SOBRE LOS POLÍTICOS INCORRECTOS
Si se les pasó el editorial de Juan Ignacio Eguiara del número 486, “Políticamente incorrecto”, les recomiendo que vuelvan sobre él. Siempre me parecen interesantes los comentarios y las opiniones de la cabeza pensante de esta revista, aunque no siempre esté de acuerdo con él. Casi prefiero no estarlo porque eso me sirve para revisar mis puntos de vista y comprobar si estoy equivocado (cosa que me sucede con mucha frecuencia).
En este caso, aparte de cuestiones menores, hay algo que nos separa. Plantea que las medidas en favor de los coches eléctricos y en contra de los de combustión son populistas y, en cierta medida, una venganza contra la industria del automóvil por el “Dieselgate”. Creo que ni una cosa ni la otra.
Como él mismo señala, hay políticos que «dicen lo que el pueblo quiere oír, aunque sea mentira» . Pero las normas muy restrictivas sobre emisiones o limitar el acceso de vehículos de combustión a las ciudades no creo que sea del gusto de la mayoría. Muchas personas se han encontrado con que su coche no les va a poder seguir prestando el servicio que necesitan, tendrán que cambiarlo para continuar con su vida como hasta ahora.
El ejemplo palmario de populismo es hacer justamente lo contrario a luchar contra el cambio climático: Trump en Estados Unidos. Puso al frente de la Agencia de Protección del Medio ambiente (EPA) a un sujeto que niega el cambio climático (Scott Pruitt) y, cuando tuvo que dimitir por los escándalos en los que esté envuelto, lo sustituyó por un cabildero de la industria del carbón (Andrew Wheeler). Como dice Juan Ignacio, daría votos sostener que todos vamos a cobrar las pensiones o que van a subir el sueldo a los funcionarios. También los daría decir que no hay por qué preocuparse de las emisiones de los coches. Efectivamente, no se soluciona el cambio climático solo restringiendo las emisiones de los coches. Incluso es posible que el cambio climático ya no tenga solución. Nada de eso es una razón para no limitar esas emisiones, aunque suponga un sacrificio para los ciudadanos.
Tampoco estoy de acuerdo en que los políticos sean los agresores y la industria del automóvil, la víctima. Indudablemente, tener que desarrollar e implementar sistemas de depuración de gases es un obstáculo para el beneficio de las empresas. Que los ciudadanos tengan que cambiar de coche, es todo lo contrario.
Además, los coches eléctricos brindan a la industria nuevas vías de negocio. El discurso estándar de las marcas actualmente es que van a pasar de fabricantes de coches a “proveedores de servicios de movilidad”. Básicamente significa que, en vez de obtener un ingreso por la compra del coche, se van a asegurar un flujo continuo de dinero mediante cuotas. No serán solo el equivalente al alquiler del vehículo, también costearán el uso de sus funciones y dispositivos. Por ejemplo, en el caso de un coche eléctrico, una tarjeta para el pago en las estaciones de recarga.
La electrificación y la informatización tiene otra ventaja para la industria: los coches van a quedar obsoletos más rápidamente. Por una parte, el aumento continuo de la autonomía hará que un coche eléctrico con pocos años se perciba como desfasado. Algo parecido (no igual) a lo que ocurre con una cámara de fotos debido al aumento de megapíxeles.
Por otra parte, en los dispositivos electrónicos, desde ordenadores a teléfonos, el hardware puede funcionar perfectamente y sin embargo volverse inútiles por la antigüedad del software. Al ligar muchas funciones del coche a los smartphones, como gestionar y programar la recarga de la batería, el automóvil queda igual de condicionado a la vigencia de un sistema operativo.
Esto no es una historia con buenos y malos, pocas lo son. Puede parecer que mi opinión sobre los políticos es mejor que la de Juan Ignacio y no es así, seguramente es peor. Quizá diferimos en que yo pienso que tenemos los políticos que nos merecemos, somos los responsables de que estén ahí. Si ellos fueran los malos de la historia, nosotros también.
El coche eléctrico no es un obstáculo para la industria del automóvil sino al contrario: una nueva oportunidad de negocio