LOS SONIDOS DEL SILENCIO
la hora de realizar este número de AUTOMÓVIL he tenido la sensación de estar entre dos mundos. Un viaje evolutivo en el que nos resistimos a dejar nuestro “ayer” y en el que no hemos llegado todavía a nuestro “mañana”. Estamos en una especie de limbo donde no sabemos muy bien a qué atenernos. Los deportivos eléctricos son el futuro —si no ya el presente—; un “mañana” al que todavía no hemos llegado y al que le estamos dando forma para seguir sintiendo las mismas emociones del “ayer”. Sin embargo, algunas marcas siguen aferradas a ese “ayer” que tanto nos cautivó y del que muchos no nos queremos desprender. Ferrari o McLaren, en esta edición, nos han sorprendido con dos espectaculares deportivos con mecánicas de combustión de 12 cilindros en V. Un tipo de arquitectura que está sentenciada a muerte desde hace años por las restrictivas normativas contaminantes, pero que se resiste a sucumbir. Afortunadamente diría yo, porque cuando te subes a un deportivo como cualquiera de estos dos, las emociones no tienen parangón con nada que se le pueda parecer en el futuro más o menos inmediato.
Me gusta el trabajo que se está realizando con los eléctricos en el campo de la deportividad, pero hay una serie de aspectos donde tiene difícil competir con la pasión que te despierta un deportivo de la vieja escuela. Dicen que el olfato es un sentido primario por el que el ser humano guarda sus recuerdos más primitivos. En el caso del automovilismo es el oído. A través del sonido de los motores nuestras pasiones alcanzan un nivel superior. Cuando estaba escribiendo la novedad del Ferrari 812 Competizione que aparece en la portada, lo primero que me vino a la cabeza son las diferentes visitas que he realizado a Fiorano —el templo de la Scuderia— y los sonidos de todos los coches que he probado. Recuerdo como si fuera hoy la vuelta al mítico circuito de Maranello a bordo de la réplica del 125S con su motor V12 de 1.500 cc. Su sonido se quedó grabado en mi mente para siempre. Así como el estruendo del V8 del 430 Spider mientras salía por los túneles que Montecarlo en una presentación realizada en el Principado.
Los deportivos eléctricos nos han demostrado —ya hoy— que pueden competir en aceleración con esos Ferrari/McLaren. Si no, basta echar un vistazo en este número al magnífico reportaje de aceleración de un Porsche Taycan con una moto (también eléctrica) o la primera toma de contacto que he realizado con el Audi RS e-tron GT que me ha encantado, la verdad. Pero el tema del sonido nunca llegará a ser resuelto. Apreciaremos el silencio de estos eléctricos mientras rodamos a ritmos de vértigo, pero no se nos erizará el vello como mientras subimos de vueltas un V12 y estalla en el cambio de marchas. Desgraciadamente no nos daremos la vuelta para ver pasar a uno de estos deportivos eléctricos porque, sencillamente, no lo oiremos. Ni podremos jugar con algún amigo a adivinar el coche que sube por la carretera de montaña con solo escuchar el sonido del motor.
Es verdad que las marcas están preparando el futuro eléctrico con experiencias de sonido diferentes que, de manera artificial, nos harán nuestro ambiente en el coche más placentero. Pero, cómo digo yo, quizás sea todo más fácil y todo pase por grabar el sonido de un motor V12 en sus diferentes regímenes y emitirlo por los altavoces del coche. Se empeñan en grabar sonidos como de naves espaciales, muy chulos ciertamente, pero lo que de verdad nos emociona es la sinfonía de viento que emiten muchos cilindros estallando en sus cámaras de combustión. Cuando estaba en la presentación de este Audi RS e-tron GT y me enseñaron los diferentes sonidos que habían desarrollado para el coche les dije: “grabar el sonido del Audi Quattro Sport de Waltr Röhrl y será todo mucho mejor”. Unas risas y bromas después me trataron de loco pero, en el fondo, saben que tengo más razón que un santo.
“Apreciaremos el silencio de estos eléctricos mientras rodamos a ritmos de vértigo, pero no se nos erizará el vello como mientras subimos de vueltas un V12 y estalla en el cambio de marchas