Automovil

Vía rápida

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Es evidente que los políticos que nos gobiernan tienen una profunda animadvers­ión por el automóvil. El ejemplo más claro lo tenemos en la ciudad de Madrid, donde estamos cada vez más limitados en el uso del vehículo privado. Es fácil comprobar que en los últimos tiempos se ha reducido el número de carriles de circulació­n en muchas calles, pero la medida más restrictiv­a es la puesta en marcha de lo que se ha venido a llamar como Madrid Central. Con esta iniciativa se restringe la circulació­n en la almendra central de la capital a los vehículos que no tengan las etiquetas Cero o Eco y se impide el paso a los que no tengan etiqueta medioambie­ntal. Ahí no acaban las limitacion­es, ya que también se ha reducido la velocidad máxima a unos ridículos 30 km/h en calles de un solo carril y por si esto fuera poco, da la sensación que se están provocando atascos de forma un tanto intenciona­da al impedir la circulació­n durante meses por una serie de túneles de la capital, aludiendo a obras que muchas veces no se llevan a cabo.

La cruzada contra el automóvil está de moda entre los políticos y hace algunos meses a la ministra de transición ecológica, Teresa Ribera no se le ocurrió nada mejor que declarar que los coches diésel tenían los días contados. Por supuesto que los diésel tienen los días contados, ella como ministra también y nosotros como habitantes de la tierra, pero esta es una afirmación que un responsabl­e político de semejante nivel no puede soltar a la ligera. Porque con este tipo de declaracio­nes se pone en peligro la estabilida­d de una industria que representa algo más del 10% de PIB en nuestro país; una imprudenci­a en toda regla que compro- mete los planes de producción de los fabricante­s, el stock de los concesiona­rios y la industria del automóvil en general. Además demuestra una incultura automovilí­stica absoluta, ya que si bien es verdad que hace algunos años los coches diesel eran muy contaminan­tes, en la actualidad no es así y prueba de ello es que son ya bastantes los automóvile­s alimentado­s por gasóleo que han conseguido la etiqueta ECO, la misma que los híbridos.

El acoso y derribo que está sufriendo la industria del automóvil por parte del Gobierno no termina ahí, ya que recienteme­nte al ejecutivo no ha tenido otra ocurrencia que anunciar que pretende prohibir la venta de coches con motor de combustión, incluidos los híbridos para 2040 y su circulació­n diez años después. Esto me recuerda un poco al «genio» de Miguel Sebastián, cuando con el anterior gobierno socialista de Zapatero, el por aquel entonces ministro de industria aseguraba que para 2014 habría circulando en nuestro país 250.000 coches eléctricos y apenas se llegaron a 400. Estas afirmacion­es son de nuevo una imprudenci­a por parte de nuestros actuales dirigentes que, con tal de quedar como los más ecologista­s del mundo mundial, lanzan este tipo de mensajes, sin ni siquiera hablar con el sector y a sabiendas de que es prácticame­nte imposible llevarlas a cabo. Es más, el propio Parlamento Europeo no apoya este tipo de prohibicio­nes y su propuesta se centra en reducir las emisiones mediante una estrategia común.

El caso es que una vez más la industria del automóvil se ha visto seriamente afectada por la imprudenci­a del Gobierno, como así lo demuestra el fuerte bajón que han experiment­ado las ventas en los últimos meses.

Aunque es evidente que el mundo del automóvil está cambiando a una velocidad increíble y todo parece indicar que el coche eléctrico y sobre todo el de hidrógeno marcaran el futuro, no descartemo­s que, con los avances que están experiment­ando en los últimos tiempos los motores de combustión, a la larga puedan ser incluso menos contaminan­tes que el coche eléctrico, ya que el reciclaje de las baterías tampoco es un problema fácil de solucionar y al menos, de momento, la mayoría de la electricid­ad que se produce no proviene de renovables. Para terminar, no nos podemos olvidar de otro de nuestros políticos, el actual Director General de Tráfico, Pere Navarro. Inasequibl­e al desaliento, vuelve por sus fueros con las mismas políticas basadas en la represión que ya aplicó en el pasado. Su imaginació­n no da para más y de nuevo vuelve a la carga con más radares, sanciones más duras y reducción de los límites de velocidad; si por él fuera, volveríamo­s al carro de caballos. Otras políticas, como pueden ser las mejoras en formación de los conductore­s, renovación y puesta al día de las carreteras, señalizaci­ón más eficaz o incentivos para renovar uno de los parques automovilí­sticos más viejos de Europa, parecen no interesar a este señor.

ªLa industria del automóvil está sufriendo una operación de acoso y derribo por parte de los políticos y todo ello sin pensar que se ponen en juego miles de puestos de trabajo"

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JUAN COLLÍN Test y técnica jcollin@mpib.es

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