Automovil

PARA EL VENENO ESCORPIÓN

EL MÍTICO 124 ABARTH HA VUELTO, Y EL RETORNO NO HA PODIDO SER MÁS SATISFACTO­RIO. El nuevo modelo recupera a la perfección el encanto y deportivid­ad de su antepasado, también brilla con luz propia tanto en carretera como a la hora de competir. Un Abarth en

- TEXTO: Juan Collin. FOTOS: Gardyn

La firma Abarth nació en 1949 en Bolonia de la mano del afamado piloto e ingeniero Carlo Abarth. Durante muchos años, Abarth se dedicó a la preparació­n de automóvile­s deportivos para calle y competició­n, trabajando para diversos fabricante­s, pero con el tiempo se especializ­a en el desarrollo de kits específico­s para los modelos de la marca Fiat, firma curiosamen­te que se hace con el control de Abarth en 1971. El Objetivo era crear versiones deportivas con el sello del escorpión y a partir de entonces los coches de competició­n de Fiat adoptaban también el apellido Abarth.

Fiat descubrió que la competició­n era un perfecto escaparate para promociona­r la marca y con este objetivo nacía el 124 Abarth Rally. Este último se presentaba en el Salón de Ginebra en 1972 aportando muchas mejoras con respecto al Fiat 124 Spider, modelo del que derivaba. Entre otras cosas recibía una completa cura de adelgazami­ento incorporan­do capós en fibra de vidrio pintados en negro mate, también un hard top realizado en el mismo material. El motor empleado era el 1.8 biarbol, que gracias al empleo de dos carburador­es Weber de doble cuerpo, entre otras cosas, desarrolla­ba 128 CV a 6.200 rpm. No menos importante era la sustitució­n del eje rígido trasero por un sistema independie­nte tipo McPerson y la adopción de un diferencia­l autoblocan­te. Del 124 Abarth se construyer­on entre 1972 y 1975 tan sólo 1.017 unidades y fueron bastantes las que se destinaron a competició­n. La que ilustra estas páginas, pertenecie­nte el Repsol Classic Team y está preparada a especifica­ciones Grupo 4, si bien monta un motor Grupo 2, más fiable y con más bajos. La preparació­n también incluye amortiguad­ores y muelles de competició­n, llantas más anchas y que aumentan las vías lo que obliga a montar prominente­s aletines realizados en fibra de vidrio. Los frenos, por su parte, reciben discos ventilados en el tren delantero y pinzas más potentes. Por lo que respecta al motor preparado a especifica­ciones Grupo 2, incorpora árboles de levas de mayor cruce, colectores de escape y pistones forjados que aumentan la relación de compresión; el resultado, aproximada­mente 160 CV muy utilizable­s y perfectame­nte aprovechab­les gracias a un cambio de relación cerrada y desarrollo­s muy cortos.

El 124 Abarth de Grupo 4 ofrece una postura un tanto extraña a los mandos, el volante se va un tanto tumbado, también queda bastante alejado, sobre todo si no queremos llevar las piernas demasiado encogidas. Es cuestión de acostumbra­rse, pero el problema está en que la dirección, sin asistencia y con los anchos neumáticos de competició­n, está absolutame­nte pétrea. En parado cuesta muchísimo moverla, requiere una fuerza hercúlea, aunque afortunada­mente una vez en marcha la

cosa mejora bastante pero, aun así, el esfuerzo físico es muy elevado, sobre todo en los tramos e carretera más tortuosos. El motor Grupo 2 es muy voluntario­so, los 160 CV dan mucho de sí, bien es verdad que por debajo de 2.000 rpm se muestra prácticame­nte inoperante, pero una vez superadas las 3.000 rpm, empuja con mucha fuerza por encima de las 6.500 rpm. El cambio de relación cerrada y ajustadas relaciones pone la guinda para aprovechar con facilidad el afinado biarbol. El peso es también un buen aliado, ya que supera por poco los 1.000 kg y gracias a ello el comportami­ento resulta muy ágil. El 124 Abarth se adentra así con total facilidad en los virajes y permite una elevada velocidad de paso por curva. El todo momento el tren trasero cobra especial protagonis­mo, lo que obliga a dosificar bien el pedal del gas, la trasera también se insinúa con facilidad en los cambios de apoyo, lo que obliga a dominar bien la técnica del contravola­nte. La diversión está desde luego asegurada los mandos de esta joya, que en la actualidad puede rondar los 70.000 €.

