PERFECTA COMPENSACIÓN DE MASAS Y DOCE ENCENDIDOS REPARTIDOS EN 720 GRADOS DE GIRO SON MANO DE SANTO
Allí pasa sus días y sale poco, nos cuenta Massimo Delbo, periodista e historiador que también participa en el Cento Ore en la misma categoría de regularidad con su Mercedes W110 y que conoce nuestro Lamborghini desde hace años. Así que es hora de sacarlo. Es una mañana fresca en Roma, el motor debería calentarse primero, nos cuentan los mecánicos del Urus amarillo. La ceremonia es siempre la misma: un par de golpes de acelerador, tirar del cable de arranque y girar la llave. El motor de arranque aúlla, un par de cilindros se encienden y arrastran al resto.
El V12 gruñe y suelta una bocarada azul de aceite multigrado quemado por los tubos de escape. No hay que preocuparse, la reserva de aceite del sistema de lubricación es de 14,5 litros, no se acabará tan fácilmente. Acto seguido, el Jarama gira suavemente y de forma sorprendentemente silenciosa. Un par de golpes de acelerador, abrir el aire, ralentí estable. Los coches de la categoría de regularidad son los últimos en salir, aunque este año el coronavirus ha reducido el número de participantes de este rallye clásico.
Así que nos queda tiempo para acostumbrarnos al Lamborghini antes de serpentear por el centro de Roma en hora punta rumbo al norte. En todo caso, no se necesita un manual de instrucciones para situarse en el Jarama. Hay pocas cosas que manejar, y los elementos que no son evidentes están rotulados. En inglés, lo que nos recuerda que el Jarama apuntaba al mercado internacional. Algo que no logró del todo.