DESDE MI DISTANCIA
Esto iba a ser un número muy especial para mí. 500 números de Automóvil. Comencé a leer la revista cuando en su cabecera se leía Fórmula y yo era un chaval que soñaba con coches. Por eso esta columna la empecé hace meses, cuando el coronavirus aún pensábamos que nos quedaba lejos. Pensé ironizar con que podría ser la maldición de Greta, acabar los desplazamientos humanos, al menos los de menor sentido. Luego vino Macron, con su proclama de no visitar a nuestros mayores, que en ese primer momento consideramos algo totalmente desconsiderado. La realidad ha superado lo imaginable. La realidad venidera puede que nos sorprenda aún más. Uber decidió que no suspendía sus servicios de taxi autónomo en EE.UU., pero a la vez la compañía Starsky de camiones autónomos cerraba definitivamente sus puertas. El segundo lo declaró como un modelo de negocio imposible, al menos en diez años, y no hay inversor que aguante eso. El primero, con éxito mínimo: ¿no será mejor un coche con chófer, sea taxi o VTC, que desinfecte empuñaduras o asideros tras cada servicio? Algo tendremos que inventarnos a raíz de esta pandemia. A partir de ahora, todos seremos muy conscientes de las pequeñas actuaciones.
Cuando compremos objetos de mala calidad de un país oriental -incluso de buena- ya sabemos que los 15 barcos cargueros más grandes del mundo que los traen contaminan la atmósfera –no CO2, sino sustancias contaminantestanto como todo el parque automovilístico mundial. Hemos conocido las ingentes emisiones de CO2 de los aviones o que vuelos ineficientes casi vacíos se mantienen para no perder el hueco en el mercado. Daremos más valor a la libertad de desplazarnos, también seremos más perspicaces y sensibles a lo que supone subirse a un transporte colectivo, hombro con hombro, como en el metro o en el autobús urbano. Antes sabías que podía existir el riesgo de esa mano furtiva que quería hurtar, ahora conoces la existencia de enemigos microscópicos e invisibles. ¿A qué hora (porque supondrás que se hará diariamente) habrán desinfectado el vagón? ¿Llevaremos trapo y alcohol cada uno al usar un transporte colectivo o público? Obsesivos como un Michael Jackson comprobaremos que de nuevo tu espacio invulnerable vuelve a ser tu automóvil. El tuyo, no el coche compartido, ni el de pago por uso. Al menos, mientras que entre los servicios y funcionalidades de confort y entretenimiento no figure su desinfección sistemática. El coche compartido tendrá que reinventarse, hacerse específico y adecuado a pasar de mano en mano de manera salubre. Muchos suministradores ya trabajaban en ello, pensando en esos coches multiusuario, aunque al ritmo de quien sabe que el público no lo iba a comprender… ni a pagar por ello. Como los cristales con protección ultravioleta e infrarroja, que percibías en verano sobre tu brazo en esos coches malos que no la tenían. Veremos ionizadores o ultravioletas para matar gérmenes patógenos antes de que entremos al habitáculo. La gente de Emission Analytics hace un par de años preparaban ensayos para calificar la capacidad de los distintos modelos de coches para ofrecer aire interior de calidad. No, no una firma olfativa con perfumes, sino depuración del aire interior. Con filtros se eliminan las partículas PM10, con filtros de carbón activo también muchas de las PM2,5, y los filtros Hepa -como las mascarillas N95- bloquean tamaños de 0,3 micras: un filtro capaz de detener los virus, que miden una micra. Sí, habrá que cambiarlos cada poco (y ya sabemos lo poco que gusta gastar el dinero en mantenimiento). Desde hace ocho años Lexus –y ya Toyota- instala un sistema de Panasonic en el climatizador denominado Nanoe, que vendía su capacidad hidratante, pero que, por lo visto, también es capaz de atrapar gran parte de los virus. El futuro volverá a hacerte mirar hacer mirar a tu coche, personal, a tu gusto, cerrado a un exterior agresivo (con seguridades en todos los ámbitos, incluso el climático). Y, a la vez, un vehículo personal más abierto, mediante veloces redes de comunicación, y una plena integración en el internet. Un automóvil que sigue. “Que sean otros 500 números, por favor”. Gracias a todos.
Los jóvenes no quieren propiedad, quieren usar, pero quizá este brote sea también el de la psicosis, el miedo a algo invisible, que el uso de tu coche -privado- puede atajar