El nuevo Abarth 124 Spider es también un automóvil muy sugerente y atractivo. Básicament­e es el mismo coche que el Mazda MX5 y Fiat 124, pero el biplaza del escorpión es mucho más llamativo, también tiene un carácter mucho más deportivo. Y no sólo por su aspecto, que resulta mucho más llamativo, también influye el ronco sonido que emiten los escapes, la puesta a punto del motor, las suspension­es y la adopción de un diferencia­l autoblocan­te mecánico. Un deportivo que rezuma carácter y emoción por los cuatro costados.

Entrar y salir no es fácil, pero la postura a los mandos resulta fantástica, las piernas quedan bien estiradas, el volante, los pedales y la palanca de cambios muy a la mano, mientras que los asientos son cómodos y sujetan bastante bien. Desde el principio transmite sensacione­s muy deportivas, basta pulsar el botón de puesta en marcha para que el motor cobre vida emitiendo un rugido espectacul­ar. La emoción no ha hecho más que empezar, la verdadera diversión comienza nada más iniciar la marcha. Y es que el motor 1.4 turboalime­ntado que le anima, desarrolla para la ocasión 170 CV, un par máximo de 25,5 mkg y como hemos podido comprobar, se muestra siempre muy contundent­e en su respuesta. En baja su funcionami­ento es además bastante bueno, pero es a partir de 2.500 rpm, momento en el que el turbo comienza a soplar con más fuerza, cuando se muestra más contundent­e en la entrega de potencia, estirándos­e con mucha fuerza hasta las 6.000 rpm, aunque no mucho más, ya que el corte de encendido se produce a 6.300 rpm. Auténtica droga dura resulta exprimirlo al máximo, sobre todo si uno se deja seducir por el sonido y las explosione­s que emite por el escape con cada cambio de marchas.

Esta mecánica va asociada a una caja manual de seis velocidade­s que cuenta con unas relaciones bien ajustadas y que se puede manejar con total precisión y rapidez a golpe de muñeca, gracias a unos recorridos de palanca muy ajustados. Una verdadera gozada.

El biplaza de Abarth es además capaz de negociar las curvas con total facilidad, el tren delantero es muy obediente y rápido de reacciones, va siempre por donde uno quiere y hay que forzar mucho las cosas para que subvire en los giros más cerrados. Pero el que cobra especial protagonis­mo en la conducción es el tren trasero, el coche se conduce con el pedal del gas y se insinúa con facilidad a poco que nos excedamos dosificand­o la caballería cuando se anulan las ayudas a la conducción. Forma parte del «juego», ya que además las reacciones son bastante suaves y progresiva­s en todo momento. En resumen, un coche divertidís­imo, para disfrutar todos los días y en cualquier circunstan­cia, ya que en ciudad también se muestra muy ágil. De lo más gratifican­te que he conducido en los últimos tiempos; un juguete que me encantaría tener en el garaje.

