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El Niro supone la primera aplicación de la nueva plataforma específica para vehículos ecológicos de Kia, desarrolla­da independie­nte del resto de modelos de producción. Por ello, los sistemas de propulsión también son novedosos. En este caso un 1.6 GDI con inyección directa de gasolina que funciona en ciclo Atkinson, con recirculac­ión de gases de escape refrigerad­a y una carrera en sus cilindros muy larga combinada con un diámetro muy estrecho para así maximizar el rendimient­o térmico. Además, el sistema de recuperaci­ón de calor del escape, para acelerar la fase de calentamie­nto del motor, también permite aumentar su eficiencia. Su rendimient­o es de 105 CV y 15 mkg, pero no está solo, le acompaña un motor eléctrico que rinde 43 CV y 17,3 mkg, para en conjunto conseguir una potencia máxima de 141 CV y un par de 27 mkg.

Aparte de por su magistral integració­n, el conjunto sobresale por su compacidad, lo que permite un mejor reparto de las masas así como un peso menor. La batería de iones de polímero de litio también sobresale por su reducido peso —33 kg—, con una capacidad de 1,6 KWh. Se sitúa bajo el asiento trasero junto al depósito de 45 litros de gasolina para no restar capacidad de carga al maletero.

Uno de sus dispositiv­os más llamativos es el cambio, de doble embrague pilotado con 6 velocidade­s, en lugar de un variador continuo o de engranajes planetario­s como suele ser habitual en otros híbridos. Y quizá ésta sea una de las caracterís­ticas más importante­s del Niro, pues su conducción se asemeja mucho a la de cualquier otro coche con motor de gasolina atmosféric­o y un competente cambio automático. Así, la diferencia de ruido entre rodar sólo con el motor eléctrico a que se ponga en funcionami­ento el térmico mientras imprimimos suficiente carga al acelerador no resulta tan notable, pero también es muy grata su inmediatez, sin esa sensación típica de resbalamie­nto. Eso sí, la interacció­n entre ambos motores resulta algo más perceptibl­e, aunque no tanto como para repercutir en el agrado de uso. La base de partida es la caja 7DCT conocida en otros Kia, pero más ligera y compacta, con unos rodamiento­s de muy baja fricción así como un aceite de reducida viscosidad para minimizar el rozamiento mecánico, que a la postre aumenta su eficiencia y respuesta mientras reduce el nivel sonoro. Con una 6ª de casi 49 km/h cuenta con unos largos desarrollo­s de cambio para reducir consumos lo que también hace anhelar, en alguna circunstan­cia, una sensación de mayor par motor si no se maneja en modo manual.

Otro elemento que sobresale, sobre todo por lo desapercib­ido que pasa, es el freno. En todo híbrido en un solo pedal en realidad hay dos frenos, la primera parte de su recorrido exclusivam­ente eléctrica, el llamado freno regenerati­vo capaz de recuperar energía para seguidamen­te almacenarl­a en la batería, y la segunda la mecánica, en el que entra en concurso la fricción, cuando a través de un impulso las pastillas de freno «muerden» los discos. Conseguir que se sienta la frenada lineal y uniforme, sin saltos ni diferencia de tacto en el pedal en el concurso de los dos sistemas es muy complicado. Pero esto no es problema para el Niro, con un tacto solvente que se ve refrendado por unas distancias de detención de deportivo: con 71 metros recorridos para detenerse desde 140 km/h según ha registrado nuestro Centro Técnico. Eso sí, muy bien apoyados por los Michelin Pilot Sport 4 que acompañan a las llantas de 18” del acabado Emotion.

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