HASTA EL FIN DE LA PRODUCCIÓN, EN 1976, SE FABRICARON 328 UNIDADES (150 DE LA 2ª SERIE DESDE 1972)
Hasta el fin de la producción, en 1976, se fabricaron 328 unidades, de las cuales 150 fueron de la segunda serie a partir de 1972. Como este ejemplar del museo. Una de las diferencias de la segunda serie, la GTS, respecto a la primera fue la dirección asistida. Sin embargo, muy suave tampoco es, al liso volante de madera hay que aplicarle bastante fuerza, algo dificultoso al circular a baja velocidad por las calles de Roma. Y tampoco mejora especialmente con más velocidad en el Monte Terminillo. En consecuencia, el Jarana parece mucho más grande de lo que es en las estrechas carreteras de montaña. Para usarlo en el Jarama, el bastidor del Espada se acortó 27 centímetros, hasta los 2.380 milímetros. Con ello, la batalla es dos centímetros más corta que en un VW Escarabajo o en un Ferrari 250 SWB.
No mucho para dar cabida al motor V12 de cuatro litros, dos asientos premium, dos auxiliares y un pequeño maletero. Los grandes voladizos no acaban de pegar con la imagen más bien corpulenta y musculosa del Jarama, algo que seguro supo su diseñador, Marcello Gandini, bajo el mando de Bertone. Con todo, este compacto Lamborghini logra su cometido, lo que seguramente se debe a su reducida altura (119 cm) y al morro plano bien pegado al suelo. Y también a algún que otro truco de diseño: un borde al final del techo, una línea característica entre los pasarruedas o los faros tapados por unos párpados semicerrados.
Pero ya basta de charla sobre el diseño, llega la hora de hablar del motor. No sorprende que un Lamborghini de 50 años presente un motor especial. Pero lo que este motor térmico hace durante los siguientes 1.000 km con el Jamara y su tripulación es excepcional y fascinante.