantes a contemplar pantomimas o a pernoctar en el desierto. Las reseñas, sin embargo, hablan más bien de una casa de los horrores.

Da lo mismo: hoy sólo tenemos tiempo para el Z06. Primera marcha, subimos de vueltas el motor y soltamos el embrague: la propulsión trasera dibuja con sus rodillos de 335 mm un autógrafo de 40 metros sobre el asfalto y echando más humo que una central eléctrica rusa. El modelo de 2015 aún conserva los instintos de Corvette. Al que no le guste quemar rueda, puede arrancar el Z06 con total precisión gracias a su Launch Control.

130, 140, 150 millas... la aguja del tacómetro se embala mientras atravesamo­s paisajes lunares dignos de Neil Armstrong. En ningún lugar del país puede apreciarse mejor su amplitud que en la reseca estepa norteameri­cana. La cinta de asfalto que vemos estrechars­e hacia el horizonte invita bastante pasarnos de caballos.

El sheriff Scott nos había preguntado sonriendo a qué velocidad habíamos ido hasta ahora. Hasta ese momento pudimos ser sinceros, pero ya no. El Z06 es capaz de alcanzar las 195 millas por hora (315 km/h), pero mejor dejarlo para otro día. El cartel «Radar enforced speed limit 65 mph» nos devuelve la cordura, y nos hace levantar el pie del acelerador del Corvette.

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