Alfa Romeo Stelvio Quadrifoglio
La deportividad no está reñida con la carrocería SUV.
EN UNOS TIEMPOS EN LOS QUE LO QUE SE IMPONE ES LA ELECTRIFICACIÓN, SORPRENDE QUE UNA MARCA COMO ALFA ROMEO APUESTE POR LA DEPORTIVIDAD EN EL SENTIDO AMPLIO DE LA EXPRESIÓN, UNA ESPECIE DE AUTOMÓVILES QUE EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS PARECE SERIAMENTE AMENAZADA.
Ni los más optimistas se imaginaban hace una década que Alfa Romeo pudiera plantar cara a los BMW M3 o Audi RS4 y que construyera un coche como el Stelvio Quadrifoglio, hoy por hoy la referencia entre los SUV deportivos. Es evidente, que a Alfa Romeo no se le ha olvidado hacer coches, de los de verdad. La receta empleada para construir esta versión Quadrifoglio del Stelvio puede parecer sobre el papel bastante sencilla, sobre todo si se tiene en cuenta que Alfa Romeo tenía todos los ingredientes en la «despensa» y le ha bastado con «cocinarlos» de la forma adecuada para elaborar un «plato» digno de los mejores chefs. El motor empleado para la ocasión, no podía ser otro que el poderoso V6 de 2.9 litros turboalimentado que anima al Giulia Quadrifoglio y que para la ocasión mantiene los 510 CV y 61,22 mkg. De todas formas y a diferencia del Giulia que se conforma con la propulsión trasera, en el Stelvio los 510 CV llegan al suelo mediante un sistema de cuatro ruedas motrices, como no podía ser de otra manera en un SUV. En condiciones normales, no obstante, es el eje posterior el que recibe la mayoría del par y el diferencial central, según las necesidades, es capaz de transmitir hasta un 50% a las ruedas delanteras. Además, para optimizar el comportamiento deportivo, el eje posterior dispone de un diferencial autoblocante de control electrónico similar al del Giulia.
El Stelvio también comparte con el Giulia el refinado esquema de suspensiones de dobles triángulos tanto en el eje delantero como en el trasero, que en esta versión Quadrifoglio disponen de reglajes específicos y amortiguadores pilotados con dos posiciones a elegir. El calzado específico de esta versión incluye además espectaculares llantas de 20” calzadas con exclusivos neumáticos Pirelli PZero 255/45 delante y 285/40 detrás. El equipo de frenos está a la altura de las circunstancias y en opción se puede reforzar con un equipo de discos cerámicos que montaba la unidad probada.
Con semejante carta de presentación, el Stelvio QV se presenta como uno de los SUV más poderosos del mundo con el Mercedes AMG GLC 63 como su principal rival, al menos hasta la llegada de una versión Turbo del Porsche Macan actual, ya que tanto por dimensiones, como por precio, el Cayenne Turbo se puede considerar de una categoría superior.
Aunque no soy un fan de los SUV, reconozco que tras probar el Giulia Quadrifoglio, tenía muchas ganas de hacer lo propio con el Stelvio
EL V6 ES MUY POTENTE Y AGRADABLE DE MANEJAR, PERO TRAGA MUCHA GASOLINA
y sobre todo tras los elogios de nuestro compañero Dani Cuadrado de la revista Autopista, que lo había conducido semanas antes y comprobar asimismo los excelentes registros que había obtenido nuestro Centro Técnico.
Aunque en báscula ha pesado la friolera de 252 kg más que el Giulia, para nuestra sorpresa el Stelvio consigue batir a la berlina en aceleración, casi 4 décimas de segundo en el 0 a 100 km/h y menos de 1 décima en los 400 metros saliendo desde parado, para parar el cronómetro en 3,75 y 11,93 segundos respectivamente. Parece increíble, pero tiene su lógica, sobre todo si se piensa que en los primeros metros de aceleración, con sólo tracción al eje posterior, el Giulia pierde algo de tiempo quemando rueda, mientras su hermano es capaz de transmitir sin problemas la abundante caballería al suelo. No es de extrañar que el modelo italiano se consolide como uno de los SUV más veloces del mundo, con unas prestaciones que para sí quisieran muchos deportivos de «campanillas». Lógicamente a medida que van pasando los metros el Guilia se impone con claridad en aceleración y lo mismo ocurre con las cifras de recuperación y adelantamiento.
Con estos antecedentes, llegaba por fin el momento de ponerse a los mandos del poderoso SUV italiano. Que por cierto, de todo camino tiene poco, ya que con las gomas que calza es una verdadera temeridad abandonar el asfalto si no se quiere dañar un neumático a las primeras de cambio.
El coche cautiva por su aspecto exterior y algo parecido puede decirse cuando uno se adentra en el habitáculo. No es tan tecnológico como sus rivales germanos, nada de pantallas enormes o un cuadro de instrumentos configurable, tampoco está a la última en sistemas de conectividad, pero esto se compensa con un diseño del habitáculo muy elegante y deportivo, también puede presumir de unos acabados de buena calidad y un equipamiento muy completo.
