El eje trasero se mantiene absolutamente estable a pesar de no tener alerones traseros enormes
delantero, heredado del GT3. En el eje trasero, además de un difusor especial en los bajos, el R se vale de un alerón trasero extensible automático tomado de los modelos Carrera. Sin embargo, comparado con éstos, el alerón del R es capaz de colocarse en una posición diez grados más vertical.
Y entonces, tras otros 60 kilómetros de carretera secundaria tras la salida de Ivrea, te ves finalmente al pie de nuestro caprichito de 2.612 metros. Son las 22:08: un momento ideal para explorar uno de los puertos de montaña más desconocidos. El Colle del Nivolet, en el extremo noroccidental del Piamonte, se cuenta entre los diez puertos de montaña más altos de los Alpes, pero se encuentra frecuentemente desierto, pues su rampa norte sin asfaltar lo convierte a efectos prácticos en un callejón sin salida. Como contrapartida, desde su comienzo en Ceresole Reale a 1.620 metros de altura, la rampa sur ofrece un laberinto de serpentinas de 21 kilómetros de longitud hasta la cumbre del puerto, unos 1.100 más arriba.
Sin perder un instante alquilamos una habitación de hotel a una sorprendida familia numerosa italiana (Hotel Blanchetti, a 60 euros la habitación individual). A continuación engranamos la primera, y el cuatro litros empieza a tamborilear. 5.000, 6.000, 7.000, 8.500, clac, segunda marcha. Con sus reducidas distancias entre las marchas, su pequeña palanca y la precisión de sus engranajes, la caja de cambios de seis velocidades es un regalo que ansiábamos desde hace mucho. Muchas gracias, Porsche, por traerla de vuelta. En la segunda generación del 991 de GT3, la fantástica caja de cambios volverá a estar disponible como alternativa a la PDK. Pulsamos el botón Sport; para los disléxicos del pedal, la caja de cambios reparte los golpes de acelerador a la perfección.
Frenar, girar, enamorarse... El 911 R dobla las curvas con facilidad y ligereza, reaccionando más rápido a los cambios de marcha que sus hermanos aleronados GT3 y GT3 RS, coleando con gusto pero sin perder el control. También a plena carga, este vehículo dotado de bloqueo mecánico de diferencial en el eje trasero bandea ligeramente su preciosa zaga.
Primera marcha, segunda, primera, segunda... en comparación con el Anillo Norte, aquí no es que se corra mucho, pero con su estupenda maniobrabilidad, el R transmite la sensación de estar en una prueba del campeonato del mundo de rallyes. Tras el embalse Lago Serrù, a 2.275 metros de altura, el Nivolet, con sus escarpes laterales, le hace a uno pensar que esté en Turini.
El sistema de dirección, cuyo hardware procede del GT3, resulta algo más ligero que en su origen. Esto hace que el R transmita la sensación de pesar menos. Mientras que las suspensiones se han sacado directamente del GT3 sin realizar ningún cambio, los amortiguadores y la dirección del eje trasero se han modificado especialmente para su uso en carretera. El ABS también está ajustado de otro modo. Pero hasta con el ABS activado, cualquiera se atreve a frenar en esta pista rodeada de paredes heladas y plagada de pequeños regueros. El calor queda atrás: en la cumbre no hacen más de cinco grados centígrados. Aunque según la página 171 del manual instrucciones, al R convenga calzarle neumáticos de invierno a partir de los siete grados, sigue sintiéndose de maravilla aquí arriba con sus Michelin Cup 2 recalentados.
Derecha, izquierda, derecha, izquierda... y de repente estás en lo alto del puerto y te preguntas dónde han quedado esas diez horas de camino. ¿Esto ha sido todo? Mientras el R chirría a gusto, al fotógrafo dice de pronto algo sobre una toma larga en la oscuridad. Aún mejor. Tras tres horas de descanso nocturno, el salpicadero registra un nuevo arranque a las 4:58. Hora de echarse fotos al amanecer. En resumen: puerto arriba, puerto abajo, puerto arriba, puerto abajo.