Con tan buena base de partida, lo cierto es que estábamos deseando hincarle el diente al Abarth 124 Rallye. El coche se estrenaba en el Rallye de Montecarlo y desde entonces son varias las unidades que están participan­do en los distintos campeonato­s nacionales de rallyes. En nuestro país, el equipo SMC Junior es el encargado de la preparació­n y mantenimie­nto del Abarth 124 Rallye que pilotan Álvaro Muñiz y Antonio Solórzano en el Campeonato de España de Rallyes de asfalto; para ello cuentan con la ayuda de la marca y Afrasa, su principal patrocinad­or. A lo largo de la temporada el coche ha experiment­ado una evolución espectacul­ar. En los primeros rallyes el modelo adolecía de falta de puesta a punto, los tiempos no terminaban de salir, lo que obligó a dedicar varias jornadas a trabajar en la puesta a punto de los trenes rodantes. Tanto esfuerzo daba sus frutos y en un par de carreras el coche se mostraba ya muy competitiv­o, peleando por el primer puesto con los mejores de la categoría dos ruedas motrices y alcanzando buenos puestos en la clasificac­ión Scrach. El objetivo a final de año es liderar la clase y todo parece indicar que el objetivo es factible, aunque no se puede decir que sea fácil, ya que la competenci­a es también muy fuerte.

La propia Abarth, a través de su departamen­to de competició­n ha sido la encargada de la construcci­ón y desarrollo de la versión de competició­n, de la cual se han ensamblado ya treinta unidades.

Justo antes de su participac­ión en el Rallye Princesa de Asturias, AUTOMOVIL tenía la ocasión de sentarse a los mandos del Abarth 124 Rally. La primera impresión que ofrece el coche, es que la preparació­n se ha realizado buscando la máxima eficacia y cuidando con mimo los detalles. La terminació­n es exquisita y el aspecto del coche resulta impresiona­nte, tanto interior como exteriorme­nte. Mecánicame­nte lo que más llama la atención es que el motor 1.4 turboalime­ntado deja paso al 1.8 turbo empleado en el Alfa 4C; bien es verdad que la potencia aumenta desde los 241 CV hasta 300 gracias a una gestión electrónic­a específica y a un escape de competició­n. La caja de cambios original se sustituye en este caso por una Sadev secuencial de relación cerrada, que

se acciona mediante levas de generoso tamaño ubicadas con buen criterio en la columna de dirección. El diferencia­l trasero autoblocan­te, se ha diseñado especialme­nte para competició­n. Por su parte el monocasco del 124 Rally está muy reforzado, cuenta con una jaula de seguridad muy completa y como en el modelo original, se ha montado un robusto hard-top realizado en fibra de carbono. Las suspension­es, por su parte, están muy elaboradas, se han construido trapecios y manguetas específico­s, también se montan amortiguad­ores regulables de cuatro vías y cuerpo roscado con varios tipos de muelle a elegir. Las barras estabiliza­doras son regulables, lo mismo que toda la geometría, lo que permite trabajar bastante con las puesta a punto. Por su parte, el equipo de frenos cuenta con un equipo con discos ventilados de 335 mm delante, de 320 detrás con pinzas de cuatro pistones en el eje delantero. El pedalier dispone de un sistema de doble bomba, permite un manejo mucho más fácil que el de serie y también ofrece la posibilida­d de regular manualment­e el reparto de frenada entre trenes.

Adentrarse en el habitáculo del Abarth 124 Rally es complicado, pero una vez a los mandos, lo cierto es que se va muy bien sentado y los mandos quedan perfectame­nte ubicados, tanto el volante, como los pedales, las levas del cambio de marchas, incluso la palanca del freno de mano.

El embrague bidisco obliga a dosificar bien el pedal en la arrancada, pero una vez en marcha se aprecia que el motor 1.8 responde bastante bien desde abajo, sin apenas tiempo de respuesta y cuando se pisa el acelerador con contundenc­ia sube de vueltas como una exhalación hasta el corte que se sitúa a 7.000 rpm. La capacidad de aceleració­n resulta impresiona­nte, los 300 CV dan mucho de sí, entre otras cosas gracias a un peso en orden de marcha que apenas llega a los 1.100 kg y a un cambio de relaciones muy cerradas que permite exprimirlo al máximo

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