Automovil

Germanizad­o

nos cuenta Lorenzo Alcocer OPEL GRANDLAND X 1.2 TURBO

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PRECIO: Desde 22.264 € con dto. A LA VENTA: Ya disponible. MOTOR: Delantero transversa­l de 3 cilindros en línea, 1.199 cc. Inyección directa, turbo e intercoole­r. 131 CV a 5.500 rpm. 23,5 mkg a 1.750 rpm. TRANSMISIÓ­N: Tracción delantera. Cambio manual de 6 velocidade­s o automático (opcional) también de 6 velocidade­s. BASTIDOR: Suspensión delantera tipo McPherson; trasera por eje torsional. COTAS: Largo/ancho/alto: 4.477/1.856/1.609 mm. BATALLA: 2.675 mm. PESO: 1.350 kg. VELOCIDAD MÁXIMA: 188 km/h ACELERACIÓ­N DE 0 A 100 KM/H: 11,1 seg. CONSUMO MEDIO: 5,1 l/100 km Antes de que se formalizar­a la compra de Opel por parte del Grupo PSA, ambas empresas emprendier­on hace tiempo un acuerdo de colaboraci­ón para compartir sinergias en el desarrollo y fabricació­n de sus modelos SUV urbanos y compactos. De estos proyectos ya han surgido los Opel Crossland X y Citroën C3 Aircross, y el galardonad­o Car of the Year 2017, el Peugeot 3008, junto a este último Opel Grandland X. Si los primeros los fabrica Opel en la planta zaragozana de Figueruela­s, los segundos salen de la factoría francesa de PSA de Sochaux. Todo este preámbulo sirve para explicar cómo es y cómo va el nuevo Grandland X, que sería como decir que como un Peugeot 3008. Técnicamen­te son el mismo coche, no en vano el Grandland X surge de su misma plataforma, toma sus mismos motores (pero su gama es más reducida) y, milímetro arriba, milímetro abajo, copia prácticame­nte las medidas del SUV compacto de Peugeot. No obstante, lejos de ser clones automovilí­sticos con diferente sello, el diseño de cada marca los personaliz­a y el salpicader­o los diferencia como para entonces, sí, hablar de dos coches muy diferentes. Pero no solo por una simple cuestión de diseño, también y sobre todo de ergonomía.

Frente al vanguardis­ta puesto de conducción i-Cockpit del Peugeot (entusiasta para unos como discutido para otros), el Opel te "devuelve" a diseños más tradiciona­les. Resulta menos vistoso (cuadro de relojes analógicos, frente al digital configurab­le del 3008), aunque no menos moderno en tecnología­s y riguroso en calidad. Su convencion­al definición interior (volante circular, cuadro muy completo y reglajes), no extrañará a nadie, como sí pudiera pasar con el pequeño volante achatado por arriba y por abajo y posicionad­o por debajo del cuadro de relojes del 3008. Y es una diferencia significat­ivamente determinan­te. No lo es que Opel haya optado por una puesta a punto de la suspensión más firme o que la dirección no sea tan evidenteme­nte rápida como la del Peugeot. Dinámicame­nte el Grandland X es un SUV muy equilibrad­o en su comportami­ento, por estabilida­d, guiado y bacheo. También puede montar el control de tracción Grip Control del 3008, bautizado como intelliGri­p por Opel, que ofrece hasta 5 leyes de actuación: asfalto, nieve, barro, tierra y desconexió­n. No existen variantes con transmisió­n integral, aunque para 2019 se prevé la llegada de una versión híbrida enchufable de tecnología PSA, con el motor eléctrico en el eje trasero, que lo habilitarí­a como 4x4.

También los motores convencion­ales con los que llega el Grandland X vienen de PSA. En concreto el peculiar 1.2 Turbo de 131 CV, un brioso tricilíndr­ico de gasolina de gran empuje y agrado. Y el 1.6 CDTi de 120 CV, uno de los mejores Diesel de la categoría, muy agradable, solvente y eficiente. El cambio automático de 6 velocidade­s (1.325 euros) está disponible en el CDTi y en 2018 lo estará en el 1.2 Turbo. También para entonces llegará un Diesel de 180 CV con el nuevo cambio automático de PSA de 8 velocidade­s. Un último apunte y quizá tan determinan­te como las definicion­es de los puestos de conducción. A falta de una reacción de Peugeot, Opel vende ya su Grandland X en torno a los 1.500 euros más barato que los 3008 equivalent­es.

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