RIDÍCULO ELÉCTRICO
Menos mal que casi nadie entre el público general sigue la Fórmula E, solo algunos quemados y los que lo debemos hacer por obligaciones laborales o familiares. Menos mal porque, si no, la primera carrera en Valencia habría desanimado a muchos de los que estaban considerando comprar un coche eléctrico, justo lo contrario del supuesto propósito del campeonato.
Si no vieron esa carrera (cosa que entiendo), les hago un pequeño resumen. Se disputaba por primera vez en un circuito de verdad, no en esos circuitos urbanos en los que normalmente se trata de doblar esquinas después de una recta no muy larga. Eso sí, pusieron una chicane muy estrecha en medio de la recta para que los coches no fueran demasiado tiempo a su velocidad máxima (que no es mucha). Además, llovía, hubo varios incidentes y salidas del coche de seguridad. Por reglamento, cada vez que sale el coche de seguridad se resta disponibilidad de energía en la batería. Casi todos los equipos echaron mal las cuentas de la energía restante (vaya tela) y casi todos los coches se quedaron sin batería en las última vuelta. Es decir, lo que se vio en el campeonato destinado a promocionar el coche eléctrico es lo que se teme cualquier posible usuario: que se quedan sin batería.
Lo de la primera carrera de Valencia fue el máximo exponente de lo que es este campeonato. No son carreras de correr, sino de gestionar energía. Por esa razón, cuando sale el coche de seguridad la dirección de carrera limita la energía disponible en la batería. Es decir, se fuerza a los equipos a no poder ir tan deprisa como podrían sin esa limitación. Por ese planteamiento de gestionar una energía limitada, lo que se suele ver en las últimas vueltas es que las posiciones varían precisamente porque hay coches que se están quedando sin energía. Es decir, de nuevo lo peor que se puede ver si se quiere promocionar el coche eléctrico.
Me gustaría que todos los coches fueran eléctricos o tuvieran un sistema de propulsión que no añada carbono a la atmósfera. Pero hoy en día, no pueden reemplazar a los de combustión para todos los usuarios en todas las condiciones. Lo que sí ocurre ya es que muchos coches eléctricos son perfectamente adecuados e incluso altamente satisfactorios para personas que puedan cargarlo en casa y que no realicen frecuentemente viajes largos. A esas personas es a quien hay que dirigirse para impulsar el uso del coche eléctrico. Y, en general, muchas de ellas ni se plantean comprar un coche eléctrico o lo descartan porque tienen dudas sobre la autonomía y la carga. Organizar un campeonato de monoplazas eléctricos que sistemáticamente agotan su batería, en algunos casos antes de llegar a la meta y hasta el punto del ridículo como en Valencia, no sirve para despejar esas dudas sino todo lo contrario.
Los juicios de intenciones me parecen fútiles cuando no maliciosos. No sé en qué medida les importa la promoción del coche eléctrico a la FIA y a los organizadores de la Fórmula E. Supongo que la primera intención de todo esto es ganar dinero, un objetivo tan legítimo como cualquier otro. Pero, como digo, ni lo sé ni me importa. Lo que no me gusta es la propaganda desde cualquiera de las partes, autoridades, organizadores y marcas.
No, este campeonato no haría nada en favor del coche eléctrico incluso aunque el público al que idealmente va dirigido viera las carreras. No, no existe la transferencia de tecnología desde la competición a la serie ni los coches de carreras son eso tan manido del “laboratorio donde se prueban las soluciones que después beneficiarán a los usuarios”. Si fuera así, habría que concluir que las marcas que compiten en Fórmula E hacen mejores coches eléctricos que las demás. Y la verdad es que no, como veremos este año con los eléctricos de Kia, Hyundai o Volkswagen. Además, si efectivamente existiera ese vínculo entre el éxito en competición y la excelencia los coches de serie, habría que concluir que un DS es mejor que un Porsche. Si no ven la Fórmula E, los DS ganan, los Porsche no.
La Fórmula E muestra sistemáticamente lo que más teme un posible usuario de coche eléctrico: que se les acaba la batería