VUELVE «EL COCHE»
Pasó el CES, ese Salón de Las Vegas de los productos informáticos donde los fabricantes de coches pierden la cabeza. Su sitio natural, el Salón de Detroit, lleno de coches tangibles, táctiles, bien visuales, parece marginal. El primer correo que abro para empezar el año titula «Más de 1.000 expertos en IT procedentes de la industria de los videojuegos y la investigación avanzada se unirán a Volkswagen». El segundo correo contiene una invitación de Mercedes para explicarnos en qué dirección evolucionará su filosofía de diseño. ¿Pero esto qué es? El coche, en el sentido estricto, las suspensiones rigurosas, con su filtrado suficiente y control de trayectoria, el motor poderoso, sin vibraciones, con un ruido contenido y un consumo afinado, la carrocería con puertas ajustadas, un buen aislamiento térmico y acústico... todo esto parece que se da por superado. Hace años que los AMG y compañía muestran cualidades de conducción y sutilezas de quien tiene esas materias por la mano. Tras la colección de coches a la medida de Google para que prosiga sus trabajos con coches autónomos, Fiat nos desvela en otro correo la contrapartida del acuerdo. Se trata de la integración futura en sus coches de Android, que sería compatible con su sistema de siempre U-Connect (de cuando estaban hermanados con Microsoft). Igual que ese Lynx que vendrá de China, no pretenden que la conectividad del coche sea a través de tu móvil y Android Auto, sino que el coche sea el Android. Todo parece ir encajando, parece lógico que todos los fabricantes se centren en «experiencia de usuario», «telemática»... Volkswagen nos envía un enlace invitando a que nos descarguemos una app en el móvil para seguir en detalle sus novedades del CES. Pero no en la distancia, sino allí, delante del coche, para conocer aspectos de los coches «que de otra manera no habrías conocido». Han creado una «plataforma», que llaman Ecosistema Volkswagen «enfocado a los usuarios y sus necesidades; en el futuro gestionarán toda sus movilidad y servicios de infoentretenimiento a través de él». Umm, ¿y el coche, dónde queda?
Con un hilo de esperanza retomo una información de Toyota, que desvelaba en diciembre sus planes de renovar motores. Hablaba en mi lenguaje, que proponía una renovación diciendo «divertido de conducir», «suave y directo», «bien construido». Apuntaba nuevos procesos de combustión y nuevas cajas de cambio, desarrollar sistemas híbridos para los que emplearían en los próximos cinco años a un 30 por ciento más de personal que hasta ahora. ¿Acaso no eran el padre del híbrido, con años de ventaja por experiencia? Pues como en un plan de emergencia, anuncian una reorganización interna de sus departamentos de desarrollo, de abrirse al intercambio de tecnologías y de hacer investigaciones conjuntas... Toyota, que hablaba durante todo 2016 de «big data», de inteligencia artificial (de hecho, han presentado el Concept-i en el CES, con su asistente inteligente)... ¿significa que el coche digital, autónomo, comunicante, no está tan claro y que aún hay que hacer avanzar el coche de siempre? Sospecho que sí, aunque solo sea porque comprar un teléfono a la última lleva dos ceros menos en su precio que el coche hiperconectado del que se habla en el CES. Los pasos de Europa para reducir la contaminación, por un lado firmes, pero por otro imprecisos a la hora de evaluar los coches, continuamente variando, obliga a reafirmar las bases del automóvil. Más allá del humo, pensar en centrarse en hacer coches bien, coches eficientes y que se dejen conducir bien.
Necesitar una app para entender tu coche, no sé si lo van a entender (mejor dicho, aceptar) quienes estrenan coche, bien por encima de los cuarenta años de media en Europa, que empiezan a estar de vuelta de todo.