En el interior, las similitudes con el Giulia Quadrifoglio son evidentes y a los mandos se disfruta de una excelente disposición y una buena visibilidad, aunque la sensación es que se trata de un coche grande y no demasiado manejable. Se nota especialmente a la hora de maniobrar, ya que además el radio de giro de la dirección es bastante limitado. Pero lo cierto
OFRECE UN DINAMISMO IMPRESIONANTE Y UNA CONDUCCIÓN MUY GRATIFICANTE
es que una vez en marcha esto se olvida rápidamente y el Stelvio sorprende con un dinamismo y agilidad impresionantes. Como ya demostrara en el Giulia, el V6 de 2.9 litros turboalimentado ofrece un rendimiento espectacular; suave y refinado en la parte baja del cuentavueltas, impresiona por su capacidad de empuje a medio y sobre todo en la parte alta del cuentavueltas, donde es capaz de estirarse hasta la frontera de las 7.000 rpm con una garra impresionante. Como así lo demuestran las prestaciones, los 510 CV declarados dan mucho de sí, pero son muy dosificables y admiten de buen grado su utilización en ciudad a ritmo relajado. Declara una velocidad máxima superior a los 280 km/h y empujar empuja como un misil en fase de aceleración cuando se pisa el pedal del gas, pero eso sí, demanda gasolina como un poseso; rodando a ritmo relajado es difícil bajar de los 13 litros/100 km en recorridos interurbanos y conduciendo sin demasiadas contemplaciones, los 20 litros están cantados.
El seis cilindros va asociado en exclusiva a un cambio automático de convertidor de par de ocho marchas, que además de suave, es muy rápido y obediente cuando se emplean unas le- vas perfectamente ubicadas en la columna de dirección.
El Giulia podía presumir de tener el mejor tren delantero de su categoría y algo similar ocurre en el Stelvio. Resulta impresionante la agilidad que ofrece, es sumamente obediente y preciso, también demuestra una agilidad sobresaliente y a los mandos parece un coche mucho más pequeño de lo que es. No es de extrañar que en carretera permita rodar a un ritmo altísimo con total facilidad y confianza, como si estuviéramos a los mandos de un deportivo de altos vuelos.
Ofrece cuatro modos de conducción: a, n, d, Race y también se puede escoger entre dos tarados para la amortiguación. El carácter del coche cambia en función del programa escogido, sobre todo si se emplea el modo Race con el que el motor responde de forma más contundente y ofrece un sonido más deportivo, el cambio es más rápido, las suspensiones adoptan un tarado bastante enérgico y los controles de estabilidad y tracción se desconectan casi por completo.
No es recomendable utilizarlo en carretera, pero el modo Race era lógicamente el programa escogido a la hora de visitar nuestra pista de pruebas. Demasiado enérgicos para circular por carretera, los tarados de la amortiguación ofrecen un compromiso perfecto a la hora de rodar al límite y gracias a ello el voluminoso Stelvio vira muy plano, permitiendo afinar al máximo las trazadas y consiguiendo que este «gigante» obtenga un paso por curva que rompe los esquemas a cualquiera. Una vez más el tren delantero demuestra su enorme eficacia, pero lo más sorprendente es que el trasero tiene un comportamiento que se asemeja bastante al de un propulsión trasera. Manda mucho en la conducción y redondea las curvas con facilidad y lo que uno quiera, pero siempre con control gracias a la ayuda de la tracción total. Ni que decir tiene, que además de sumamente eficaz, el Stelvio Quadrifoglio resulte muy gratificante en su conducción.
Gracias a su elevado rendimiento mecánico, sorprende el ritmo al que se suceden los acontecimientos, pero también la facilidad y el disfrute que ofrece para rodar al límite, algo poco habitual entre los SUV de semejante tamaño y peso.
EL HABITÁCULO OFRECE UN DISEÑO MUY ELEGANTE Y DEPORTIVO
Lo único que no termina de convencer es el tacto de los frenos cerámicos opcionales que montaba la unidad de pruebas. Su funcionamiento es peculiar, les falta mordiente en frío y son difíciles de dosificar, pero eso sí, son muy potentes rodando al límite y aguantan el trato más exigente sin apenas inmutarse.
En Alfa presumen que el Stelvio Quadrifoglio es el SUV más eficaz del mundo y lo han demostrado en el circuito de Nürburgring, donde este todo camino lograba parar el cronómetro en un tiempo de 7 minutos 51 segundos, superando en 8 segundos el anterior registro conseguido por el Porsche Cayenne Turbo. Este último, sin embargo, mantiene el récord entre los SUV en nuestra pista de pruebas y el Stelvio Quadrifoglio también se ve superado por los BMW M5 y M6, pero consigue, no obstante, un excelente registro y se sitúa a escasos dos segundos del Giulia.
No está por tanto tan claro que el Stelvio Quadrifoglio sea el SUV más eficaz del mundo, pero es evidente que está entre los mejores y lo que sí puedo asegurar es que es el más gratificante a la hora de conducir, lo cual dice mucho en favor Alfa Romeo. Una marca que ha vuelto a los orígenes para consolidarse como una referencia en deportividad y placer de conducción.